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La industria musical se asoma al abismo

Los índices de piratería en España crecen sin freno y doblan ya la media europea

Daniel Verdú

Nadie es capaz ya de ver la profundidad del abismo al que se precipita la industria musical española. Desde 2001, el dato que se conoce cada mes de enero es peor que el anterior. De hecho, la caída acumulada suma ya alrededor de un 80% desde entonces. Esta vez se ha hundido un 21% más, según la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI). Piratería, crisis y una cierta falta de adaptación a los tiempos han convertido 2010 en una pesadilla para los que viven -o malviven- en este país de la venta de música. Para bien o para mal, a la espera de la aprobación de una ley, 2011 puede ser para muchos el último año de calvario. Aunque sea por liquidación.

La IFPI señala en su informe anual (Digital Music Report) a la piratería y a las redes P2P, cómo no, como principales responsables del desastre. De hecho, en el capítulo especial que dedica a España subraya en rojo que el 45% de los internautas en nuestro país usa frecuentemente webs de descarga de contenidos musicales no autorizados. Es el mayor porcentaje del mundo, el doble de la media del 23% europea y a poco de Brasil (44%), el segundo clasificado. El informe advierte que la ley Sinde no será suficiente para atajar el problema de las redes P2P; pero ayer su responsable ejecutiva, Frances Moore, aprovechó para criticar el papel del Gobierno español y su "lentitud": "Tenemos grandes dificultades para que apoyen nuestras propuestas".

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La industria y los artistas españoles están preocupados, pero mientras esperan el desenlace del culebrón de la ley Sinde, reconocen ya que todo pasa también por remodelar el negocio. "Creemos que el modelo son sistemas como el de Spotify. Pagar una cuota mensual por tener un acceso permanente a toda la música en formato de calidad y en cualquier lado. En Suecia, por ejemplo, han conseguido que las tarifas de publicidad en este tipo de espacios sean las más caras", explica Antonio Guisasola, presidente de Promusicae. "Pero con estos datos, quizá lo más preocupante es la caída de los artistas noveles. En dos años no ha habido ninguno en el top 50. Se les está cerrando la puerta porque para crear un artista nuevo hay que invertir y arriesgar mucho más", añade.

Entre 2003 y 2010, la presencia de discos de músicos debutantes se redujo en un 77% en las listas de ventas de todo el mundo. Pero tampoco les va tan bien a los consagrados. En 2004, un número uno vendía en España unos 26.000 discos por semana. Ahora esa hazaña se cifra en unos 6.000.

Más allá de que la canción más descargada de 2010 fuera Tik Tok, de Ke$ha (12,8 millones de veces) o que ya existan 13 millones de canciones en catálogo digital, el documento señala también que, pese a que la compra de música por Internet ha crecido hasta convertirse en el 26% del negocio, el 95% de las descargas mundiales siguen siendo ilegales.

En la industria, muchos señalan ya a las telefónicas como los únicos protagonistas de esta historia que se están yendo de rositas. Ya sea porque se benefician de las descargas sin pagar nada o porque no quieren limitar este tipo de consumo. De hecho, los principales operadores españoles de acceso a Internet, agrupados en la asociación Redtel (Ono, Orange, Telefónica y Vodafone) se oponen a la ley Sinde y rompieron las negociaciones para pactar una posible autorregulación del sector.

Desde la UFI, la asociación de discográficas independientes de España, también creen que las telefónicas tienen la llave en el conflicto. "Hemos propuesto modelos de negocio a empresas como Ono o Telefónica para que hicieran una banda ancha diferenciada y poder bajar música a cambio de una cuota. Es la solución que se ha implantado en Irlanda y puede funcionar", explica su presidente, Mark Kitcatt. Además, en un arrebato heroico y para paliar uno de los problemas de los compradores de discos -cada vez es más difícil encontrar lo que se busca en las tiendas-, la UFI acaba de abrir un local en Madrid en el que está disponible todo el catálogo de los asociados. Más que para ganar dinero, dicen, "para hacer visible la música".

Otra forma de mostrarla (cada vez más músicos lo hacen obligados por el famoso contrato 360º) es la de la gira. Pereza se pateó todos los rincones de España en 2010. "Yo no sé cuál es la solución. Quien quiera estar en la música, al final será por la pasión y contra viento y marea. Lo único que nos queda es el directo. Ahí podemos sobrevivir y es una experiencia que no se puede piratear. Cuanto mejor directo tengan, mejor aguantarán. Ha pasado durante 100 años", explica Rubén Pozo, guitarrista de la banda, que dice que ya solo compra lo que le encanta y el resto, por Spotify.

Interior de una tienda de discos en el centro de Barcelona, ayer.
Interior de una tienda de discos en el centro de Barcelona, ayer.MARCEL·LÍ SÀENZ
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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.
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