"El ser humano tiene una inclinación natural al abismo"

"Tengo como un detective en la cabeza que me hace buscar en el otro lo que no quiere darme; disfruto con lo que descubrimos sin que los otros quieran". Suerte que las entrevistas al ganador del Premio Nadal al día siguiente del evento son cortas, porque la afirmación de Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) daría miedo si no fuera por su rostro afable.
En cualquier caso, sirve como explicación de la alta densidad psicológica con la que suele vestir a sus personajes, recurso que también está en Lo que esconde tu nombre, su novena novela y con la que ha obtenido la 66 edición del decano de los galardones literarios. Un matrimonio nazi de ancianos de incógnito en la costa alicantina; Julián, un ex prisionero de Mauthausen que les da cerco, y la treintañera Sandra, que busca sentido a su vida mientras trabaja en casa del matrimonio, son los tres escenarios humanos en los que, en una mezcolanza de novela negra, tema histórico y relaciones humanas habla "sobre el miedo y el coraje, sobre la valentía para darse uno cuenta de a qué tenemos miedo".
"Somos detalles, pura psicología, mente sobre cuerpo: engañar, aprender..."
Pregunta. Como amante de la psicología: ¿cómo explica que el hombre deje impune a gente que cometió tales barbaridades?
Respuesta. Es que el ser humano tiene una inclinación natural a buscar el abismo, lo turbio. Y eso explica que no se persiga a veces según a quién o que se siga a un dictador o que veamos por televisión según qué comportamientos sin inmutarnos; lo sensato, como concepto, nos aburre.
P. Sandra apunta a personaje naif: no sabe casi nada del nazismo, qué hacer de su vida y está muy alejada del resto...
R. En la novela, los ancianos o Julián arrastran su pasado como verdugos o como víctimas y frente a ellos coloco a Sandra, que sólo ha visto un par de documentales sobre nazis y está ahogada por los problemas del presente; representan dos momentos históricos muy cercanos en el tiempo pero casi en las antípodas psicológicamente: estamos ante una fractura generacional como nunca antes entre mayores y jóvenes y esto impide cierto aprendizaje de la vida porque lo más importante lo aprendemos, siempre, a través de personas.
P. ¿De ahí la importancia de la psicología?
R. Como decía Stendhal, somos detalles, pura psicología, mente sobre cuerpo: engañar, aprender... Para esta novela, partí de una imagen que vi en la prensa y luego me puse a pensar qué habrían hecho esos dos nazis, qué yogur con calcio debían comprar y luego me metí en su casa a partir de los ojos de Sandra...
P. Lleva nueve novelas en 20 años y dos grandes premios. ¿Se atreve con un primer balance?
R. Estoy sorprendida de escribir siempre novelas sobre la actualidad, del presente, porque es en el presente cuando sentimos el calor del sol y la vida; quizá sea una manera mía de intentar retenerlo; igual escribo porque deseo poner este mundo tan cambiante en la mesa y frenarlo y pensar sobre él; lo que uno pone cuando escribe es el carácter.
P. ¿Y de qué otros caracteres se siente gemela?
R. De la tradición de Otra vuelta de tuerca, de Henry James: ir desvelando el trasfondo de las personas desde lo formal con estructuras sencillas porque el lector no tiene porqué ser fontanero. Contrapunto, de Huxley, Dos Passos y la novela negra también completan ese mundo.
P. ¿Naturalismo?
R. No, siempre hay algo kafkiano: este mundo me parece extraño.
P. ¿Extraño?
R. Sí, supongo que porque cambié mucho de lugar de vivir, mi padre era ferroviario y tanto cambio siempre produce una sensación de pérdida, de inestabilidad, de algo onírico; por eso me escondí en la lectura y el cine.
P. Hablando de cine, ponga casting a su novela.
R. El director, Martin Scorsese, por Uno de los nuestros pero también por La edad de la inocencia, eso de ofrecer dentro y fuera de uno... Julián tendría que ser Federico Luppi; para el matrimonio nazi necesito un casting y para Sandra, Scarlett Johansson con el pelo castaño. ¿O quizá una chica más dura?

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