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Entrevista:RICARDO PIGLIA | Escritor

"La gran tensión de hoy es la que enfrenta la narración con la información"

José Andrés Rojo

Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1940) participó ayer en el Festival VivAmérica con una intervención en la que se ocupó de una vieja conferencia del polaco Witold Gombrowicz. La particular manera de combinar el ensayo con la narración, la ficción con elementos de la realidad y de la propia vida son marcas de algunos recientes textos del escritor argentino, que ya provocó un terremoto en el mundo literario cuando publicó Respiración artificial, una novela que abrió nuevos caminos y que deslumbró en su día por su originalidad. Plata quemada, otra de sus novelas célebres (que llevó al cine Marcelo Piñeyro), mostró su habilidad para no encasillarse. Ahora, Piglia ha recuperado en Anagrama Prisión perpetua, que reúne dos novelas cortas que habían aparecido en Lengua de Trapo, y en Algunos son el dos (Delcentro Editor) ha reunido fragmentos de sus libros que ha ilustrado Justo Barboza, que expone estos días el resultado de este trabajo en la galería madrileña Centro de Arte Moderno.

"En autores como Borges, Bolaño, Vila-Matas..., el lector es ahí un personaje, y el mundo literario condensa a la sociedad entera"
"Se dice que los escritores han abandonado al gran público, pero no es verdad. Es el gran público el que los ha abandonado a ellos"

Pregunta. En su conferencia volvió sobre un viejo tema suyo, el del escritor como lector.

Respuesta. Creo que en la historia de la crítica los escritores han sido excluidos, como si no se ocuparan de reflexionar sobre la literatura. Me interesa reivindicar que no es así, que son muchos los que han sido grandes lectores.

P. ¿Cómo se acerca a esta cuestión?

R. Me interesa ver cómo el mundo literario ha entrado en la ficción. En autores como Borges, Bolaño, Vila-Matas..., el lector es ahí un personaje y el mundo literario condensa a la sociedad entera. El uso de las palabras, la preocupación por el dinero, las paranoias domésticas..., todo eso se concreta en la narración de las peripecias de los escritores.

P. ¿De qué casos concretos está escribiendo?

R. Me estoy ocupando de la conferencia como forma. Gombrowicz dio en Buenos Aires una contra los poetas que con el tiempo se ha convertido en un elemento de referencia en el mundo literario. Cuando ocurrió fue algo imperceptible. Luego aquello adquiere relevancia. Lo mismo pasa con una conferencia que dio Macedonio Fernández en la radio sobre el Quijote. O la de Borges en 1951 sobre el escritor argentino y la tradición.

P. ¿Por qué sus novelas son tan distintas?

R. Porque he intentado no repetirme. En Respiración artificial quise servirme de la novela negra. En La ciudad ausente probé a hacer una de ciencia-ficción. Plata quemada quiso reconstruir un hecho real. Ha habido siempre esa voluntad de experimentar. El lenguaje de Plata quemada, por ejemplo. Quise inventar un lenguaje que tuviera la violencia que tiene la trama del libro.

P. ¿Y de qué va la nueva novela que está escribiendo?

R. Aparece Renzi, un personaje recurrente en muchos de mis libros y cuenta una historia de amor. Se titula Blanco nocturno. E incorporo un antiguo interés por lo que significa escribir diarios.

P. Ya se había ocupado de esa cuestión...

R. En Prisión perpetua ya me ocupaba de un escritor de diarios. Me interesa mucho explorar cómo se cuenta la propia vida. Lo que se olvida, lo que se deja escrito, lo que se inventa. En mis diarios, no he encontrado casi referencias a sucesos que fueron decisivos y, en cambio, dedico muchas páginas a cosas que con el tiempo fueron intrascendentes.

P. ¿Es deliberada esa búsqueda de cruzar géneros diferentes?

R. Quise que El último lector se publicara en una colección de narrativa, aun cuando reúne textos que tienen vocación reflexiva. Quería ver qué pasaba, provocar una reacción. Me interesa la narración como una manera de argumentar. Los géneros se han metamorfoseado. Pitol, Bolaño, Rossi, Magris, Sebald, Berger..., son autores que han encontrado una voz convincente y a partir de ella escriben de lo que quieren. Ese tipo de literatura es el que ahora me parece más interesante.

P. ¿Cómo procede entonces en sus libros?

R. Bueno, hay un caso. Un personaje. Una cuestión que ocupa el lugar central. Existe una indecisión, y tratas de encontrar la manera de construir la verdad. Pero no he buscado este camino de una manera deliberada. Lo he ido encontrando. Seguramente, había otro elemento que me atraía: el de ponerse en riesgo.

P. ¿Qué lugar ocupa hoy la literatura?

R. Se dice que los escritores han abandonado al gran público, pero no es verdad. Es el gran público el que los ha abandonado a ellos, y se ha ido a las salas de cine o a ver televisión. Hubo una época en que la novela sintonizó de manera muy fuerte con la gente. Y recuperar esa sintonía sigue siendo el horizonte que persigue cualquier escritor. Lo único bueno de que el gran público se haya ido es que puedes hacer más experimentos.

P. ¿Qué le parecen los caminos que abren las nuevas tecnologías?

R. La gran tensión que se produce en nuestros días es la que enfrenta la narración con la información. La novela es un género que concentra la experiencia y el sentido y que implica profundamente al sujeto que lee. La información, en cambio, deja al sujeto fuera, lo convierte en espectador. Ha surgido así otro tipo de autoridad. Y está generando una sensación paranoica. Es tal la cantidad de información que siempre parece que falta un dato y que, por tanto, estás desinformado. Lo positivo de las nuevas tecnologías es que, al favorecer la intervención de las personas, los vuelven a convertir en sujetos. Ése es el camino más estimulante. Y, curiosamente, fue Borges el que ya se adelantó para revelar estas modificaciones técnicas.

Ricardo Piglia, el martes en Madrid.
Ricardo Piglia, el martes en Madrid.ULY MARTÍN
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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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