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"Una mente aguda y exacta"

El filólogo Gregorio Salvador fue el encargado de contestar a Margarita Salas. La muerte de Ángel Martín Municio, explicó, "ha dado lugar a que sea un filólogo y no un científico quien reciba a la primera mujer de ciencia que ocupa un sillón en esta casa". Salvador se confesó rendido admirador de Salas, a quien conoció trabajando en la Fundación March: "Admiré, desde el primer momento, su discreción, la firmeza de sus juicios, nunca apresurados, su modestia, la afabilidad de su trato, la claridad de su pensamiento. Y su rigor profesional". Salas es, continuó, "una mujer entregada a la ciencia con seriedad y con gusto, sin perder el sentido de la medida y abierta siempre a la comprensión de otros saberes y a la atracción de otros reclamos".

El vicedirector de la RAE resaltó la relación de Salas con su compañero Eladio Viñuela, "con quien compartiría inquietudes, trabajos e ideas y que luego sería su marido. Se doctoraron y se casaron en 1963 y, de inmediato, se marcharon a trabajar con Severo Ochoa en su departamento de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York; él los puso en distintos grupos de trabajo. 'Así, por lo menos, aprenderéis inglés', les dijo".

"El magisterio de Severo Ochoa le dio las pautas para lo que iba a ser su vida de investigadora", añadió Salvador. "Él me enseñó, por una parte, a ser rigurosa", citó el académico a Salas, "y por otra, a tener imaginación, aunque parezca paradójico. El investigador tiene que ser muy riguroso con los experimentos que hace, con las conclusiones que obtiene; no se puede inventar las cosas. Y, por otro lado, hay que tener imaginación para diseñar los experimentos, para interpretar los resultados adecuadamente, para pensar más allá de lo que uno saca del día a día".

El virus Ø29

La calurosa bienvenida de Salvador, que ha compartido ya con Salas varias sesiones en la Comisión de Vocabulario Científico y Técnico, recogió un minucioso retrato profesional de Salas. Sus idas y venidas a Estados Unidos y España, sus cursos, sus numerosas distinciones, sus aportaciones a la genética molecular, y su larga y fecunda relación con un virus bacteriano, el Ø29, "relativamente pequeño, pero morfológicamente complejo, que permitirá profundizar en su estudio a nivel molecular y desentrañar los mecanismos utilizados por el virus para su morfogénesis, es decir, para formar las partículas de virus a partir de sus componentes, proteínas y ADN".

Pese al despliegue de sabiduría, Salvador también reconoció que el discurso de Salas le enseñó mucho: "Estaba convencido, desde fuera, de que las lenguas aprendidas después de la infancia se alojan en el hemisferio derecho del cerebro y veo ahora que no está nada clara esa cuestión". El filólogo concluyó así: "De una mente aguda y exacta podemos esperar mucho. De hecho, ya ha venido actuando, desde su elección, con una prudencia, una claridad de juicio y una precisión definitoria de las que puedo dar fe. Y desde 1995 su figura ha estado presente para todos nosotros, académicos, con elegancia y distinción, con inteligencia y buen estilo, como presidenta del Instituto de España".

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