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Reportaje:

"La incorporación de los valores religiosos a la política es peligrosa"

Felipe González y Juan Luis Cebrián debaten en la Universidad de Brown

Antonio Caño

"Gane quien gane las elecciones, Estados Unidos no podrá irse de Irak. Si se fueran tan irresponsablemente como entraron, sería una catástrofe, no sólo para Irak, sino para Estados Unidos y toda la región", afirma Felipe González en la Universidad de Brown, en Providence (Rhode Island).

González cuenta que durante la primera guerra del Golfo hablaba cada sábado con George Bush, padre. "¿Saben ustedes que ahora los presidentes de Estados Unidos y del Gobierno español no se hablan?", pregunta Juan Luis Cebrián en el mismo foro. "No es que no se amen, que eso no importa. No tienen por qué amarse. Lo grave es que no se hablan. A mí esto me parece una extravagancia".

"Durante mi Gobierno", interviene González, "yo intenté que las relaciones con Estados Unidos dejaran de ser un problema español para que fuera sólo eso, un asunto bilateral. Y creo que lo habíamos conseguido hasta que llegó a La Moncloa otro vigía de Occidente. Ahora hemos vuelto a hacer de la relación bilateral un problema interno español".

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"Creo que eso es una explicación demasiado intelectual sobre la cuestión", opina Cebrián. "Creo que el pueblo español, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, tiene una pulsión antiamericana".

Este diálogo, sostenido el pasado miércoles, entre el ex presidente del Gobierno español y el empresario y periodista Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA, es el adelanto de un libro, un largo debate sobre diferentes problemas de la actualidad, que ambos quieren culminar este verano. Será algo así como la continuación del publicado con la firma de ambos hace siete años, El futuro no es lo que era.

Y el futuro ha resultado ser, mayormente, como nadie esperaba. De eso hablaron González y Cebrián en Brown, en el marco de un congreso organizado por el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad en memoria de Jesús de Polanco, uno de los pocos españoles doctor honoris causa de esta institución, en reconocimiento a su contribución al proyecto transatlántico, entendido éste como un campo de comunicación entre España, América Latina y Estados Unidos utilizando el idioma español como instrumento. En el congreso participaron en distintas sesiones destacados dirigentes políticos e intelectuales latinoamericanos, como el ex presidente chileno Ricardo Lagos, el ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, o el escritor mexicano Carlos Fuentes.

El debate entre González y Cebrián resultó ser una buena muestra de lo que su libro puede acabar siendo. Muchas coincidencias de puntos de vista, muchas preocupaciones compartidas, pero también discrepancias.

"¿No te parece que es un cinismo que se critique la conexión entre religión y política en el mundo islámico, cuando en España, por ejemplo, los próximos ministros van a jurar su cargo con un crucifijo al lado?", pregunta Cebrián. "¿Te parece racional que la escuela pública enseñe religión? ¿Se tiene ahora que enseñar religión islámica además de la católica? ¿No sería más racional que no se enseñara ninguna?".

"El culto a la razón de Juan Luis Cebrián es superior al mío. Lo admito", contesta González. "Creo que es más racional, pero creo que no es incompatible con la definición laica de la enseñanza".

"Yo creo que este Gobierno debería denunciar los acuerdos con la Santa Sede ya", opina el primer director de EL PAÍS. "Sí, yo pienso que los acuerdos con la Santa Sede son preconstitucionales", coincide el ex presidente. "A mí no me estorbaron porque nadie me pidió que violentara la Constitución en nombre de esos acuerdos. Pero eso ha cambiado drasticamente en los últimos cuatro años".

El problema sobre la relación entre la religión y la política no es, obviamente, exclusivamente español. De hecho, según explicaron ambos en su debate en Brown, es un asunto que está en el corazón del conflicto internacional desatado por los ataques del 11 de septiembre de 2001, donde los autores del libro fijan el nacimiento del siglo XXI.

"La incorporación de los valores religiosos al debate político encarna un peligro muy serio. Mira el caso de Sarkozy, que está tratando de cambiar la historia de Francia poniendo en duda que la laicidad sea uno de los pilares del régimen moderno", observa Juan Luis Cebrián.

"La religión introduce en la política el factor del valor absoluto. Con eso se puede tener incluso la legitimidad de matarte para salvar tu alma, para sacarte de tu error", añade Felipe González.

La religión es, como explica el académico y periodista, uno de esos signos de identidad, como la etnia o la raza, que se esgrimen hoy peligrosamente como alternativa o en contra de los valores de la Ilustración. "En nombre de esa identidad se establece la objeción de conciencia frente a leyes votadas en un Parlamento democrático", dice.

"Los valores identitarios", insiste el ex presidente, "no se pueden transformar en derechos porque volveríamos a una etnicidad exclusivista".

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