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Reportaje:

La lucha de las dos Alemanias por inventar su futuro

Una exposición recrea la arquitectura entre 1949 y 1989 de un país dividido

En la imagen, la ciudad devastada y unas mujeres (ni un solo hombre: habían muerto) retirando lo único que queda después de una guerra, los escombros. Es una de las fotografías que abre la exposición Dos arquitecturas alemanas 1949-1989, que supone la primera tentativa histórica de revisar cómo un país dividido, Alemania -la República Federal (RFA) y la Democrática (RDA)-, afronta su reconstrucción sobre las ruinas de la II Guerra Mundial hasta su reunificación tras la caída del muro de Berlín.

La muestra, que ha viajado por 20 ciudades del mundo, es la culminación de cuatro años de investigación en los archivos alemanes, y que fue especialmente complicada en la RDA donde se había destruido gran parte de un material del que se obtuvieron 800 imágenes de edificaciones y unos 70 planos, en buena parte inéditos. Está abierta hasta el 12 de octubre, en Arquerías de Nuevos Ministerios, en Madrid

Mayo, 1945. Sobre plano, dos capitales, dos sistemas políticos y económicos opuestos y formas diferentes de entender el espacio. Pero en ambos lados de Alemania dominaba, después de Auschwitz, la necesidad imperiosa de superar el Holocausto. Y cada una lo hizo de forma diferente. La Alemania del Oeste (RFA) abandona prácticamente la concepción historicista y monumental típica del Tercer Reich y se decanta por una arquitectura que puede empezar de nuevo, representada en el movimiento moderno. Como ejemplo queda la reconstrucción del Reichstag, de Paul Baumgarten (1961-1969), o la sede de Olivetti en Francfort, de Egom Eirman (1969-1972).

Curiosamente, la Alemania comunista (RDA) "se siente tan distanciada del fascismo que no necesita justificarse", cuenta el comisario de la exposición Christoph Strieder. Creía poder dar continuidad a determinadas líneas tradicionales y utiliza elementos propios del templo clásico, como columnas, pórticos y triángulos. Esa vuelta al lenguaje clásico se aprecia en la Casa de Cultura de Maxhütte (1952-1955). Estos edificios, en su mayoría copias del templo griego, sólo existen en el Este. Son lugares donde los ciudadanos se cultivan.

Hasta qué punto la ideología condiciona la arquitectura "es una pregunta constante y aún no hay una respuesta clara", explica Simone Hain, especialista en historia de la arquitectura y colaboradora de la exposición. Las diferencias son sobre todo notables en los edificios oficiales, mientras que hay una mayor cercanía en los hogares. La idea de "cada ciudadano, una vivienda" condicionó a ambos lados, según Hain, que considera que mientras en la RDA se hizo una arquitectura con mucho valor simbólico, en la RFA fue "más abstracta y fría".

La exposición es también la historia del poder político y de las personas que vivían en ambas Alemanias; es una historia de competición feroz en la reconstrucción de las ciudades y en la construcción de nuevos barrios, y, según el comisario, refleja la lucha de ambos Estados por la herencia cultural alemana.

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