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57º Festival de Berlín

De la guerra del Líbano a la batalla de las Termópilas

Israel le pone rostro a la guerra en 'Beaufort' y se presenta fuera de concurso la adpatación del cómic '300'

La guerra del Líbano ha entrado en la Berlinale con el pretendidamente apolítico film israelí Beaufort, mientras que Alemania ha llevado a concurso una espectral Yella, ante la que el mejor refugio ha sido 300, la película basada en el cómic de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas.

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'300' recrea una nueva versión de la batalla de las Termópilas

El director israelí Joseph Cedar le ha puesto rostro a la guerra con una película centrada en lo que fue un trauma nacional: la retirada, en 2002, de Beaufort, la fortaleza levantada sobre la montaña que en 1982 había conquistado el Ejército israelí. "No hay un mensaje político, lo evitamos deliberadamente, porque la intención es reflejar los miedos y ansia de supervivencia de unos soldados, los últimos, en Israel o en cualquier otro país del mundo", ha explicado Cedar tras la proyección del film.

Ha completado la jornada a competición Yella, un exponente del cine más espectral que pueda dar de sí Alemania, en la forma y el fondo. Christian Petzold, que dos años atrás compitió con Gespenster, ha regresado a lo fantasmagórico alrededor de una muchacha que, junto a un marido violento que se salta una orden de alejamiento, acaba en el fondo de un río cuando sale en pos de nuevos horizontes. Nina Hoss trata de dar vida en pantalla a lo que claramente es una zombi, que se mueve entre zombies y que forma tándem con un chantajista de empresarios en bancarrota. O sea, más zombies.

Yella ha arrancado algún aplauso de los medios alemanes y deseos de huida a los internacionales, con poca paciencia para espectros alemanes.

300, fuera de competición, ha sido la válvula de escape para una Berlinale algo desangelada. La película dirigida por Zack Snyder, basada en un cómic de Frank Miller sobre tres centenares de guerreros espartanos capitaneados por Leónidas contra las tropas del rey persa Jerjes, ha dado oportunidad de asistir a una filigrana entre la digitalización y los actores de carne y hueso.

Mucha batalla, mucha sangre, mucha extremidad sesgada por cualquier espada y saltando por los aires, pero también mucha vitalidad, contrastando con una jornada a competición triste.

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