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Entrevista:Frank Gehry | Arquitecto

"Con los edificios puedes tocar a la gente"

Patricia Gosálvez

Medio centenar de periodistas de varias nacionalidades esperaban en una sala de prensa en un minúsculo pueblo de la Rioja alavesa. Los cámaras estaban nerviosos: "No nos va a dar tiempo a entrar en el telediario". Con veinte minutos de retraso y precedido de una nube de fotógrafos apareció Frank O. Gehry, con sus 82 años y una camiseta negra bajo la chaqueta. Con bastón pero saludando a la concurrencia con la mano simpática, como hacen los actores sobre la alfombra roja de un estreno. Nacido en Toronto en 1929, como Ephraim Owen Goldberg, Gehry se mudó a Los Ángeles, donde aún reside, en 1947. Y es lo más parecido a una superestrella de Hollywood en términos arquitectónicos.

Como tal presentó ayer su nueva obra, el edificio central de Ciudad del Vino, un hotel de lujo, colocado como una joya de diseño en el centro de las bodegas Herederos de Marques de Riscal en Elciego (Álava). La remodelación tecnológica y estética de las bodegas ha costado 70 millones de euros, la mitad de los cuales se dedicaron al baño de imagen. El hombre que firmó el Guggenheim y colocó a Bilbao en el mapa, se presentó a la prensa lozano: "Parece mentira que este proyecto arrancase hace ya ocho años, ¡yo era un jovenzuelo!". Describió su obra como "una criatura maravillosa, con el pelo volando en todas direcciones, que se lanza sobre los viñedos". Admitió que puede "parecer raro" al principio, pero que "los neurólogos dicen que a todo se acostumbra uno". Y se despidió bromista, recomendando al chef Francis Paniego (que se hará cargo de la cocina del hotel) que inventase, inspirado por su edificio, unos vanguardistas "huevos de titanio".

"Sigo siendo político, me considero un liberal, no me gustan Bush y los suyos. Y aunque soy estadounidense, conservo pasaporte canadiense"
"El problema con las grandes infraestructuras es que les falta diseño. Diseño con talento e imaginación..."
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Pollack y las manos del arquitecto

Cumplido el protocolo, Gehry se retiró a una de las habitaciones para dar contadísimas entrevistas, medidas al minuto. En la intimidad del cuarto, parecía mucho más cansado.

Pregunta. ¿Qué le parece que los arquitectos se hayan convertido en estrellas?

Respuesta. Que siempre se quejan los que no están en el ranking. Cuando yo era joven a nadie le importaba un bledo la arquitectura y ahora, gracias al star system, se ha democratizado la sensibilidad arquitectónica, quien mas quien menos sabe apreciarla. ¿Por qué cree sino que me vendrían a contratar a Los Ángeles unas bodegas de un pueblo de España?"

P. ¿Pero no se llenan las escuelas de jóvenes que quieren ser genios en vez de arquitectos? ¿No falta humildad?

R. Es un problema sí, porque la mayoría no serán genios y porque también hacen falta arquitectos que sean simplemente profesionales. Pero tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza, así es cómo funciona el mundo, el star system es marketing, no es algo que los arquitectos busquemos.

P. ¿Son los edificios "de firma" las nuevas catedrales, los lugares de peregrinación?

R. No se puede prever un éxito turístico como el del Guggenheim en Bilbao. Y, de todas formas, yo asumo riesgos, pero no para provocar, lo que quiero es solucionar el problema concreto de una gente concreta en un lugar concreto. Es decir, satisfacer a mi cliente.

P. ¿Le ha influido la cercanía de Hollywood en su visión de la arquitectura como espectáculo?

R. Hollywood es una aberración, aunque respeto a algunos artistas y soy muy amigo de Sydney Pollack y Brad Pitt. Pero me va más el cine europeo.

P. Ahora que todo el mundo discute sobre urbanismo en los grandes foros arquitectónicos, ¿qué piensa de teorías como la ciudad genérica: un concepto de ciudad globalizada sin identidad?

R. No me gustan ese tipo de polémicas. Cuándo era joven me interesaban más... Sigo siendo político, me considero un liberal, no me gustan Bush y los suyos. Y aunque soy estadounidense, y he servido en el ejército, aún conservo el pasaporte canadiense.

P. ¿Y cómo entiende la política en lo que hace?

R. Para mí, la política es algo más tangible, menos teórico. A mí lo que me interesan los edificios, con ellos puedes tocar gente, personas; unas pocas aquí, otras más allá. Ésa es la escala correcta.

P. En la última bienal de arquitectura, sin embargo, el tema eran precisamente la enormidad de las megalópolis, y cómo solucionar el problema de las ciudades fuera de control.

R. El problema con las infraestructuras es que les falta diseño. Diseño con talento e imaginación... Y por otro lado me gusta la idea de que en democracia hay libertad de elección y ello lleva al caos. Es sano que sea así.

P. ¿Qué le atrae de hacer cosas como la línea de joyas que ha creado para Tiffany's?

R. Me divierte mucho. Yo siempre había querido hacer una vajilla y ahora la he hecho. Me encanta llevar mis ideas a las cosas pequeñas.

Frank Gehry, fotografiado ayer en Elciego (Álava).
Frank Gehry, fotografiado ayer en Elciego (Álava).PRADIP J. PHANSE
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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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