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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El nacimiento de un genio

El primer pintor español en ser internacionalmente reconocido, hasta el punto de incluirse su biografía en el libro de Sandrart -publicado en 1683, cuando todavía vivía- fue el sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Nacido a fines de 1617, es, sin duda, junto a Velázquez, uno de los mejores pintores españoles del siglo XVII. Es verdad que su temprano reconocimiento fue acompañado después, en nuestra época, de un excesivo menosprecio, aunque no tanto a la calidad de su arte, sino al rechazo frente a una serie de temas devocionales que se consideraron muy almibarados, como, principalmente, sus jóvenes Inmaculadas. En cualquier caso, esa visión reductora ha sido ya superada, entre otras cosas porque se le conoce mucho mejor desde que su catalogación fuera muy bien establecida por Diego Angulo.

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Murillo antes de Murillo

Se sabe muy poco de los primeros pasos artísticos de Murillo, al que se le supone discípulo de Juan del Castillo, cuya influencia se deja notar, así como la de Roelas y Zurbarán. Parece ser que quiso viajar a América con 15 años y que se casó en 1645. Su primer gran encargo fue la realización del claustro del convento de San Francisco, cuya ejecución se fecha entre 1645 y 1646, y que se puede considerar el primer peldaño de su creciente fama.

Además de las influencias locales fue muy importante para su madurez artística el rico ambiente cosmopolita que existía en Sevilla, con importantes colonias de comerciantes extranjeros, ingleses y flamencos principalmente, lo que explica su casi inmediata proyección internacional. Es muy probable que en ese mismo ambiente pudiese conocer bastante de lo que se hacía en la pintura de otros países, pero lo que seguramente fue decisivo fue su viaje a Madrid en 1658, que le abrió el acceso a las colecciones reales y probablemente también al rico ambiente artístico de la Corte.

Aunque la progresión artística de Murillo fue constante y alcanza su completa plenitud a partir de la década de 1660, ya en los primeros oscuros años de su trayectoria dio una clara manifestación de su genio en ciernes. Basta con contemplar alguna temprana obra admirable, como La cocina de los ángeles, perteneciente a la serie del claustro de los franciscanos y hoy conservada en el Museo del Louvre, para atestiguar el talento y la versatilidad del joven Murillo, que logra de una vez conciliar el cuadro de historia con la escena de costumbres y un maravilloso dominio del bodegón. Entre muchas de sus virtudes está la de una portentosa técnica pictórica que puede considerarse como la mejor de la pintura española por su complejidad y refinamiento. Por lo demás, Murillo trabajó incansablemente y abordó todos los géneros posibles, siempre con originalidad y brillantez. Es, en definitiva, muy importante que se preste atención a sus primeros años porque revelan ese momento emocionante del nacimiento de un genio.

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