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La temperatura a la que arden las canciones

Iván Ferreiro, ex de Los Piratas, recurre a la ciencia-ficción en su tercer disco

Daniel Verdú

A veces lo normal acaba siendo lo más marciano. Y esa era prácticamente la única vía que le quedaba a Iván Ferreiro si quería sacar adelante lo de hacer un disco de ciencia-ficción con su hermano Amaro. Otro requisito era descontextualizar escenarios, ponerse a hablar de los otros por una vez y tratar de cantarle, por ejemplo, a "la mala hostia", concepto no tan dado a la sublimación como el socorrido asunto amoroso. Así le salió Fahrenheit 451, el primer sencillo y germen del disco en el que Ferreiro llama hijos de puta, cerdos e ignorantes a todos los que le rodean. "Es que tiene mucho sentido si eres Montag [el bombero que quemaba libros en la novela de Ray Bradbury] y un día descubres que Moby Dick es de puta madre", explica en una sala en la que su discográfica cronometra e interrumpe una tras otra las entrevistas de los periodistas mientras Iván y su hermano dan pausada cuenta de una caja de cigarrillos. Una imagen que define mucho su manera de trabajar. "Nosotros hacemos canciones y ellos [la discográfica] las venden. A mí no me gustaría ser un artista independiente y tener que pensar de dónde saco el dinero para grabar. Uno se aburguesa con muchas cosas. No con las canciones, pero en otras quieres una cierta comodidad", explica. ¿Y el aura de independencia de su música? "Es que es la única manera de serlo. El que no depende de la compañía depende de su papá o del trabajo de puta madre de publicista que tiene. A nosotros nos funciona bien porque no esperan que seamos más de lo que somos. Las compañías son negocios, no ONG encargadas de culturizar a la gente. Y si tienes la suerte de que lo que haces es negocio, pues cojonudo".

"La industria es hoy más fiable porque las ratas han saltado del barco"
"Solo te da la independencia el estar en una discográfica"

Y lo suyo lo es. Hace la música que le da la gana y se vende. Es capaz de llenar Joy Eslava tres días seguidos y tocar casi entero un disco que no ha salido todavía y nadie conoce. Y la gente encantada. Por eso esa industria le trata tan bien. Su anterior disco, por ejemplo, lo colgó entero en la web antes de publicarse. Nadie se quejó. "La industria es hoy más fiable que antes porque es un barco que se hunde y los que quedan son los que quieren remar. Las ratas ya han saltado cagando hostias. Han mejorado algunas cosas", explica Ferreiro antes de la segunda interrupción de una empleada de la compañía. "El pirateo tiene parte de culpa de la crisis, pero es que Sony, que se queja de ello, fabrica CD vírgenes. Hace 400 años me hubiera tocado hablar con el conde de Gondomar para que me diera por culo, para que luego me diera dinero justo antes de hacer una obra para su hija la duquesita... Así que no estamos tan mal", reflexiona.

Por cierto, Picnic extraterrestre, el tercer disco en solitario del ex líder de Los Piratas, coge prestado el título de una novela rusa de ciencia-ficción de la que Andrei Tarkovski se sacó luego de la manga la película Stalker. Son canciones sencillas, casi deconstruidas. Recorre diferentes estados de ánimo y aplica ese sentido de la normalidad radical que a veces hace que las cosas hoy parezcan tan extrañas: "La verdad, estos días prefiero ver Supervivientes en la tele que escuchar música".

Iván Ferreiro, ayer en la sede de su discográfica.
Iván Ferreiro, ayer en la sede de su discográfica.SAMUEL SÁNCHEZ
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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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