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Una novela en euskera inédita en español gana el Premio Nacional

Kirmen Uribe logra el galardón con su obra mosaico 'Bilbao-New York-Bilbao'

El Premio Nacional de Narrativa le llegó ayer a Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) mientras esperaba la respuesta de varias editoriales sobre la publicación en castellano de Bilbao-New York-Bilbao (Elkar), la obra ganadora. La traducción que circula por distintos sellos es la misma que leyó el jurado convocado por el Ministerio de Cultura. Realizada por Ana Arregi, fue revisada por el propio Uribe, que introdujo novedades sobre el original en euskera. El premio, dotado con 20.000 euros, ¿cambia algo? "Gano tiempo para seguir escribiendo", dice el escritor. "Y sube el caché, ¿no?".

Kirmen Uribe recuerda la elaboración de Bilbao-New York-Bilbao, su primera novela, como un largo trabajo de cuatro años en el que fue sumando sus recuerdos a un mosaico de poemas, cartas, mensajes de Facebook y documentos legales. El resultado fue una obra de "autoficción", en la que el propio autor se convierte en un personaje de la obra, que ya en primavera obtuvo el Premio de la Crítica y ha vendido cerca de 8.000 ejemplares.

"En mi libro las historias aparecen como en pantallas de Internet"
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El viaje de 70 kilómetros entre su casa en Ondarroa y el despacho de su agente en Bilbao tuvo un efecto sedante sobre Uribe. Cinco horas después de recibir la noticia del premio, el escritor se mostraba satisfecho por el reconocimiento que había recibido su forma de hacer novela. "He tratado de abrir el género hacia fórmulas menos convencionales", explica. "En mi libro las historias aparecen y desaparecen como en pantallas de Internet".

Licenciado en Filología Vasca, Uribe ha trabajado como profesor, traductor y guionista y ha impulsado proyectos multimedia en los que combina la literatura con otras disciplinas artísticas. Poeta antes que novelista, su libro de poemas Bitartean heldu eskutik (Mientras tanto dame la mano) está traducido al inglés y al francés. En castellano fue editado por la editorial Visor. En el suplemento literario Gvero, que publica EL PAÍS en el País Vasco, presentó Egunkari Amerikarra (Diario americano), las notas de un viaje a Estados Unidos como el que dio pie a la obra premiada.

Uribe eligió para su libro una estructura en red para contar la historia de tres generaciones de vascos, la de su abuelo, la de su padre y la suya. Quiso que la obra hablara de gente real, con el autor presente en la narración. De ahí que el escritor encuadre su obra en la "autoficción". "Más allá de la autobiografía, con ironía, en la autoficción el escritor puede contar la verdad o no", explica. "Se establece un pacto entre autor y lector en el que el escritor forma parte del artificio de escribir una novela".

Bilbao-New York-Bilbao es la tercera obra escrita en lengua vasca que en los últimos 20 años ha recibido el Nacional de Narrativa. Obabakoak, de Bernardo Atxaga, fue la primera. El premio supuso entonces un gran impulso para la obra de Atxaga y la literatura vasca, que consiguió un crecimiento exponencial de su repercusión fuera del País Vasco. En 2002, el galardón fue para SPrako tranbia (Un tranvía en SP), la primera novela de Unai Elorriaga.

Uribe, de la misma generación de Elorriaga, cree que en estos años la cuestión de las lenguas ha perdido "urgencia". "El euskera ha ganado hablantes, se han traducido muchas obras, hay un número considerable de escritores y un sistema literario que funciona", explica. "Escribir en euskera es ahora natural, ya no es una opción. Hemos entrado en juego los escritores de una generación que ha vivido en euskera, puede leer en euskera y que, al final, escribe en euskera. Escribo en una lengua pequeña para lectores que están en Dakar, en Madrid o en Boston".

Fragmento del primer capítulo de Bilbao-New York-Bilbao

Kirmen Uribe (derecha), con su esposa, Nerea, en su casa de Ondarroa.
Kirmen Uribe (derecha), con su esposa, Nerea, en su casa de Ondarroa.SANTOS CIRILO

Primera vez

El día que le dijeron que le quedaban pocos meses de vida, mi abuelo no quiso volver a casa (...) llevó a mi madre al museo de Bellas Artes de Bilbao. Mi madre nunca olvidaría aquel día; cómo la misma tarde que le anunciaron que se iba a morir, el abuelo la llevó a un museo. Cómo trató, en vano, de que la belleza se mantuviera por encima de la muerte. Cómo se esforzó para que mi madre guardara otro recuerdo de aquel día tan desgraciado. Mi madre siempre recordaría aquel gesto del abuelo. Era la primera vez que entraba en un museo.

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