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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La influencia de los recuerdos

A través de una narración que es un entramado de vueltas hacia atrás, un profesor inglés de historia consigue que se interesen por su vida incluso los peores alumnos de un instituto en la norteamericana ciudad de Pittsburg, pero también que le denuncien por no atenerse al programa, por narrar historias con demasiado sexo, y le expulsen.Basada en la atractiva novela homónima de Graham Swift, El país del agua es una apreciable película con una interesante estructura narrativa y una buena historia que demuestra la fuerza de los recuerdos. La novedad de su estructura reside en que al contar su historia el profesor a sus alumnos no sólo consigue introducirse él en sus propios recuerdos, sino incluso arrastrarles a ellos. Y la bondad de la historia consiste en cómo unos actos realizados al final de la adolescencia, en la lejana y magnífica región inglesa de Fens, repercuten en la vida actual.

Waterland

Director: Stephen Gyllenhaal.Guionista: Peter Prince. Fotografía: Robert Elswit. Música: Carter BurweIl. Reino Unido, 1992. Intérpretes: Jeremy Irons, Sinead Cusak, Grant Warnock, Lena Headey, Cara Buono. Estreno en Madrid: Pompeya, Vaguada, Albufera, Colombia, Rosales (versión original subtitulada).

De esta forma, la historia, que se sitúa en 1972 en Pittsburg, entre el profesor y su mujer, y la ambientada en plena II Guerra Mundial, en Fens, entre ambos personajes jóvenes están perfectamente interrelacionadas, una es consecuencia de la otra, para formar un todo armónico, de una gran coherencia interna, que además hunde sus raíces en las vivencias de los padres y abuelos del protagonista.

Gracias a un hábil guión de Peter Prince, que da agilidad a la narración con su peculiar estructura y logra que en ningún momento el espectador pueda extraviarse por sus múltiples meandros, sino quedar cada vez más atrapada por su hábil desarrollo dramático, El país del agua se convierte en una producción con un gran atractivo. Sin olvidar el buen trabajo del realizador norteamericano Stephen Gyllenhaal, que, como ya demostró en Paris Trout, es un perfecto recreador de historias ajenas extraídas de buenas novelas, apoyadas en sólidos guiones.

Como suele ocurrir en las mejores producciones británicas, también en El país del agua el trabajo de los actores merece especiales elogios. No sólo porque Jeremy Irons, como suele ser habitual en él, confirma una vez más que es uno de los mejores actores de su generación y engrana bien con Sinead Cusak, su mujer en la vida real, sino muy en especial por el excelente trabajo interpretativo realizado por los jóvenes Grant Warnock y Lena Headney, que encarnan a la pareja protagonista en su adolescencia.

Gracias al sólido trabajo de todos ellos, la historia de cómo una adinerada familia de cerveceros de Fens se arruina poco después de la Gran Guerra, el incestuoso abuelo tiene un hijo con su hija, su otro nieto deja embarazada a la chica más guapa de la zona durante la II Guerra Mundial y al abortar queda incapacitada para tener hijos y con el tiempo se convierte en otro loco más de la familia, El país del agua gana gran fuerza interna que hace que sus personajes se conviertan en auténticos seres de carne y hueso, sus problemas dejen de ser privados y adquieran cierta universalidad.

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