"Me interesa la esencia del totalitarismo, sea vasco o sueco"

El temperamento de Unai Elorriaga (Ondárroa, Vizcaya, 1970) se asemeja a primera vista a su escritura. Esa prosa esencial y poco dada a los artificios que le valió el Premio Nacional de Narrativa en 2002 por su debú, Un tranvía en SP, se ajustan a su aspecto y al modo en que se conduce. Pide una botella de agua mineral y un lugar con poca luz en una tarde opaca y lluviosa como todo requisito para hablar de Londres es de cartón (Alfaguara), su nueva novela, recién editada. "Uno de los retos a la hora de sentarme a escribirla fue evitar los maniqueísmos", asegura. En la obra, Elorriaga propone la memoria como el antídoto más eficaz contra los regímenes totalitarios. Y se permite la licencia de incrustar una pequeña novela negra que navega entre Agatha Christie y Charles Dickens.
"La reflexión sobre una dictadura debe ir más allá de discursos simplistas como el de Bush cuando se refería al eje del mal. Ni en la guerra, ni en el arte o la política hay únicamente buenos y malos", añade.
La concesión al vasco Kirmen Uribe del Nacional de Narrativa a una obra en euskera (Bilbao-New York-Bilbao) recordó recientemente al éxito inesperado de Elorriaga. También reavivó la polémica sobre si una obra inédita en español puede recibir esa distinción. "Las críticas a algo así sólo se sustentan en la ignorancia". Las novelas aspirantes al premio pueden estar escritas en cualquiera de las "lenguas del Estado español, conforme van avanzando las reuniones del jurado se hacen traducciones", asegura. "De tal forma que cuando se otorga el premio, sí hay una versión en español. De otro modo, el jurado no habría podido leer la totalidad de las obras".
¿Hay alguna alusión al nacionalismo vasco en Londres es de cartón? "No, quise alejarme de ese paralelismo. Mi intención fue trazar la esencia del totalitarismo, bien pueda ser en Suecia o en el País Vasco".
En la cabeza de Unai Elorriaga ya ronda el material para una nueva novela. Cree que estará dividida en tres partes. Y parte de una fijación: "Hace un tiempo me persigue la escena de una mujer huyendo hacia un hospital, no tengo claro de qué ni por qué", apostilla.
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