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FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

La crisis, el ganado y el placer de leer

Los argentinos, catedráticos de la adversidad, buscan la felicidad en la lectura

Después de escuchar al biólogo español José Ramón Alonso hablar del placer que produce aprender (en los humanos, en los animales) le escuché decir a la directora de la Feria del Libro de Buenos Aires, Marta Díaz, especialista en relaciones humanas, algo que podría ser un eslogan sobre Argentina, los libros, la crisis y el placer.

Ella hablaba sobre la crisis de 2002, cuando los argentinos tenían el dinero evaporado en los corralitos. Y pensaron no hacer la feria, no vendría nadie. La hicieron, se llenó. Los argentinos no son sólo los más psicoanalizados del mundo: son catedráticos de crisis. "Se llenó, y fue el año en que más vendió la feria", me dijo Marta Díaz en su austero despacho de dirección, donde lleva diecinueve años, "desde la muerte del profesor Castiglione, que la creó".

En 2002, a pesar de la crisis, fue el año que más libros se vendieron
La feria debe coincidir con el periodo ventana de la sociedad argentina
De Guadalajara envidian las grandes figuras; "acá vienen menos"

¿Y por qué se lanzaron los argentinos al libro? "Ah", exclamó Marta Díaz, "porque la gente acá tiene ese afán de superar situaciones críticas, y ante lo que le da reparo se pone a buscar el placer. Y se pone a leer, y a aprender".

Alonso, que es rector de la Universidad de Salamanca, hablaba para docentes, en un foro que acoge la feria, y que se dedica a la docencia de las ciencias y las tecnologías. Dijo algo parecido a lo que contó Marta sobre aquella reacción de los argentinos cuando les apretaba más el callo de la crisis: "Somos muy buenos como especie. Pero hasta la babosa de mar tiene el instinto de aprender. Decía Melville, en Moby Dick: "Amamos navegar en mares prohibidos". Eso es lo que nos hace avanzar, buscar el peligro del conocimiento".

Pues eso es lo que hicieron aquellos argentinos de 2002: en medio de la amenaza de la nada, se fueron a buscar los libros. Lo hacen aquí desde hace 35 años; antes la feria del libro era itinerante, e iba por los barrios, hasta que se asentó en un predio, y luego en otro. Este en el que está ahora es una especie de símbolo de la historia argentina. Horacio García, el presidente de la Fundación El Libro, que es la entidad de la que depende la feria, nos contaba que ahí hubo antes ganado, mucho ganado, y ahora sigue estando, en julio, aquí se expone el ganado argentino, un orgullo. La Feria del Ganado.

Es curioso: los autores que iban a la Feria del Libro de Madrid, en el Retiro, en el tiempo en que apenas había otra cosa que firmas, decían que se sentían allí "como el ganado". Aquí no pueden decirlo, no pudieron decirlo nunca, a pesar de la vecindad de los animales. La divisa de esta feria son las actividades culturales; los stands son variados, grandes y chicos, distintos; Marta dice que la Feria de Guadalajara (México), de las más grandes del mundo, aprendió de esta. ¿Y de la del Retiro, en Madrid? "Es bella", dicen tanto ella como Horacio, que también es editor, "pero es muy igual, todos los stands son uniformes". Y Marta dice por su cuenta: "Hay algo que quizá no me gusta de ferias como la del Retiro madrileño: que hay títulos iguales en muchas casetas".

A Marta le gustan las ferias show, como las BEA (Book Expo America) de Estados Unidos, que parecen espectáculos, y aquí hay espectáculos (como los hay en Guadalajara); este jueves fue noche de puertas abiertas, y el gentío desafiaba la cercanía del 1 de Mayo, un acontecimiento argentino, para vivir el momento culminante de este certamen que alterna ganado con libros.

De Guadalajara envidian las grandes figuras; "acá vienen menos, dicen que por la distancia", dice Marta con melancolía. ¿Y del Retiro, qué envidia? "Que sea una feria abierta". Para Horacio no es tan claro que esa sea una ventaja: "Los actos en espacios cerrados parece que concentran más a la gente".

Decía el biólogo Alonso que el ser humano tiene "periodos ventana", cuando su cerebro está más activamente propenso a aprender. En ese periodo el placer se acrecienta; la Feria del Libro de Buenos Aires debe coincidir con el periodo ventana de la sociedad argentina, que en 2002 se lanzó a leer para sobrevivir, y para alegrarse. Lo lleva haciendo siempre, para alcanzar lo que el profesor Alonso decía: "El placer es todo aquello que nos da sensación de felicidad". Lo contrario es el dolor, de cuya naturaleza los argentinos son también catedráticos, y no los únicos.

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