_
_
_
_
_

El individualismo de Josep Font cierra la alta costura

"El desfile es un catálogo de mis obsesiones", dice el creador

Eugenia de la Torriente

El estreno en la alta costura, anoche en París, de Josep Font fue escrupulosamente fiel al ideario del individualista diseñador catalán. "Es un Font multiplicado por tres, un catálogo de mis obsesiones", explicaba antes del desfile. Plantas trepadoras, guiños españoles, mucha poesía y apuntes circenses. Rojos contra fucsias, verde lima surcado por escamas de azabache. Lo de siempre, pero a lo grande. Con exquisitos materiales y elaborados apliques.

"No hacemos esto como negocio, sino para demostrar que hay talento"
Más información
Gloria a Valentino, segunda parte

Amplificar el discurso que el diseñador de 42 años lleva hilvanando desde el principio de los noventa tiene todo el sentido si se considera que el objetivo de esta aventura no es otro que el de la imagen. Ninguno de los 16 vestidos que desfilaron ayer por una antigua sala del Louvre presidida por una claraboya, obra de Gustave Eiffel, se venderá. De hecho, entre los 300 invitados no había potenciales clientes. El objetivo eran los periodistas y unos cincuenta compradores internacionales que, se supone, así verán de otra forma las líneas comerciales. "No hacemos esto porque vaya a ser un negocio, sino para demostrar el talento de un creador", argumentaba Carmen Ayats, propietaria de la firma.

Un espectáculo que sale caro. Alrededor de 12.000 euros cuesta producir cada una de las piezas. A las que se han dedicado 12 personas ("gente de escuelas, amigas de nuestras costureras") durante cuatro meses. Y eso que Font borda él mismo casi la mitad de la colección. Luego está el coste de la organización, que ronda los 120.000, según Ayats. A diferencia de lo que ocurre con los desfiles en Cibeles, casi todo sale de su bolsillo, con la ayuda de una subvención del ICEX. Las exportaciones suponen el 25% de su negocio y son la razón de ser de la tienda en París, que "funciona regular, pero es fundamental para la visibilidad internacional".

En todo caso, no sólo hace falta el dinero para estar en el calendario oficial de la alta costura, cuya temporada de primavera / verano terminó ayer. Sólo se puede acceder por invitación de la Federación francesa a través de un proceso francamente enrevesado. Complacidos por las dos últimas colecciones de prêt-à-porter de Font, que desfilaron en la capital francesa, decidieron arriesgarse con él. "La invitación es por una temporada y la extendemos a creadores que nos parecen sólidos y con un aura de costura", según Didier Grumbach, presidente de la institución. "Este año hemos recibido 50 solicitudes y hemos aceptado cuatro".

Anoche, Font ingresó en una selecta liga, en la que, sin duda, juega con armas más modestas que grandes como Valentino o Galliano. Y en la que históricamente ha habido pocos españoles, los del exclusivo club al que pertenecen Balenciaga, Rabanne o Pertegaz. Ante tal reto, Font demostró ayer valentía. Y fidelidad a sí mismo.

Modelo de la colección de Josep Font, en París.
Modelo de la colección de Josep Font, en París.AFP
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_