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Premios Príncipe de Asturias

Un 'extraterrestre' en el museo

El neuropsicólogo Howard Gardner, que el viernes recibe el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, publica un libro con las conferencias que impartió en el MoMA de Nueva York

Howard Gardner, que tiene todos los premios posibles como psicólogo, está encantado con el hecho de recibir el Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales. Aunque enseguida advierte que ha tenido "una vida posterior" a la inteligencia múltiple. Gardner se refiere al concepto que le hizo famoso en los años ochenta y por el que ahora ha sido laureado en España. Si aquella teoría subrayaba que no existe una inteligencia única sino al menos ocho -de lingüística a musical pasando por matemática o corporal-, una de las vidas "posteriores" de este estadounidense de 1943 y catedrático de Cognición y Educación en Harvard tiene mucho que ver con el arte. De hecho, hoy preside el comité gestor del Proyecto Zero, impulsado en 1967 por el filósofo Nelson Goodman, su maestro, para estudiar el aprendizaje artístico.

"Nunca hay motivo para recortar la educación porque supone construir para el futuro", dijo Gardner
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No es, pues, extraño que en 2008 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) le invitase a impartir una serie de conferencias que, convertidas en libro, publicó esta primavera en su país y acaban de ser traducidas por Marta Pino para la editorial Paidós con el título de Verdad, belleza y bondad reformuladas. El azar, o no, quiso que uno de los encargados de debatir en el museo neoyorquino con el nuevo premio Príncipe de Ciencias Sociales fuera el neurólogo lisboeta Antonio Damasio, galardonado en 2005 con el de Investigación Científica y Técnica. Gardner recordó ayer martes a su amigo en Oviedo, en un encuentro con la prensa en el que dio respuestas "más políticas que científicas" a cuestiones de la actualidad. Empezando por algo que conoce muy bien, la educación. "Nunca hay motivo para recortar la educación porque supone construir para el futuro", dijo antes de señalar que los recortes dejan ver los valores de cada país. El suyo, por ejemplo, que hace convivir esos ajustes sociales con dos carísimas guerras en el exterior o el hecho de que un mínimo porcentaje de la población acumule la mayoría de la riqueza.

Las palomas 'entienden' a Pollock

Antes de trasladarse a Avilés para debatir con Eduard Punset, Gardner tuvo tiempo de hablar de los temas que dieron lugar a su último libro -la verdad, la belleza, la bondad-, tres "virtudes" tan deslumbrantes que durante siglos parecieron una sola. Hoy las cosas no son tan claras ni tan monolíticas. De ahí, subrayó, su interés por los "retos" que suponen tanto la revolución digital como el escepticismo posmoderno. Hoy la verdad es "convergente" y la belleza, "divergente", apuntó. Es decir, en un tiempo "inestable" y de dispersión de la autoridad tradicional, la primera se ha convertido en un empeño colectivo por el que "el ciudadano tiene que trabajar duro", dado que "nadie le va a dar la verdad". La segunda, entretanto, ha pasado a ser una experiencia personal muchas veces ajena a todo canon.

Pero igual que matiza que la verdad no puede establecerla una multitud "votando en una página web", Gardner no defiende la ausencia de criterios objetivos para valorar el arte. Lo que defiende es que debemos medir su valor con otros parámetros. En su opinión, conceptos como "fidelidad al aspecto externo del mundo", armonía o acercamiento a un ideal han sido sustituidos por un conjunto de rasgos que él resume en tres: interesante, memorable y estimulante. Gardner recuerda que, "al igual que cierto número o cierta combinación de síntomas indican la presencia de una enfermedad", es necesaria la combinación de varios de esos rasgos para hablar de "belleza artística", algo que, por supuesto, incluye aquello que tradicionalmente se llamaba feo.

El gran interés de un libro como Verdad, belleza y bondad reformuladas reside en el modo en que, en uno de los capítulos centrales, se acerca al arte contemporáneo sin apriorismos escolásticos ni prejuicios, ni fascinado ni escandalizado, como un extraterrestre que entra en el MoMA y realmente quiere entender lo que pasa allí dentro, ya se trate de una performance de Marina Abramovic, una pieza de John Baldessari o una película de Rodney Graham. Alguien que trata de explicarse el viaje artístico que va del militar a caballo que preside los monumentos de la Guerra de Secesión a la pared de granito negro que recoge 50.000 nombres en el memorial de la guerra de Vietnam.

Pese a su formación y al paralelismo que establece entre formas de analizar la belleza y formas de detectar la enfermedad, Gardner defiende que los "accidentes" de la historia pesan más en el juicio estético que una red neuronal. "Nuestros cerebros no difieren materialmente de los de nuestros antepasados de hace 15.000 años", afirma antes de apuntar que "se ha demostrado que las palomas pueden distinguir entre las pinturas del impresionista Claude Monet y las del expresionista abstracto Jackson Pollock". Podemos disfrutar de una estatua de Fidias tanto como un pueblo que defendía la esclavitud. A diferencia de las verdades científicas y morales del pasado, la belleza de las artes no conoce el progreso. Por eso no perece.

El psicólogo y profesor estadounidense Howard Gardner en el coloquio en el que intervinó ayer en el teatro Palacio Valdés de Avilés.
El psicólogo y profesor estadounidense Howard Gardner en el coloquio en el que intervinó ayer en el teatro Palacio Valdés de Avilés.ALBERTO MORANTE (EFE)

Leonard Cohen y Riccardo Muti improvisan

Al filo de las once de la noche de ayer Leonard Cohen llegaba al hotel Reconquista, donde se alojan todos los premiados, que van llegando paulatinamente a Oviedo. Lo hizo, marca de la casa, impecablemente vestido con un traje más propio para viajar en el Queen Mary que en un avión. El poeta y cantautor canadiense, premio Príncipe de Asturias de las Letras, posó para los fotógrafos y escuchó a los gaiteros que le rodeaban, también ellos vestidos de fiesta. Lo mismo había hecho horas antes otro músico, el director napolitano Riccardo Muti, premio de las Artes. Ambos han anunciado que improvisarán sus discursos durante la ceremonia de entrega que tendrá lugar el viernes a partir de las 18.30 en el teatro Campoamor. El tercero en intervenir será el neurólogo Arturo Álvarez-Buylla, galardonado en la categoría de Investigación Científica y Técnica. Tan elocuentes en el escenario como parcos fuera de él, Cohen y Muti han limitado al máximo sus intervenciones públicas estos días. El primero asistirá esta tarde al homenaje que le rinde en Gijón un grupo de músicos entre los que se encuentran Nacho Vegas, Javier Mas o Duquende. El segundo dirigirá mañana jueves en Oviedo a la Orquesta Luigi Cherubini y al coro de la Fundación Príncipe de Asturias, que interpretarán el Réquiem en do menor de Cherubini.

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