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Reportaje:

"El entorno del Guggenheim es empalagoso"

Gehry añora la dureza industrial que ha perdido la zona

El arquitecto Frank O. Gehry (Toronto, 1929), el autor del Museo Guggenheim Bilbao, duda sobre la capacidad de las generaciones futuras por aceptar que las cosas pequeñas pueden funcionar en un mundo acostumbrado al gigantismo. "Son grandes los conciertos y los aviones", recuerda. "Para conseguir la atención de la gente los artistas deben aumentar la escala de las obras. No puedes hacer un cuadrito y tener impacto". Gehry cree que el Guggenheim "todavía" no se ha quedado pequeño, pero propone que el "núcleo central del relato" se quede en el museo y se creen otros espacios, como "satélites" dispersos por la ciudad, para almacenar las obras y mostrar las piezas de mayor tamaño.

Las dimensiones excepcionales de las salas del Guggenheim -19 espacios de diferentes alturas que suman cerca de 11.000 metros cuadrados de superficie expositiva- constituyen, en opinión del arquitecto, "un activo importante" para cultivar una relación productiva con los artistas. "La ciudad de Nueva York no tiene un lugar para presentar las obras como aquí", lamenta Gehry. "Lo mejor que le ha pasado al Guggenheim es Bilbao. Las personas del mundo del arte que lo han visto saben que necesitan algo como esto".

Gehry ha vuelto a Bilbao para participar en la próxima semana en la celebración del décimo aniversario de la inauguración de su proyecto más célebre. "Aquí estoy en casa", decía ayer antes de dedicar los mayores elogios al apoyo que recibió para desarrollar su proyecto. El consenso entre técnicos y políticos que se alcanzó en Bilbao es lo que ahora echa de menos en el proyecto de un Guggenheim en Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos. La superficie prevista será ligeramente superior a la del museo de Bilbao, y el arquitecto ve una posibilidad para resolver los problemas de espacio que genera el arte contemporáneo. Gehry destaca que Abu Dabi abre la posibilidad de crear instalaciones capaces de dar cabida a las obras monumentales de Richard Serra, de Anselm Kiefer o de Anish Kapoor o de los artistas que están emergiendo en África, India y China.

Gehry augura un buen futuro para el edificio de Bilbao. "El titanio es para siempre", recalca. Sin embargo, critica el aspecto del entorno del Guggenheim: "Lo encuentro empalagoso". Gehry añora lo que la reordenación de la zona pretendió borrar para siempre: la cara industrial. "Es un magnífico lugar de encuentro para la gente, pero los jardines son demasiado bonitos. Han eliminado esa estética que me gustaba de Bilbao, una dureza industrial en las orillas de la Ría modificada por los montes verdes que rodean la ciudad", añade.

Además de jardines, en los últimos 10 años se han levantado a poca distancia del Guggenheim obras de otros arquitectos de renombre internacional. "Legorreta, Isozaki, Moneo, Calatrava...", enumera Gehry. "Son amigos; somos compañeros y a ninguno nos gusta la obra de los demás", dice con sorna. "Es ejemplar que tantos buenos arquitectos trabajen en un lugar. Es nuevo incluso para nosotros los arquitectos".

Frank O. Gehry, ayer, en el Guggenheim Bilbao.
Frank O. Gehry, ayer, en el Guggenheim Bilbao.LUIS ALBERTO GARCÍA
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