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Reportaje:

El logo de la discordia

La imagen de Londres 2012 provoca una catarata de críticas en el Reino Unido. Trias y Mariscal, creadores de Barcelona 92, la elogian

Pocas veces un logotipo ha producido tanta polémica como el de Londres 2012, desvelado el lunes en medio de un debate que confirma la trascendencia que tienen los Juegos Olímpicos como depositarios del orgullo nacional. En estos tiempos, el diseño tampoco es ajeno a estas cuestiones de orgullo.

Durante los próximos cinco años, Londres estará extremadamente asociado al logotipo de los Juegos, imagen corporativa que inundará el mercado económico y mediático. Los Juegos Olímpicos han trascendido cualquier idea deportiva para convertirse en el acontecimiento popular más importante del mundo, y quizá el de mayores consecuencias políticas y económicas.

Cuando Londres, París, Madrid, Nueva York y Moscú se presentaron a la elección de la sede de 2012, se proclamaron los Juegos como la cima del prestigio planetario. Ganó Londres en un fascinante ejercicio de convicción y estrategia política. Desde aquel 6 de julio de 2005, el nuevo logo es lo más visible del trabajo de los organizadores. Si tiene éxito o no, lo dirá el tiempo, como ha ocurrido en ediciones anteriores. El diseño acompaña a los Juegos Olímpicos casi desde sus inicios, pero su importancia ha crecido exponencialmente desde Tokio 64. En algunos casos, su trascendencia es irrebatible. El logotipo de Múnich 1972 y los maravillosos pictogramas de Otl Aicher figuran todavía como un ejemplo de eficacia, belleza y sencillez. Lo mismo ocurre con el diseño del norteamericano Lance Wyman, cuya colaboración con el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez introdujo sin complejos la estética del pop-art en los Juegos de México 68. O el diseño de Josep María Trias para los Juegos de Barcelona 92, un logo alejado de las formas geométricas anteriores, destinado a exportar una idea mediterránea del acontecimiento, estela que siguieron Sidney 2000 y Atenas 2004.

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Resulta frecuente la controversia en la elección de logotipos y mascotas -el denostado y muy kitsch Naranjito del Mundial de 1982 cumple 25 años y no hay manera de borrarlo de la memoria-, pero también es cierto que en ocasiones los diseños más criticados acaban por triunfar sobre los críticos. A la vista de las reacciones en el Reino Unido, se podría pensar en un fracaso rotundo. El logo de Londres 2012 ha causado un enorme revuelo en el Reino Unido y ha provocado una catarata de críticas en los medios y reacciones adversas de lectores y televidentes. Ayer a media tarde se habían recogido 41.789 firmas en apoyo de una resolución que pide que el logo sea cambiado. El diseño, que se basa en la cifra 2012 y parece aludir a un atleta a punto de arrancar una carrera, es obra de la agencia Wolff Olins -responsable del último diseño de Movistar, que también tiene entre sus clientes a E.ON, Tate, General Electric Orange, el British Council, Repsol, Renault y Unicef- y recuerda estéticamente y en sus colores a un dibujo de graffiti.

Las críticas se basan en la estética -la inmensa mayoría de los oponentes creen que es feo-, en la agresividad que destila e incluso en cuestiones de salud. Los destellos de la versión animada, con repentinos cambios de color precedidos de una especie de parpadeo, han provocado problemas a una veintena de personas que padecen un tipo de epilepsia llamada fotosensible. La controversia también tiene carácter político: a algunos ciudadanos el logo de Londres 2012 les recordó de inmediato la cruz gamada de la Alemania nazi. No faltan las quejas por el precio del diseño, unos 600.000 euros. La BBC ha recibido docenas de propuestas alternativas, desde las que se basan en la bandera británica y recuerdan diseños de entreguerras a dibujos infantiles, parodias del logo de Wolff Olins a una excepcionalmente simple basada en el logo del metro de Londres.

Sin embargo, Josep María Trias, creador del logo de Barcelona 92, considera que la imagen de Londres 2012 es un ejemplo de la creatividad de la capital británica, tanto por su estética contemporánea como por su ruptura con modelos anteriores. "El logotipo de Londres me parece una propuesta muy interesante. No me extraña porque los ingleses siempre están atentos a las innovaciones creativas. Me parece lógico que quieran imprimir un nuevo estilo. Todo lo que viene de Londres tenemos que verlo con respeto. Seguro que generan un estilo gráfico innovador". Trias considera que Londres pone fin a un ciclo de 20 años, como Barcelona cerró el periodo de Múnich 72. "Para mí está claro que es Múnich 72, Barcelona 92 y ahora Londres 2012. Cada 20 años se produce la misma evolución. Y en medio de estas fechas hay más o menos seguidores de estas líneas, combinándolas o apostando por una o por otra".

Ahora el logotipo de Londres parece que vuelve a romper. Ya no se trata de la vena artística y lúdica, sino de una propuesta más tecnológica y global.

Javier Mariscal, creador de Cobi, la mascota de los Juegos de Barcelona 92, coincide con Trias en su opinión favorable. "El logotipo de Londres me parece muy chulo. Me gusta porque tiene mucha identidad y porque la primera vez que lo ves ya no lo olvidas. Además, es rupturista. Rompe con lo que había y, además, te obliga a hacer un esfuerzo para poder leerlo, y eso siempre es agradable porque el cerebro dice: ¡mira qué listo soy: me he dado cuenta de que estas manchitas hacen referencia a Londres! Es dinámico, sugiere un acontecimiento, algo en movimiento. Y tampoco entra en los tópicos de los Juegos Olímpicos y los deportes y los chicos que corren en calzoncillos...". Sin embargo, Mariscal no ahorra calificativos para criticar el logotipo de los próximos Juegos de Pekín: "No tengo ni idea de cómo era, o sí, casi lo había olvidado. Es una imagen sin personalidad, puro estándar".

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