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Reportaje:

Un 'picnic' con la muerte y Haydn

Rodrigo García recala por primera vez en el Centro Dramático Nacional

Cuando Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional, decidió el año pasado que Rodrigo García trabajara ¡por fin! en un teatro público español, país donde estaba relegado a espacios marginales, éste aceptó de inmediato. El multipremiado enfant terrible de la escena europea, reclamado por festivales de todo tipo y condición, incluso le habló de un interesante proyecto que tenía entre manos. Era mentira. Lo único que tenía era una quimera en su cabeza y el recuerdo de la conversación sobre Haydn en un taxi italiano con el pianista Marino Formenti. Hablaron del compositor "por matar el tiempo". Ninguno supo entonces lo que el futuro les deparaba juntos.

Ambos son los protagonistas del estreno, este viernes, de Gólgota picnic en el Teatro María Guerrero de Madrid. Una obra que, como casi todas las de Rodrigo García, está dirigida, escrita y escenografíada por él, interpretada por sus actores fetiche (Gonzalo Cunill, Núria Lloansi, Juan Loriente, Juan Navarro y Jean-Benoît Ugeux); iluminada por el pintor, autor, director y escenógrafo Carlos Marqueríe, uno de esos herederos exquisitos del teatro independiente español; con las videocreaciones de Ramón Diago y con vestuario de la madrileña Belén Montoliú, quien desarrolla su carrera en Alemania y forma parte del equipo de la Staatsschauspielhaus de Dresde.

"El músico desnudo y el piano son como dos animales juntos", dice el autor

Y junto a ellos, el pianista Marino Formenti. Es uno de los más fascinantes y originales intérpretes de su generación, no solo en música contemporánea, sino por sus reinterpretaciones del repertorio clásico, calificadas de "impresionantes, hipnotizantes, inolvidables..." por la prensa internacional. Su compromiso y entrega con el teatro de Rodrigo García es rotunda. Interpreta Las siete últimas palabras de nuestro salvador en la Cruz, (la versión de Haydn para piano) sin ropa alguna. Ante la nueva experiencia escénica, su madre se limitó a decirle que procurara adelgazar un poco para afrontarla. "Hay siempre dos experiencias en un proyecto así. La musical y la teatral, y no se puede abordar una sola. Cuando se toca el piano uno siempre se siente desnudo, de ahí que la diferencia para mí no sea tan grande, musicalmente no cambia nada", señala Formenti. La decisión fue de Rodrigo García y asegura que no fue un deseo de provocación: "Si tocara Beethoven no se lo pediría, pero se trata de Haydn; se lo pedí en un ensayo para ver si la escena tenía más sentido, porque a veces, esas cosas no agregan, incluso embadurnan, pero aquí sí lo tiene, hemos hablado mucho de la espiritualidad de la pieza, de cómo a él le gustaría desaparecer, no estar, de cómo él y el piano se convierten en dos animales juntos, y viendo el cuerpo es conmovedor seguir las evoluciones de ambos".

Detrás de Gólgota picnic está La Biblia y como hilo conductor de todo el montaje, está la muerte. "Pero en escena hay muchísima vida y los actores luchan por vivir y divertirse. La Biblia siempre me interesó, menos cuando iba a los curas, su fábula y literatura bellísima, esa calidad de imaginación, la locura de los cielos y los demonios, su aspecto ético, el personaje de Cristo y ese intento de llevar una doctrina del amor a una sociedad en la que es difícil vivir juntos, mucho menos en paz, y donde no nos amamos los unos a los otros; estaba pendiente hacer algo con ese material", cuenta el director.

El problema: fusionar la música de Haydn-Formenti con sus textos. "Cuando llegó el momento de cortar fue un lío, probamos juntar texto y música y perdían fuerza los dos y opté por una forma más radical", dice Rodrigo García, que en plan metafórico incorpora diariamente 3.000 panes de hamburguesa al escenario, para alimentar su machacona crítica a la sociedad de consumo.

Para este montaje contó con la ayuda de un teólogo: "Se portó muy bien, pero sospecho que no le gustan ni el título ni los textos de Gólgota Picnic", comenta. En su gira internacional, este montaje recalará en el Festival de Otoño de París y en Toulouse.

El director y dramaturgo Rodrigo García (izquierda) y el pianista Marino Formenti, ayer sobre el escenario del teatro María Guerrero.
El director y dramaturgo Rodrigo García (izquierda) y el pianista Marino Formenti, ayer sobre el escenario del teatro María Guerrero.SAMUEL SÁNCHEZ
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