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Entrevista:JOSÉ PADILHA | ganador del Oso de Berlín

"Ni derecha ni izquierda pueden arreglar tanta corrupción en Brasil"

Jesús Ruiz Mantilla

Para un brasileño de pro como José Padilha, el sábado fue un gran día. Su ídolo Ronaldinho volvió triunfante a un campo de fútbol con ese gol de penalti ante el Zaragoza que puede suponer un nunca tardío regreso al Olimpo. "No se puede entender que lo tengan sin hacer nada", denuncia este cineasta antes de empezar a hablar. En cuanto a él... Pues nada, que se consagró en Berlín como uno de los talentos jóvenes latinoamericanos con más futuro después de ganar el Oso de Oro del festival por su magnífica y contundente película Tropa de élite.

El suyo no es un retrato blando ni esperanzado. Este jugador curtido en el cine documental con trabajos como Omnibus 174, quiere conquistar y alarmar Europa después de haberse convertido en un fenómeno en Brasil de forma muy poco ortodoxa: el hecho de que la película la vieran casi once millones de brasileños en copias ilegales, antes de que se estrenara en cines, no ha impedido que en las salas arrasara después. Eso sí, con otro montaje final que se vio obligado a hacer el director después de sufrir un pirateo preventivo como pocas veces se recuerda.

"Hay universitarios que ayudan en las favelas, y compran allí la marihuana"
"Mi película es una ficción en la que entra la realidad de manera poderosa"
"A los policías les lavan el cerebro con símbolos y los envían a la guerra"
"Me apoyé para hacerla en un policía y en el autor de 'Ciudad de Dios"

Quizás la clave de su éxito sea esa mezcla de alucinación viva y real que planea por todos sus planos. "Necesitaba contarlo como una obra de ficción, pero una ficción en la que entrara la realidad de forma poderosa", comenta. La reacción del público en Brasil resulta toda una adrenalina colateral para los creadores de esta obra trepidante. Una sacudida que tiene lo mismo de thriller policiaco que de denuncia documental, en la que Padilha disecciona la cloaca brasileña desde las favelas de Río de Janeiro. "Para hacer el guión me apoyé en dos personas fundamentales que me hicieron comprender todo, el policía Rodrigo Pimentel y Bráulio Mantovani, que escribió Ciudad de Dios".

El resultado nos traslada a un lugar maldito y pestilente en el que la corrupción, el crimen, la policía y los niños pijos bienintencionados dan vueltas encerrados en una noria que no conduce a ninguna parte. "Ya no nos valen las perspectivas tradicionales para entender qué ocurre. No hay derecha ni izquierda que pueda arreglar esta situación tan corrupta. Las dos tendencias han gobernado Río y las dos han fracasado", comenta Padilha en Berlín, donde le entrevistó EL PAÍS antes de ganar su premio.

¿Entonces, cuál es la solución? "Hay que abordar lo que allí ocurre desde otra óptica, la que a mí me sirvió para escribir el guión: la del juego, la de una partida de póquer, algo que cuenta un pensador eminente como John van Neumann en un libro que a mí me marcó, Theory of games and economic behavior".

Con ese manual clásico, publicado en la Universidad de Princeton en 1944, Padilha empezó a urdir esta historia, que se estrenará en España en mayo. En ella, un policía, el capitán Nascimento, interpretado por Wagner Moura, recibe una orden: limpiar de traficantes y delincuentes aquellos montes de miseria antes de la visita del papa Juan Pablo II. Para cumplirlo utiliza un arma entre letal e iluminada que se llama la BOPE, un cuerpo especial de élite, uno de esos monstruos ciegos y sordos ante todo lo que no sea razón de Estado. "Si pones a los personajes a jugar una partida en ese contexto, puedes sacar en claro muchas cosas", comenta Padilha, "cosas a las que se ha jugado durante veinte años sin solucionar nada porque todos siguen sujetos a las mismas reglas".

Si las reglas cambiaran, cambiaría el juego. Entonces alguien podría empezar a aportar soluciones. "Si se legalizara la marihuana, por ejemplo, no tendríamos que acudir al traficante que acapara el tablero". Un tablero donde manda la hipocresía. "Claro, porque muchos de los chicos universitarios que van a hacer trabajo social en las favelas compran la marihuana al traficante". La diferencia además se acentúa con otras contradicciones: "Si los guardias encuentran a un niño de las favelas vendiendo, lo acribillan y punto. Si descubren a un niño rico, que también trapichean con ella, se la quitan y le dicen: 'Vete y no vuelvas a hacerlo".

Hay que empezar por cambiar la policía. Eso es de cajón. Lo tiene claro Padilha, que anduvo por Berlín cada día con gorro de lana, tan simpático y sonriente. Pero no con soluciones como la BOPE. "Hay policías que no aceptan dinero, bien, pero que tienen las entrañas y el alma corrompida por la tensión, el estrés y el sufrimiento". La artimaña es hacerles creer que pertenecen a otra estirpe: "Les implantan una simbología, como esa calavera cruzada con armas tan siniestra que sale en la película, y una ideología. Les lavan el cerebro y los envían a la guerra". De eso no puedes esperar nada bueno: "Tan sólo una espiral sin salida en la que todos quedamos atrapados".

El director de cine brasileño José Padilha, en Berlín.
El director de cine brasileño José Padilha, en Berlín.REUTERS
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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