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Entrevista:

La reina de la canción protesta recorre España

Joan Baez inicia gira y festeja, a sus 69 años, medio siglo en la música

"¿Que si dispongo ya de alguna heredera para mi trono de Reina de la Canción Protesta?". Joan Baez repite en voz alta la pregunta al otro lado del teléfono, desde su residencia californiana, se detiene durante un par de segundos y finalmente suspira: "Para ser sinceros, creo que no. Las palabras 'riesgo' y 'sacrificio' desaparecieron del diccionario de mis compatriotas en tiempos de George W. Bush. Pero si queremos un verdadero cambio social debe haber gente dispuesta a mojarse, incluso a poner su propia vida en peligro".

Genio y figura. No importa que la neoyorquina Joan Chandos Baez acabe de soplar 69 velas de cumpleaños y que este próximo noviembre conmemore medio siglo desde la publicación de su primer y homónimo trabajo discográfico. La llama de la concienciación ciudadana y la lucha en favor de los oprimidos sigue viva en la mujer que marchó hasta Washington en 1963 de la mano de Martin Luther King, la que clamó contra la masacre en Vietnam y padeció en 1972 el peor bombardeo sobre la ciudad de Hanoi. La primera novia ilustre de Bob Dylan conserva una voz prístina y deliciosa -lo demuestra en su reciente e inesperado nuevo álbum, Day after tomorrow-, pero sigue sin concebir la música despojada de mensaje.

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"La gente necesita algo más que un puñado de bonitas melodías", proclama. Y agrega, escandalizada: "¿Vio la última entrega de los premios Grammy? No queda ni el menor atisbo de sentido social o político en la música comercial. Sólo perduran artistas de interés en el ámbito de la contracultura, pero no sé cuántos de ellos querrían vincular sus canciones a sus actos, a una toma pública de posición".

A falta de una nueva generación esperanzadora, la dama que cosechó reconocimiento mundial con We shall overcome, Farewell Angelina, o, ya en los años setenta, Diamonds and rust ha decidido volver a la carretera. Comenzó ayer en Barcelona, y hasta el día 12 (Madrid, Palacio de Congresos) recorrerá media España, con escalas en Burgos (día 3), Vigo (viernes 5) y Gijón (domingo 7). Sus clásicos compartirán cartel con los 10 cortes de Day after tomorrow, producido por el gurú del country alternativo Steve Earle.

"Steve y yo somos muy parecidos en muchos sentidos", revela Baez, contra pronóstico. Y enumera: "Él es un tipo rudo, tosco, con aristas, un poco canalla y desarrapado. En cuanto nos conocimos, nos hicimos amigos de inmediato. Además, a los dos nos gusta trabajar deprisa: un café con galletas y... ¡a grabar!".

¿Cómo es la casi septuagenaria Joan Baez en su faceta artística? "Ahora tengo que trabajar mucho la voz", asume sin ambages. "De jovencita no necesitaba cuidarla, era un don natural que brotaba espontáneamente. Sin embargo, hace ya muchos años advertí que era mortal, como todo el mundo, y que la voz se me deterioraría si no me esforzaba mucho en conservarla". Quizás haya perdido algo de ese fulgor tímbrico de antaño, cierto, pero la emoción pervive en temas como el que bautiza el disco, un original de Tom Waits. "Me encantaría seguir existiendo el día después de mañana", reflexiona en alusión al título. "Y cuando ello ya no sea posible, espero que nuestros nietos puedan aún disfrutar de un mundo respirable, un planeta en el que, pese al maldito calentamiento global, todavía quede hueco para la belleza". Pero no lo olvidemos: más allá del arte, a Joan Baez nada le interesa más que la política. Sigue defendiendo a Obama, pero admite que la concesión del Nobel de la Paz "fue una locura, como todos sabemos", y que su condición de comandante en jefe de los tres ejércitos le convierte en "despilfarrador de trillones de dólares". "Es un hombre de sobra inteligente, pero está mal aconsejado. Nadie en la plana mayor del Ejército le explicará nunca que docenas de pueblos han invadido Afganistán desde los tiempos de Gengis Kan sin que ninguno haya logrado doblegar al pueblo afgano".

Los 15 minutos de rigor que concede la maquinaria promocional rondan ya los 25, así que llega el momento de explorar en la fibra sensible del personaje:

-Se habrá dado cuenta de que aún no le hemos preguntado por Dylan...

-¡Bien! Ni falta que hace. Si sus lectores han visto el documental de Scorsese sobre él y el que acaban de rodar sobre mí, How sweet the sun, descubrirán que ya está todo dicho.

-Pero comprenderá el interés...

-Si usted es un español con cierto aprecio por su inteligencia, no seguirá insistiendo en esta dirección.

-De acuerdo, sí, pero ¿qué le ha parecido el disco de villancicos?

Tras un instante de sorpresa, a la mujer que contribuyó a popularizar el nombre de Dylan en el East Village neoyorquino se le escapa una risotada. Y, a renglón seguido, también una confesión.

-¡Me encanta ese disco! Absolutamente. Pero más aún a mi madre, que a sus 97 años no para de escucharlo. No daba crédito, pero le prometo que el otro día la descubrí escribiéndole a Bob una carta de agradecimiento. Como una fan cualquiera...

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