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Reportaje:

Un nuevo Louvre se destapa entre dunas

El museo proyecta una nueva sede en el emirato de Abu Dabi mientras el ministro francés de Cultura asegura que no habrá limitación erótica o religiosa en la elección de obras

¿Verán en Abu Dabi los desnudos de Ingres? ¿Tendrán la oportunidad de descubrir El origen del mundo según Courbet? ¿Les dejarán admirar el inacabable apetito carnal de Picasso? No. En ese sentido el ministro francés de Cultura, Renaud Donnedieu de Vabres, ha sido muy claro: "Estamos obligados a tratar el asunto con tacto y por tanto vamos a evitar buscar deliberadamente la provocación no organizando, por ejemplo, una exposición sobre el erotismo de los grandes maestros". Y quien habla de erotismo, piensa también en tabús religiosos. Según el diario Libération el "Louvre se ha comprometido a no llevar crucifixiones a Abu Dabi". "No es cierto", dice el ministro, "no hay ninguna limitación sobre la elección de las obras".

Francia recibirá una cantidad que rondará los mil millones de euros
4.600 profesionales del arte han firmado un manifiesto contra la operación

El embrollo viene de la decisión adoptada, conjuntamente por los museos franceses y el emirato de Abu Dabi, de crear un museo Louvre Abu Dabi. Ese nuevo "museo universal" será concebido y construido por los franceses que, de entrada, aportarán su experiencia y su patrimonio. Progresivamente el emirato irá creando su propia colección. El edificio abrirá sus puertas, parcialmente, en 2012, y deberá estar totalmente terminado siete años después, ofreciendo 24.000 metros cuadrados, de los cuales 6.000 serán destinados a la futura colección permanente y 2.000 a exposiciones temporales.

El Louvre de París -y otros museos: Picasso, Orsay, Chambord, Quai Branly, Guimet, Versalles, Fontainebleau, etcétera- prestarán entre los años 2012 y 2016 300 obras, que se reducirán a 250 a partir del cuarto año, a 200 desde el séptimo y a cero obras a partir del año 2022. Los préstamos de cada obra serán por periodos oscilando entre los seis meses y los dos años.

Al margen de esos préstamos que, durante 10 años, permitirán ir constituyendo una colección propia, está luego la política de exposiciones temporales y ahí el Louvre asume la responsabilidad de presentar cuatro cada año, una de gran formato, en un espacio de 1.200 metros cuadrados, una de talla media y dos concebidas como dossiers.

A cambio de todas esas aportaciones en pinturas, esculturas, vídeos, dibujos y obras de arte en general, a cambio también de formar personal cualificado en museografía y restauración, el Louvre parisiense -y los otros museos franceses- recibirán una cantidad que rondará los mil millones de euros pero a pagar en un plazo de 30 años, el periodo durante el cual los dos Louvres, el de la pirámide de cristal y el de las dunas, colaborarán estrechamente.

Para el Louvre francés el desafío es de talla pero puede ser muy rentable. En la actualidad es el museo más visitado del mundo -8,3 millones de visitantes en 2006- y expone 35.000 obras de una colección de 445.000 de las cuales 140.000 son dibujos. Cada año ya presta unas 1.400 y recibe unas 1.000 obras. Su presupuesto anual es de 188,6 millones de euros, de los cuales 110 los aporta el Estado. Una primera "antena" internacional del Louvre se ha creado en EE UU, en Atlanta, pero ahí el trato es sólo por cuatro años y con un museo ya existente. Para el Louvre el beneficio supera los 5,5 millones de euros.

Los problemas de censura, con ser reales, no son los que más preocupan a quienes critican la operación. "Estoy consternada porque la operación de Abu Dabi supone hacer tabla rasa de todos los principios seguidos hasta ahora por el mundo de los museos", dice Françoise Cachin, antigua directora del museo d'Orsay y de la Reunión de los Museos Nacionales. "Es una deriva ética terrible, es llevar el museo al terreno del negocio del entretenimiento, siguiendo el ejemplo desastroso del Guggenheim de Nueva York". Más de 4.600 profesionales del mundo del arte han firmado un manifiesto contra la operación porque "los museos no están en venta".

Obviamente el ministro dice lo contrario pues "las colecciones públicas siguen siendo inalienables, las colaboraciones con otras instituciones se hacen dentro de un proyecto científico y cultural, las sumas cobradas revertirán íntegramente en beneficio de los museos prestatarios y la operación es buena para el prestigio de Francia". "Falso", responde Cachin, para quien el emirato es "un nuevo Las Vegas en otro desierto" y todo el montaje "lleva al Louvre a una lógica puramente comercial, estratégica y política. El nombre de Louvre nos pertenece a todos. ¿Ustedes se imaginan poner a la venta el nombre de Prado, crear un Prado Abu Dabi?".

<i>El baño turco</i> y <i>La source,</i> dos obras de Ingres del Louvre y el Musée d&#39;Orsay, respectivamente.
El baño turco y La source, dos obras de Ingres del Louvre y el Musée d'Orsay, respectivamente.

Precedentes confusos

El Louvre abrirá antes de dos años una antena en Lens, en el Norte de Francia, como el Pompidou lo hará en Metz mientras discute los términos de una colaboración con Shanghai o el Rodin estudia su implantación en Brasil. Para Jean Clair, antiguo director del museo Picasso de París y hoy líder del movimiento contra el Louvre Abou Dabi, denuncia la noción de "imperialismo cultural" subyacente y la perspectiva en la que "en un mundo en el que el arte se habrá globalizado, todos los museos acaben por tener lo mismo".

Y al mismo tiempo escribe que "si los románticos o los futuristas veían los museos como mausoleos, hoy son cenotafios", es decir, templos de arte sin arte.

En Japón, en Nagoya, el museo de Boston había conseguido suministrar dos exposiciones temporales por año y un préstamo de obras que se renovaba cada cinco pero los japoneses están decepcionados del convenio que debe durar 20 años. No les dejan elegir ni los temas ni las obras de las exposiciones y la frecuentación de las mismas deja mucho que desear. Resultado: Nagoya ha negociado una rebaja importante en los millones a pagar. En Hiroshima el acuerdo al que se quería llegar con l'Ermitage de San Petersburgo se ha quedado en agua de borrajas debido precisamente a lo que denuncia Jean Clair: el museo ruso ya había presentado siete exposiciones en Japón en el transcurso de los últimos cinco años y en un total de 17 ciudades. De pronto los de Hiroshima han tenido la sensación de que les iban a "vender" lo que ya todos habían visto.

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