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Miedo y asco en Sitges

El filme 'Martyrs', del francés Pascal Leiger, una historia de tortura a una joven, provoca alguna arcada en el público

Una escena del filme 'Martyrs'
Una escena del filme 'Martyrs'FOTO PROMOCIONAL

Y con Martyrs llegaron las arcadas. El pase de esta película francesa en el Festival Internacional de Catalunya-Sitges 2008 venía precedido por su fama de 'película extrema' cosechada en sus pases de Cannes y Toronto. Por ello, la organización del festival dispuso a la salida del auditorio donde se realizó su proyección para la prensa de una ambulancia con el fin de garantizar el bienestar de los espectadores. Durante el pase, muchos fueron los que abandonaron la sala a causa de sus violentas imágenes llegándose a dar el caso, según la organización, de un espectador que llegó a vomitar durante la misma.

Antes de empezar el pase de prensa de Martyrs a las 11 de la mañana, la organización anunció la presencia de una ambulancia a la salida del auditorio para evitar posibles complicaciones físico-emocionales entre los espectadores. La película francesa narra la historia de dos mujeres atrapadas por una secta y su progresiva transformación en mártires. Un relato salpicado de escenas de extrema violencia que incluyen el despellejamiento de uno de los personajes, o el asesinato de una familia entera. ¿Resultado? Desfile de espectadores hacia la salida y, según la organización, la indisposición gástrica de uno de ellos. Esta noche se presenta al público.

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Su director, Pascal Laugier, ha insistido en su comparecencia ante público y prensa, tras la proyección, que él siempre estaba al lado de la chica martirizada y "nunca con los miembros de la secta", los cuales, matiza, son "profanos, pues no creen en la validez de los sistemas religiosos, y si creyeran en la Biblia no se preguntarían qué hay después de la muerte". En previsión de ataques de sectores progresistas, Laugier admite que Martyrs es "la película de una persona católica, educada en la tradición católica familiar, pero hoy no practico ni soy creyente". De todos modos, siguiendo esa tradición, "la cuestión del sufrimiento es una cosa que me sorprendió mucho, esa idea de que Jesucristo había sufrido por mí".

No quiso recrearse en las escenas en que la protagonista (una sensacional Myrlène Jampanöi) es torturada, pero sí quiso mostrar los planos en que la chica es golpeada con absoluta brutalidad en ese proceso hacia su martirio. Sobre la respuesta de las actrices, Laugier ha querido dejar claro que no practica el estilo de algunos directores, que "las pegan y las humillan para que lloren", pues él prefiere "trabajar mucho antes del rodaje para establecer mucha confianza". Laugier se confiesa un admirador de las películas de miedo que tratan el tema de "la violencia como una diversión", pero en este caso no era su proyecto, asegura el director, quien pretendía que "el público siguiera el proceso de martirización de la joven, casi al mismo ritmo que ella".

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