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Jamiroquai y la sombra de Lady Gaga

La banda inglesa presenta en sociedad en Londres su nuevo trabajo más cercano al 'funk' clásico

Frente a los grandes almacenes Harvey Nichols, muy cerquita de Harrods, dos enormes banderas ondean sobre la entrada del salón del baile del exclusivo hotel Mandarin Oriental de Londres. Esas telas blancas y negras que mueve el viento pertenecen al planeta Jamiroquai y en ellas está estampada la ya conocidísima silueta del muñecote con sombrero de cuernos de bisonte en la cabeza. El alter ego de Jason Kay, líder de la banda Jamiroquai, que anoche eligió ese escenario de postín y ese barrio ultracomercial de la capital británica para presentar en directo al mundo lo que lleva haciendo durante los últimos dos años. O al menos parte, pero todo lleno de contradicción.

De los siete temas que interpretó la banda, seis pertenecen a ese nuevo trabajo que verá la luz el próximo mes de noviembre justo antes de Navidad (hace tiempo que en el planeta Jamiroquai, las casualidades no existen) y que se titulará Rock dust light star. El concierto comenzó con el superéxito Love foolosophy, single de su disco A funk odyssey de 2001. No recurrió a ninguna canción de su anterior trabajo Dynamite que vio la luz hace ya un lustro. Para calentar motores, era mejor ir a lo seguro. Un temazo bailable y reconocible y muy en la línea de lo que vendría después.

Jason Kay vestía pantalones y polo azules, zapatillas de deporte verdes y una cazadora con la bandera italiana ribeteada en las mangas y el número 15 bordado en la espalda. En la cabeza, sencillito sombrero a juego, nada de las extravagancias a las que tiene acostumbrado al gran público. Anoche tenía que haber show, pero una audiencia de cerca de 400 personas elegidas no es lo mismo que largarse a cantar y bailar ante el aforo de la Arena de Verona a rebosar. Kay anda muy bien de voz y de caderas y su nueva propuesta regresa, pese a quien le pese, al funk más clásico. Para ello ha contratado a dos productores, Charlie Russell y Brad Spence, que han cogido las creaciones de Jason Kay para llevarlas al sonido más vintage de pista de baile que haya propuesto Jamiroquai desde su formación en 1992. En Smokin' mirrors, Lifeline, Hurtin', Rock dust light star y Blue skies, hay coros femeninos y una alucinante sección de viento formada por tres músicos. Para el disco también se incluyeron cuerdas reales que, tampoco es casualidad, van enlatadas para el directo. "Nos saldría muy caro llevar un cuarteto de cuerda de gira", reconocen Russell y Spence. Pero no hay nada que no arreglen Rob Harris y Paul Turner, guitarrista y bajista respectivamente que son los mejores amigos y apoyos musicales de Kay sobre el escenario.

Esos cinco nuevos temas suenan casi igual que en el álbum. Ya lo habían advertido sus productores que junto a la banda grabaron la mayoría del trabajo en el estudio que Jason Kay posee en su mansión a las afueras de Londres. "Se trata de un disco grabado para ser interpretado en directo. Casi no hay efectos, ni grandes añadidos y casi podríamos decir que nos resultaba mucho más fácil grabar del tirón que intentar que casaran las pistas más tarde", asegura Russell. Y es cierto que sobre el escenario funcionan como un mecanismo muy preciso, pero con mucha alma. Las melodías se retuercen y entrecruzan pero siempre con la voluntad de crear, en este caso, un funky más para escuchar que para bailar. Ya lo dijo, con una mueca y un tono de humor, el propio Kay a mitad de concierto: "Qué difícil es todo esto. Desde luego que ya no tengo 22 años. No señor". Y eso parece. Recién cumplidos los 40, la música de Jason Kay, parece haberse puesto a pensar y a no hacer muchas concesiones. Sí, suena a Jamiroquai, pero diferente.

Pero para terminar apareció la gran contradicción de los cuarenta, la renovación, el lustro de silencio y el nuevo trabajo de la banda. Se trata del primer sencillo, White knuckle ride, que ya puede escucharse en las radios, youtube y la página oficial del grupo. Se trata de un rompepistas absoluto muy al gusto de lo que en 2010 se pide para ser deglutido en la pista de baile bajo las luces de colores y las bolas de espejo de las discotecas. Probablemente es el único tema que muchos se bajarán de i-Tunes del nuevo y esperado trabajo de Jamiroquai. Es la única canción del disco que se le ha dado al creador de éxitos Robert Orton para que lo mezclara y consiguiera eso que ya consiguió con Just Dance y Poker Face de Lady Gaga: que se hable de ti aunque sea mal. White knuckle ride, suena mejor en diferido, para lo que fue creado. Y después de Londres, Jamiroquai lo interpretará noche tras noche en los escenarios de todo el mundo comenzando por Sudamérica el próximo mes. Pero, ayer lo comprobamos, no sonará igual que cuando nos machaquen con él por la megafonía del supermercado o en innumerables cortinillas futbolísticas en televisión.

Jason Kay, cantante de la banda Jamiroquai, durante el concierto de presentación, en Londres, de su último disco.
Jason Kay, cantante de la banda Jamiroquai, durante el concierto de presentación, en Londres, de su último disco.GETTY
El líder de Jamiroquai en una actuación en Londres
El líder de Jamiroquai en una actuación en LondresTONY / BLACI INK PHOTO
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