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Los tambores se callan por Tata Güines

Fallece Arístides Soto, una leyenda de la percusión de Cuba

El tamborilero cubano Tata Güine, considerado una leyenda de la percusión de la isla, ha fallecido hoy en La Habana a la edad de 77 años a causa de un cáncer. El percusionista, que paseó su arte por escenarios de Europa, Asia y América y recibió el Premio Nacional de la Música de Cuba en 2006, se encontraba hospitalizado en la capital cubana y será enterrado en su localidad natal, Güines, en la provincia de La Habana, ha informado una fuente del Instituto Nacional de la Música de Cuba.

Más información
Tata Güines participa en la presentación del álbum 'Dos lágrimas' de El Cigala.

Federico Arístides Soto Alejo, conocido artísticamente por el sobrenombre de Tata Güines, nació el 18 de julio de 1930, en el seno de una familia de músicos. Fue autodidacta y, según él mismo decía, se había inspirado en el arte del percusionista Chano Pozo para crear su propio estilo al interpretar la conga. En particular, los solos de tumbadora (tambor), instrumento que revolucionó con su estilo y del que extrajo nuevas sonoridades. Fue candidato varias veces a los premios Grammy Latinos, con los discos La rumba soy yo; Lágrimas Negras, en el que participó como invitado junto al cantante español Diego El Cigala y al pianista cubano Bebo Valdés, y también con la formación del famoso Buena Vista Social Club.

Tata Güines comenzó su trayectoria tocando el contrabajo con un conjunto dirigido por su tío Dionisio Martínez, y más tarde fundó la orquesta Estrellas Nacientes, junto a algunos músicos de su familia. Además de integrar grupos como el Quinteto Instrumental de Música Moderna, compartió escenario con la orquesta Sinfónica Nacional, el cantautor cubano Silvio Rodríguez y el pianista cubano José María Vitier. A su vez, popularizó composiciones propias como Perico no llores más, Auxilio y No metas la mano en la Candela, entre otras. Por su papel en la música, el tamborilero recibió importantes distinciones culturales de la isla como la orden Félix Varela (2004) y la medalla Alejo Carpentier (2002).

"Respetar todo lo que huela a Cuba"

En una entrevista que concedió en abril de 2007 a la revista Bohemia, desveló que una de sus ocupaciones era enseñar a niños para darles el maestro que él no tuvo y que estaba con "más entusiasmo, con más deseos y decisión de seguir adelante" para dejar una obra que otros pudieran interpretar. Entonces, el músico confesó que estaba "muy disgustado" por la poca promoción de la música cubana y la pérdida del espacio de ritmos tradicionales como el danzón frente al reggaeton. "Yo digo que primero hay que tener en cuenta tu música, tu palma, tu bandera, después que venga lo demás, pero hay que tener principios y respetar a todo lo que huela a Cuba", dijo.

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