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Reportaje:

La guerra es asunto de hombres

El Reina Sofía se descubre ante Nancy Spero, pionera del arte feminista - Borja-Villel debuta con 'Disidenzas' como comisario en el centro que dirige

Era un mundo de hombres. El expresionismo abstracto que puso patas arriba el arte moderno en los años cincuenta no era para Nancy Spero (Cleveland, Ohio, 1926). Pertenecería por edad a esa generación, claro, pero nunca le interesó la escuela en la que reinaron creadores como Pollock o De Kooning. Representaba en realidad muchas de las cosas que ella más ha despreciado a lo largo de su vida. El puro juego de las formas y los colores, sin ir más lejos, nunca ha interesado a esta pionera del feminismo. Más bien al contrario, el dolor, la crueldad y, siempre, la guerra, vistos como puros inventos masculinos, son los temas que ocupan la extensa trayectoria de esta mujer a la que a partir de hoy el Museo Reina Sofía consagra la exposición antológica más importante hasta ahora dedicada a su figura en Europa.

En la obra plástica de Spero los penes aparecen como armas mortíferas

Spero no ha podido viajar a Madrid debido a la enfermedad degenerativa que sufre desde sus años de juventud, aunque Manuel Borja-Villel, director del museo y por esta vez comisario de la exposición, no descarta que la artista efectúe un viaje sorpresa. Borja-Villel programó la muestra cuando aún estaba al frente del MACBA de Barcelona. Y con ella, debuta como comisario en el centro madrileño que dirige desde el pasado invierno. Asegura que con esta iniciativa ha querido "que se reconozca la importancia de una artista de primera fila, fundamental para el arte contemporáneo". Una elección que no desentona, desde luego, con la visión, alejada de las obviedades, que Borja-Villel tiene para el Reina Sofía del futuro.

Organizada en orden cronológico, las 178 piezas que se exponen están agrupadas bajo el nombre de Disidenzas. La propuesta del recorrido es como si se leyera un libro. Y el título de la muestra hace referencia a los aspectos fundamentales de su obra: su carácter crítico y contestatario con la situación político-artística que le ha tocado vivir. Todo ello, unido al movimiento del cuerpo como la mejor forma de expresión.

Su forma feminista de entender la pintura se puede ver en el soporte e incluso el formato de las piezas que utiliza. En la década de los sesenta, decidió que el lienzo con el que entonces trabajaba era un soporte masculino que la excluía de un mundo inventado por los hombres. Se inclinó así por utilizar el papel, un material que consideró más frágil y delicado. El cuerpo de la mujer le sirvió desde entonces para enmarcar sus más crudas denuncias.

Su necesidad de desligarse de los expresionistas abstractos fue tal que en esa misma década decidió instalarse en París junto a su marido, el también pintor Leon Golub, y sus dos hijos. En la capital francesa incorporó a sus papeles lo que ella llamó lirismo figurativo, inspirado en textos de Antonin Artaud. Eran obras, Black paintings, en las que hablaba de la noche, la maternidad o los amantes. Quería transmitir la idea de una persona y de la soledad ante su propio destino.

De vuelta a Nueva York, la guerra de Vietnam pasa a protagonizar sus trabajos. Pinta la serie War y en ella da rienda suelta a su brutal oposición al conflicto a través de metáforas sobre la obscenidad y la violencia del poder: largas y gruesas lenguas salen de las caras de los responsables de esas guerras. Hay gigantescos hongos que sirven de paraguas a miserables defecantes. Los penes aparecen como armas mortíferas y los helicópteros descargan sacos de vómito sobre las víctimas.

La militancia feminista de Spero se hace especialmente patente en la obra Torture of women: pieza de 14 paneles horizontales de 38 metros de largo en la que mezcla imágenes, citas y testimonios de las torturas sufridas por mujeres en países latinoamericanos con regímenes dictatoriales. Realizó este proyecto en colaboración con Amnistía Internacional. Después vendrían más trabajos de pura protesta. A partir de los ochenta, su discurso se suaviza y se centra más en el dolor crudo. Es, al igual que la mexicana Frida Kahlo, un reflejo de la insoportable convivencia con la enfermedad que, con los años, se vuelve más amenazadora y cruel.

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<i>A cycle in time </i>(1995), instalación de Nancy Spero en el Reina Sofía.
A cycle in time (1995), instalación de Nancy Spero en el Reina Sofía.BERNARDO PÉREZ
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