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El último refugio del disco

La crisis empuja a los vendedores de música a comerciar en oficinas-pisos, lejos de los costosos locales de antaño.- Sobreviven gracias un público especializado y a la distribución por Internet

Son el último bastión de la venta personal de discos. Lo hacen en pisos-oficinas, lejos de los curiosos. Solo para auténticos aficionados a la música. En tiempos de top manta y pirateos en Internet (en España esta práctica duplica la media europea, según la Federación Internacional de la Industria Discográfica, IFPI en sus siglas inglesas), ellos se han aliado con la Red y la venta por correo para subsistir y, además, quien quiera puede llevarse algo de sus estantes. Son lugares especializados para compradores de exquisiteces, rarezas y hasta casetes. Alfonso García tiene 46 años y es el dueño de Khurcius, el pequeño almacén en una calle que desemboca en la Gran Vía madrileña. Para llegar a su local hay que atravesar alguna zanja -nada raro en la capital- y dejar de lado una sauna en la que varias chicas esperan clientes. Una llamada al timbre y te recibe un hombre que lleva desde finales de 2004 vendiendo música en espacios reducidos. Dice que comenzó "sin contactos, ni experiencia en el mundillo, como un outsider suicida y, para colmo, en el contexto de la crisis de la industria discográfica". Desde entonces esa crisis "no ha hecho más que empeorar". Una de dos: "O tengo valor torero o estupidez supina".

"Nosotros tenemos ya mucho más que ver con tiendas virtuales que con el viejo concepto de tienda física"
"Hay que adaptarse a las circunstancias y estar siempre disponible" para los clientes, "incluidas vacaciones y fines de semana", dice Andrés García, de discos Khurcius
Andrés Noarbe, de discos Rotor: "Cada vez más clientes compran música de segunda mano porque la descubren en Internet"

De la tienda, García se marchó a un piso cuando "la barra libre en Internet y la jibarización de las ventas no dejaban otra". La IFPI afirmó en su último informe, del pasado enero, que el 45% de los internautas españoles usa webs de descargas de contenidos musicales no autorizados. García ha optado por el "servicio a la carta" y asume que ha pasado a trabajar para los que llama "adorables resistentes: frikis, nostálgicos, fetichistas y melómanos". Él se desvive por "tratar a cada uno de sus clientes como si fueran el único y el último". Pero ¿volvería a vender en una tienda? "No mientras no observe en los políticos la voluntad de proteger del saqueo a las industrias relacionadas con la creación, como la discográfica". "Nosotros tenemos ya mucho más que ver con tiendas virtuales que con el viejo concepto de tienda física, que la piratería ha hecho inviable. Somos como pequeños Amazon o itunes", explica García. El páramo que describe se refleja en informes como el que realizó la consultora IDC en junio de 2010, titulado Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales, en el que se destacaba que de cada cien canciones que se descargan en sus ordenadores los internautas españoles, solo pagan por cinco.

En lo de evitar la venta en tiendas de toda la vida García está de acuerdo con Andrés Noarbe, madrileño de 48 años y dueño de Rotor, cuyo cuartel general también está en una oficina, en la Gran Vía, enfrente de locales que antes eran cines y ahora venden ropa para jóvenes. Noarbe solo se dedica a la música electrónica. En su pequeño piso hay dos platos y un equipo con CD para poder degustar antes de comprar. En las tiendas "entra mucha gente que no va a comprar, sino a pasar el rato". Mientras responde al periodista, Noarbe atiende a un cliente que le pide un disco de... "¿cómo se llama este... Montgomery? "Kent Montgomery", precisa Andrés, que se va a buscar la petición. Vuelve con un CD y el cliente, un hombre de mediana edad y perilla blanca se pone los cascos y comienza a escuchar el disco.

"Siempre he vendido en pisos, durante un tiempo lo hacía en mi propia casa: venían amigos, veían los discos y se los llevaban. Entonces pensé que podría hacer lo mismo con clientes que me pagasen". Noarbe subraya que en Japón y Alemania "hay desde hace años mucha tradición de la venta de música en pisos", una costumbre también implantada en ciudades de Estados Unidos.

La música electrónica sonaba a chino

Este veterano de la venta se lanzó al ruedo en 1982, "cuando lo de música electrónica sonaba a chino en Madrid", y lleva ya 12 años en su piso-tienda. Para él fue más fácil meterse en el mercado porque formaba parte del sello Esplendor Geometric. En su refugio los discos se clasifican en categorías como techno, nueva electrónica, ambient, industrial noise...

García y Noarbe son de los que no tiran la toalla a pesar de que en 2010 el negocio de la industria musical cayó el 21% con respecto al año anterior. "Hay que adaptarse a las circunstancias y estar siempre disponible" para los clientes, "incluidas vacaciones y fines de semana", dice el primero. "Cuando alguien me pide información, lo que intento es exponerle si es localizable lo que busca, el plazo de entrega y precio". Para este vendedor, la mayor satisfacción es, por ejemplo, "dar con un disco de pop tailandés del que estaba encaprichado un cliente". La clave es rastrear en distribuidoras y sellos nacionales o de importación. ¿La última rareza que le han pedido a Noarbe en Rotor? Un disco de Conrad Schnitzler, un veterano de la música electrónica alemana. Y Noarbe muestra el vinilo, en el que no pone nada, ni título, ni autor, solo una foto del artista.

Hay otras razones, muy sentimentales, para comprar música. "Como la chica que busca discos para reconquistar a su novio", señala Aitor G., bilbaíno y uno de los dueños de la web Atmósfera Abrupta, una distribuidora del barrio de Pueblo Nuevo (Madrid) que solo vende vinilos, principalmente de "indie y underground". En su catálogo, grupos como Arcade Fire, Pixies, los escoceses The Jesus and Mary Chain...

En la gama de servicios para el cliente, Noarbe, el dueño de Rotor, incluye en su web críticas de discos, y vende al público y por correo vinilos, CD, casetes, libros y camisetas. "Comprar en este tipo de sitios tiene su encanto, vienen desde veinteañeros, disc jockeys y gente que está en los cincuenta". La parroquia de Khurcius está formada por unos 150 fieles, "pacientes y exigentes, que saben lo que quieren". Mientras que los asiduos de Atmósfera Abrupta van "desde gente gris a eruditos, pero todos con un criterio y fidelidad a prueba de bombas", dice Aitor.

El vinilo

En este peculiar planeta el vinilo vive. "Es un soporte que tiene cada vez mayor demanda, aunque evidentemente nada que ver con las ventas previas a la era digital", admite García. En Atmósfera Abrupta están enamorados de este formato por "su tamaño, su sonido y hasta su peso". Para los creadores de esta web no hay duda: "El vinilo estuvo defenestrado y denostado, pero ahora está resurgiendo y los agoreros que pronosticaron su muerte se equivocaron".

¿Y la segunda mano? García, de la web Khurcius, y los chicos de Atmósfera Abrupta han renunciado a este tipo de venta, al contrario que Noarbe, de discos Rotor: "Cada vez más clientes compran música de segunda mano porque la descubren en Internet".

En lo que sí están todos de acuerdo es en enorgullecerse de sus clientes, "para los que la música es parte irrenunciable de su vida", dice García. Noarbe se encoge de hombros y afirma: "Es que esto es un mundo subterráneo, para aficionados que se morirán con un disco bajo el brazo".

Andrés Noarbe, en su tienda de discos Rotor.
Andrés Noarbe, en su tienda de discos Rotor.ULY MARTÍN
Alfonso García, en su local de venta de música.
Alfonso García, en su local de venta de música.ULY MARTÍN
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