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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Contra el tiempo

Luis Miñarro -a quien procede felicitar por la parte (de la Palma de Oro) que le toca- es una auténtica anomalía en el paisaje de la producción española: un productor-autor con un transparente compromiso por los modelos cinematográficos más estrechamente ligados a la evolución del lenguaje del medio y al cuestionamiento de los modos de representación fosilizados por las inercias de mercado e industria.

Podría haberse quedado tranquilo Miñarro con un catálogo que incluye los nombres de Oliveira, Guerín, Alonso, Apichatpong Weerasthakul, Daniel V. Villamediana y Albert Serra -por cierto, uno de los dos únicos cineastas españoles seleccionados (el otro es Isaki Lacuesta) en el libro sobre el futuro del cine Take 100, de inminente publicación por Phaidon-, pero el productor amplía el radio de su generosidad desvelando una inesperada faceta de director. Familystrip es la carta de presentación de un cineasta que ya tiene otro trabajo en puertas: Blow horn, documental sobre las gestiones con la espiritualidad de resultados, al parecer, sorprendentes y libres de tópicos.

FAMILYSTRIP

Dirección: Luis Miñarro.

Intérpretes: Luis Miñarro, María Luz Albero Calvo, Francesc Miñarro, Francesc Herrero.

Género: documental. España, 2009.

Duración: 70 minutos.

Un pedazo íntimo

Familystrip es una película improvisada, un pedazo de intimidad ofrecido al público, pero en el que conviene apreciar una notable estrategia narrativa: Miñarro aprovecha las sesiones de posado de un retrato de familia para recoger la memoria de una generación -la de sus padres- que vivió lo excepcional -e incluso lo heroico- como la forma inevitable de lo cotidiano.

Familystrip es un pulso contra la desaparición que cambió, fatalmente, de sentido: un rótulo final informa de que Francesc Herrero, el retratista de los Miñarro, puso fin a su vida a los 27 años.

La película se convierte, así, en testimonio del carisma y la memoria de los padres del cineasta, pero, también, de los contrastados talentos de éste y el malogrado Herrero para el difícil arte del retrato elocuente.

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