La pasión de Verdi atraviesa Parma

La cuenta atrás ha comenzado en Parma, Busseto y otros lugares de la Emilia Romagna. El segundo centenario del nacimiento de Giuseppe Verdi no está lejos. Tal día como hoy, aunque de 1813, vino al mundo en Roncole, al lado de Busseto. La capital de la zona, Parma, de 172.000 habitantes, ha recogido el testigo. De aquí a seis años hay que dejar los deberes bien hechos. El Festival Verdi ha cambiado de fecha y ahora se celebra durante el mes de octubre. También ha cambiado de estilo, con una implicación asombrosa de la ciudad en todo tipo de manifestaciones. El ministro Rutelli abrió el fuego presentando como una cuestión de Estado la nueva etapa del festival en el Ministerio de Cultura en Roma el 20 de septiembre, en una multitudinaria rueda de prensa en la que estaban representados todos los colaboradores del proyecto. Hoy, día de la onomástica, el protagonismo corresponde a Riccardo Muti, que dará una charla sobre Verdi y nosotros, y posteriormente dirigirá a la orquesta y coro del Teatro Regio de Parma en el Réquiem con Sabbatini, Frittoli, D'Intino y D'Arcangelo.

El público sigue las representaciones con fervor. Se le puede asimilar al del tendido del tendido del 7 en Las Ventas

La idea básica del Festival Verdi, que dirige Mauro Meli, es representar las 26 óperas de Verdi de ahora a 2013. De cada una de ellas se elige la versión más representativa. Los primeros títulos que han subido a escena son Luisa Miller en una nueva producción de Denis Krief, dirigida por Donato Renzetti, con Fiorenza Cedolins, Marcelo Álvarez y Leo Nucci como solistas; Oberto, conte di San Bonifacio, la primera ópera del compositor, cuyas representaciones tienen lugar en la bombonera del teatro de Busseto, en un montaje de Pier'Alli, y La traviata en la histórica puesta en escena del matrimonio Herrmann, dirigida por ese gran maestro que es Yuri Temirkanov.

El público sigue las representaciones con fervor, pudiéndose asimilar, valga la comparación, al del tendido del 7 en Las Ventas. Un mi bemol no suficientemente claro de Violetta puede provocar un abucheo considerable, pero las ovaciones dirigidas a Nucci o Temirkanov, pongamos por caso, tuvieron una intensidad y un griterío como es difícil encontrar en otro lugar. Las pasiones que Verdi despliega son correspondidas por un público tan entendido como entregado.

Con ser estupenda la calidad de las representaciones, lo que verdaderamente deja boquiabierto al visitante que se acerca al festival es el grado de identificación de la ciudad con Verdi, algo que se manifiesta en la decoración de joyerías, sombrererías o tiendas de ropa con figurines y motivos de óperas de Verdi representadas en Parma. Los productores gastronómicos han hecho un despliegue de exhibición de jamones, quesos y otros productos locales, con fondos operísticos siempre, y los restaurantes, incluso los de las afueras, ofrecen menús verdianos, soportados en cuanto a rigor historicista por una exposición en el mismo vestíbulo del teatro de lo que se comía en la época y de lo que le gustaba a Verdi.

Cada día del mes se dedica a una ópera de Verdi en orden cronológico, con actuaciones musicales o tertulias. Hay un concurso literario sobre el tema Tu conosci Verdi? que se extiende por las escuelas y colegios de la región, organizado por el Club de los 27, una especie de academia cuyos miembros se definen por el título de una ópera de Verdi. La Casa de la Música ha organizado una exposición sobre el primer Festival Verdi de 1913, con una edición discográfica de grabaciones de entonces. Los verdianos deben visitar el encantador Museo Toscanini, en la casa natal del mítico director, abierto este año después de una restauración, al celebrarse en 2007 el cincuentenario de su muerte.