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"Mi fetua resultó premonitoria"

Salman Rushdie trabaja en las memorias de los años en que vivió bajo la amenaza de muerte de los ayatolás - El autor publica su segundo libro infantil"Me casé con una modelo, pero no nací para ser carne de tabloide"

Iker Seisdedos

La espada de Damocles de la gran literatura pende sobre la cabeza extrañamente esférica de Salman Rushdie, escritor, mártir de las ideas, hábil estratega de la propia imagen e inopinado habitante de los periódicos amarillentos. Y esta vez no es una metáfora. Rushdie está en las oficinas un tanto siniestras de su agente, Andrew Wylie, en el piso veintitantos de un edificio cualquiera de Manhattan. Aguarda sentado en un sofá, ante una librería llena de volúmenes que nadie ha leído ni probablemente leerá. Forman un conjunto intimidante y funcionan como la perfecta demostración de lo que es capaz Wylie, justamente apodado El Chacal por sus proverbiales dotes de cazador de toda preciada presa de la sabana literaria. Saul Bellow, Borges, Elmore Leonard, Roberto Bolaño o Italo Calvino engrosan la nómina de sus más de 700 representados. Un exquisito club del que Rushdie es miembro preferente.

"Para contar lo que me pasó necesitaba la calma del tiempo"
"Tony Blair es un tipo decente que cometió un error colosal"

Juntos, el agente feroz y el escritor difícil de amedrentar, acaban de marcar un hito editorial. Las largamente esperadas memorias del tiempo en el que el segundo vivió bajo la amenaza de una fetua dictada por el ayatolá Jomeini, aquel día de San Valentín de 1989, en respuesta a su novela Los versos satánicos, se han convertido en el primer libro de la historia cuyos derechos han sido adquiridos globalmente para todos los países y lenguas por una sola editorial, el gigante Random House. "Todos los que se ocupan de mis cosas en el plano económico insistían desde hacía tiempo en la conveniencia, y en la rentabilidad, de ese material, pero yo siempre creí que lo mío seguía siendo la ficción. A principios de este año empecé a sentirme preparado para afrontar el reto", explica Rushdie, de 67 años, con el tono de quien disfruta con la música de sus ideas.

Si Kurt Vonnegut necesitó 25 años para poner en orden sus vivencias durante el bombardeo de Dresde de 1945 y así plasmarlos en su obra maestra, Matadero cinco, quizá puedan perdonarse las dos décadas que ha tardado el autor angloíndio en decidirse a hacer memoria de aquel "evento brutal". "Nunca dudé de que escribiría sobre todo lo que me pasó, la permanente huida, los guardaespaldas, la no-vida del amenazado de muerte, pero algo así requiere la calma que solo proporciona el tiempo", aclara. "Y siendo como es uno de los eventos más publicitados de la historia reciente, le sorprendería saber cuánto queda por contar".

Mientras el mundo espera tamañas revelaciones, la vida editorial de Rushdie continúa apacible con episodios como el que nos convoca: la publicación (a principios del próximo año en España por Mondadori) de Luka y el fuego de la vida, una novela para niños contada en los términos narrativos de un videojuego y ambientada en un inconcreto tiempo y lugar, acaso el mismo que habitaba la Sherezade de Las mil y una noches.

No es esa extraña mezcla de géneros la única razón que hace de este relajado experimento literario algo más que otra fábula para lectores inexpertos. Esta nivola (como la llamaría Unamuno) está dedicada a Milan, segundo e inesperadamente joven hijo (de 11 años) de Rushdie, un tipo que despierta en Reino Unido tantas pasiones por su obra como por su agitada vida amorosa. Además, es la continuación de Haroun y el mar de las historias, que el escritor brindó a principios de los noventa a su primogénito, Zafar, hoy un mocetón bien parecido de 32 años fruto del matrimonio con otra mujer (ha tenido cuatro, a cada cual más joven y guapa). "Cuando estaba con Los versos satánicos, Zafar me dijo: '¿Papá, escribirás algún día algo que yo pueda entender?' Le hice la promesa de que lo intentaría. Luego pasó lo que pasó y cuando estaba metido en aquella irrealidad me decidí a cumplirla", recuerda. "Al afrontar la segunda entrega sentí algo parecido a lo que imagino que debió de sentir Lewis Carroll al escribir A través del espejo, la continuación siete años después de la muy exitosa Alicia en el País de las Maravillas. Él tuvo el inconveniente de que la niña que lo había inspirado ya no era una niña. Yo, en cambio tuve la suerte de un segundo hijo".

Las idas y venidas de Rushdie, un tipo -pese a su ligerísima bizquera- de inusual éxito con las mujeres, apasionan a la prensa del país, Gran Bretaña, en el que vive cuando no está en Nueva York o Mumbai, donde posee segunda y tercera residencias. Allí es toda una celebridad por razones que, si en algún momento estuvieron justificadas, hace tiempo que quedaron olvidadas. "Es una lata, la verdad. No nací para ser carne de tabloide. Y sí, me casé con una modelo guapísima mucho más joven que yo y llegado el momento [hace poco más de tres años] nos separamos. ¿Me hace eso más interesante?".

Como consuelo le debería quedar haber logrado en 2008 el Premio Booker de todos los Booker, por su espléndida novela de 1981, Los hijos de la medianoche. Lo cual equivale a decir, si uno es de la clase de personas creyentes en los galardones literarios, que es autor de la mejor novela británica de los últimos 40 años, los mismos que hace que se entrega el premio. Nada mal para un pobre chico de Mumbai (hijo de un padre "estudioso del islam aunque escasamente creyente") que encarnó el primer aviso de uno de los temas de nuestro tiempo, la amenaza del islamismo radical. "Mi fetua resultó premonitoria, pero lo que vendría después resultó mucho peor".

Y como víctima... ¿Diría que Reino Unido ha estado a su altura en todo el asunto de la guerra contra el terrorismo? "Creo que Tony Blair es un tipo decente. No es amigo, debo de haber estado ocho, nueve, 10 veces con él. La tragedia de su vida es que cometió un gran, un colosal error y este se llamó Irak. Como literato que soy, me seduce lo shakesperiano del asunto. Es Macbeth, un hombre bueno al que le pierde algo que en el caso de Otelo eran los celos".

Dice y entonces se gira, coge la espada de Damocles por el filo, extrae un libro de Shakespeare de la granada librería y la conversación deriva hacia la vida y milagros del "tipo que tan pronto como en el siglo XVI lo escribió todo sobre todas las cosas".

El escritor angloíndio Salman Rushdie, en una imagen de 2008.
El escritor angloíndio Salman Rushdie, en una imagen de 2008.GETTY
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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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