_
_
_
_
_

El loco experimento de Frankenstein resucita sobre el escenario

Gustavo Tambascio estrena una obra raramente representada en teatro

Entre 1821 y 1931, la criatura surgida del laboratorio del doctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley solía cobrar vida sobre los escenarios teatrales. Pero su salto al cine, en la inolvidable versión de James Whale, convirtió en los años treinta al monstruo en icono, en un personaje del imaginario colectivo asociado al celuloide. Y provocó su práctica desaparición de las salas de teatro. Con excepciones: su último paseo por las tablas se inicia hoy (hasta el 4 de abril) en los Teatros del Canal de Madrid.

A este escenario llega una nueva versión dirigida por Gustavo Tambascio. Propone una lectura del clásico de Shelley tan cercana al original que termina por resultar novedosa. Durante décadas han sido más habituales las interpretaciones parciales del clásico de la literatura de terror. Aquellos que no conozcan la novela se encontrarán con aspectos apenas divulgados, como el despertar de la poderosa inteligencia en la criatura, sus amargas reflexiones o la desesperación vital y filosófica del doctor Frankenstein. "Ello no quita que los aspectos más legendarios del mito de Frankenstein y su monstruo, alimentados por la factoría Universal, también estén presentes, de modo que la obra bascula permanentemente entre la reflexión y el thriller gótico; entre la meditación y el horror romántico", asegura el director.

El montaje recoge el debate entre ética y ciencia ya planteado en 1816

La versión de Tambascio tampoco evita el debate entre ética y ciencia. En ella, subyacen asuntos eternos como la resurrección, y otros más actuales como la clonación o el trabajo con células madre. Su aportación se plasma en una discusión intelectual planteada entre varios personajes (un anarquista, un conservador, una feminista y un científico que observan y narran el desarrollo de la trama).

Una trama que conserva sus esencias literarias. El cuento nació durante un viaje de los Shelley a Suiza en 1816. La hermanastra de Mary Shelley mantenía una relación amorosa con Lord Byron y éste retó al matrimonio Shelley y a su médico a que cada uno compusiera una historia de terror. Ahí nació el germen de un clásico que recoge las investigaciones de Galvani y Erasmus Darwin sobre el poder de la electricidad para revivir cuerpos ya inertes. Algo sin duda visionario, "que anticipó el concepto de los desfibriladores cardiacos", señala Tambascio. El director asegura que no se ha limitado a plantear una obra de tesis. "También hay horror gótico, gran guiñol y bastante humor".

El papel del monstruo está interpetado por un actor especializado en seres extremos, Javier Botet (fue Niña Mediros en REC1 y REC2) que encarna a la criatura en sus primeros pasos -José Luis Alcedo toma el relevo cuando el monstruo se hace culto e inteligente-. Víctor Frankenstein es Raúl Peña y el doctor Waltman, la cabeza pensadora que introduce a Frankenstein en el galvanismo, es Emilio Gavira. Completan el elenco Eduardo Casanova (Fidel, en Aída), entre otros actores y el músico Álvaro Alvarado. La imagen visual del montaje la han asumido el escenógrafo Ricardo Sánchez Cuenca y el figurinista Alejandro Andújar.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_