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La ladrona más amable de Santa Sofía

Una turista norteamericana devuelve varias piezas de un mosaico que se había llevado hace 50 años

Cuando Eliza B. Chrystie volvió de sus vacaciones en Turquía hace cinco décadas, se trajo en la maleta algo más que los típicos recuerdos del Gran Bazar. La joven había aceptado 11 teselas de un mosaico del siglo VI que los trabajadores de Santa Sofía le regalaron y que guardó en su casa durante 55 años. Pero lo que en principio parecía una buena idea comenzó, con el devenir de los años, a causarle grandes remordimientos e incluso pesadillas. Por eso, en septiembre de este año convenció a su hermana para que la acompañara a Estambul a devolver su pequeño tesoro particular.

Quien cuenta la historia no es la turista norteamericana, sino Adil Birsen, un joyero del Gran Bazar a quien la anciana entregó las teselas doradas. Según relató Birsen al diario turco Radikal, "las dos ancianas llegaron a mi tienda buscando un collar". No se pusieron de acuerdo en el precio, pero consiguieron que el joyero les ayudara en algo diferente. "Las señoras estaban muy avergonzadas para acudir a las autoridades" explicó Birsen, quien se ocupó personalmente de devolver los mosaicos al museo de Santa Sofía.

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Que Birsen no intentara revender este pequeño tesoro a otros turistas es una muestra, según la dirección de Santa Sofía, de "cómo ha aumentado la concienciación de los turcos sobre su patrimonio cultural". ¿Recibió el joyero alguna recompensa por su buena acción? La pregunta parece ofender a los encargados del museo: "No. ¿Cómo se iba a quedar con algo que no era suyo?". Y sin embargo el edifico más emblemático de Estambul tiene una larga historia de saqueos que aún hoy levanta ampollas.

El primer gran robo ocurrió durante la Cuarta Cruzada. En 1204, Santa Sofía fue saqueada por los soldados del Papa que se hicieron con el oro que engalanaba las puertas de la basílica, los mosaicos y las piedras preciosas del interior. Para tener una idea de la majestuosidad con la que lucía la iglesia durante el Imperio Bizantino, solo hay que acercarse a la Iglesia de San Marcos de Venecia, a donde fue a parar gran parte del botín.

Pero no fue este el saqueo que más escuece a los turcos. Al fin al cabo todavía no habían conquistado Constantinopla. El robo más famosos ocurrió en el siglo XIX, durante la restauración de la tumba del Sultan Selim II, que descansaba en la entonces mezquita. La cerámica de la tumba viajó hasta Francia pare ser restaurada y nunca fue devuelta. En su lugar se envió un copia y los originales pasaron a engrosar los tesoros del museo del Louvre con el nombre de los Azulejos de Iznik.

La devolución de esta cerámica es uno de los muchos contenciosos que el ministerio de Cultura y Turismo turco mantiene con museos y coleccionistas de medio mundo. Gracias a sus esfuerzos, 4.519 piezas robadas han sido devueltas al país desde 1998. Pero todavía queda mucho por reclamar. Según aseguran los expertos, lo más difícil es pactar la devolución de reliquias, como la de Papá Noel. Y es que al contrario de lo que se podía pensar, San Nicolás no era un bondadoso anciano de barba blanca y prominente barriga. Más bien era un obispo de piel tostada, procedente de una familia adinerada del Sur de Turquía. Sus restos, que ahora se encuentran el la ciudad italiana de Bari, fueron sacados a escondidas por los cristianos tras la invasión musulmana de Anatolia.

Ni los cruzados, ni los franceses, ni los cristianos, tuvieron remordimientos para llevarse de Turquía algunos de sus tesoros. Sin embargo, la anciana Eliza confesó al joyero que no podría "vivir en paz" hasta devolver estos azulejos. ¿Qué tendrían estas 11 teselas para producirle tales pesadillas y desasosiego? Para saberlo tendremos que esperan un poco. "Hay tantos azulejos de estas características que todavía no hemos descubierto a qué mosaico pertenecen", confiesa una especialista del museo que cuenta que la dirección expidió un recibo de devolución a la anciana. Su seguro para tener dulces sueños.

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