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El 'sprint' de dos coches fúnebres

'El cine es literatura por otros medios', dice Fernando Trueba en la inauguración del Festival Hay de Cartagena de Indias

Fernando Trueba cumplió de sobra con la multitud que hizo cola para escucharle en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena de Indias. Él era el encargado de inaugurar el quinto Festival Hay de la ciudad colombiana y su charla con Roberto Pombo, director del diario El Tiempo, fue una mezcla perfecta de pasión e ironía, reflexión y memoria.

Tirando precisamente del hilo de la memoria empezó la charla. Después de definirse como un muchacho normal del barrio madrileño de Estrecho miembro de una familia de ocho hermanos, el director de Belle Epoque recordó como el cine fue para él, antes que nada, un refugio, "el escondite perfecto". Y no es una metáfora. "Era el sitio en el que te escapabas cuando te saltabas las clases. A mí me daba miedo estar en la calle por si veía alguien y me metía en el cine". Dos películas enseñaron a aquel muchacho miedoso que aquello era algo más. Una fue Love in the afternoon, de Billy Wilder. La otra, El niño salvaje, de Truffaut. Trueba contó también que la oscura España de Franco le inculcó dos principios por reacción a los que nunca, dice, ha renunciado: la búsqueda del placer y la desobediencia. "Hay que desobedecer incluso las órdenes justas. Por ser órdenes".

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La memoria del director español se detuvo entonces en Rafael Azcona, "el maestro más grande que yo he tenido", para recordar una recomendación del guionista: enseñar cine en las clases de literatura, como se enseña el teatro, sin una asignatura específica. "Tenía razón. El cine es literatura por otros medios", dijo Trueba, que hizo hincapié en su amor por el surrealismo (Bretón, Buñuel, Dalí) y por el humor: "Tal vez la ciencia ficción y los musicales puedan aislarse como géneros, pero el drama y la comedia, no". Y como muestra, una escena a la que asistió a la puerta de un cementerio en un día especialmente doloroso para él: "La entrada sólo tenía un carril y se acercaban dos automóviles con ataúdes. Llegado un momento iniciaron un 'sprint' para ver quién entraba primero. ¿La carrera de dos coches fúnebres qué es, drama o comedia?"

Durante el coloquio, Fernando Trueba se sacudió una y otra vez la solemnidad como el que se sacude las moscas. ¿Qué ha cambiado entre Ópera prima, su primer filme, y El baile de la victoria, el último? "Ha cambiado básicamente el tiempo que tardas en llegar al cuarto de baño al levantarte. Como dice un amigo mío de 90 años, me duele todo, pero por dentro tengo 20 años". Cuando le preguntaron por Hollywood, el cineasta defendió el carácter artesano de su oficio y recuperó la seriedad: "Le ha pasado como al resto del mundo. Empezó siendo un lugar para los sueños y se ha convertido en un sitio tomado por una raza de ladrones que no ama el cine. Su táctica es: te vamos a dar un montón de dinero para que no hagas lo que quieras. No se puede hacer buenas películas con calculadora".

El fantasma del cine español no tardó en aparecer en la charla y Trueba no se echó la mano a la cartera pero sí a su viejo desapego hacia todo lo que suene a "identidad cultural". "A un libro nunca le pido el pasaporte", afirmó. Ni a un libro ni a una película ni a una canción. "Para mí", explicó, "es más importante (el brasileño) Jobin que cualquier músico español". El teatro Adolfo Mejía se llenó entonces de música, la de Bebo Baldés, rescatado por Trueba en Estudio 54. Se apagaron las luces y pudo verse un par de escenas del documental. El público hubiera seguido allí hasta el domingo por la noche en que se clausura el festival. La mezcla de inteligencia y aire acondicionado es un cóctel difícil de batir.

Caribe mix: música y letra

Las calles de Cartagena de Indias parecen estos días un museo viviente de la literatura universal del momento. Mario Vargas Llosa, Ian McEwan, Paolo Giordano, Héctor Abad, Almudena Grandes, Juan Gabriel Vásquez, Darío Jaramillo, Luis García Montero, Mario Bellatin, Daniel Fadanelli, Màrius Serra, Najat El-Hachmi o Simon Schiama son algunos de los nombres que participan este año en la edición caribeña de un festival con base en Hay-on- wye (Gales) y sedes por medio mundo, de Segovia a Nairobi pasando por Granada o Beirut. Manu Dibango pone la música. Las fotos, ya es un clásico, corren a cargo de Daniel Mordzinski, el fotógrafo que viste de negro desnuda en sus retratos el alma de los escritores. A veces también el cuerpo. Mañana inaugura una exposición.

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