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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Esta vez sí, el nuevo cine rumano

Javier Ocaña

Entre los movimientos surgidos más allá del Telón de Acero durante los años cincuenta, sesenta y setenta, aglutinados bajo el nombre de Nuevos Cines y el apellido del gentilicio correspondiente, nunca hubo un Nuevo Cine Rumano, como sí hubo un checo (Forman, Nemec, Menzel), un polaco que se fue renovando (Wajda, Skolimowski, Polanski, Kieslowski) o un húngaro (Szabó, Jancsó). Rumanía nunca tuvo ni figuras esenciales, ni apoyo gubernamental, ni siquiera valientes que se atrevieran a enfrentarse al régimen intentando engañar a la censura por medio de la metáfora sangrienta. El dictador Nicolae Ceausescu, que dirigió el destino de su país entre 1965 y 1989, parecía dominarlo todo, incluso la ausencia de gran cine.

HISTORIAS DE LA EDAD DE ORO

Dirección: Mungiu, Marculescu, Höffer, Popescu y Uricaru. Intérpretes: Emanuel Parvu, Vlad Ivanov, Diana Cavalioti.

Género: comedia dramática. Rumanía, 2009.

Duración: 155 minutos.

Uno de los capítulos invita a preguntarse si Mungiu conoce la obra de Berlanga

Quizá por ello cuando, solo en el último lustro, por fin el país ha podido otorgar al mundo una gran generación de cineastas y los especialistas han logrado etiquetar sus películas como procedentes de un Nuevo Cine Rumano, sus integrantes están dedicando sus historias, principalmente, a la espada que los mantuvo en estado sufriente durante 25 años. Como esta Historias de la edad de oro, conglomerado de cortometrajes independientes, de irónico título, centrado en unos años de terror donde había que componérselas de la mejor manera para ir tirando: con el contrabando de huevos de gallina, con el timo de la recogida de aire contaminado para conseguir botellas de vidrio que poder revender, o con el agasajo a los mandamases por parte del desolado pueblo.

Los éxitos en diversos festivales de La muerte del señor Lazarescu, 12:08, al este de Bucarest, California Dreaming y Cómo celebré el fin del mundo (las tres últimas, estrenadas en España) desembocaron en el gran triunfo: la Palma de Oro de Cannes, en 2007, para Cristian Mungiu por Cuatro meses, tres semanas, dos días. Un Mungiu que precisamente se erige como la mente pensante de Historias de la edad de oro, escrita totalmente por él, aunque co dirigida por cuatro directores noveles (aunque con edad suficiente para haber conocido aquella época), que supondrían el siguiente eslabón del cine rumano contemporáneo: Iona Uricaru, Hanno Höffer, Constantin Popescu y Razvan Marculescu. Mungiu, por su parte, se ha reservado el segmento más amargo, el único en el que no hay sitio para un humor de raigambre negrísima, expuesto con un estilo árido, brutal, casi documental, cercano al de Cuatro meses...

Como en aquellas maravillosas películas italianas colectivas de episodios (Monstruos de hoy, Señoras y señores, Boccaccio 70...), la sorna y el absurdo dominan un conjunto notable donde, cuanto más enrevesada es la historia, más creíble parece. Además, los españoles podrán comprobar cómo el primero de los segmentos despierta nuestras épocas oscuras, con un pueblo, una parafernalia y un humor tan semejantes a los de ¡Bienvenido, Mr. Marshall! que no hay más remedio que preguntarse si Mungiu conoce la obra de Berlanga. Una pieza magnífica que, además de confirmar el gran estado de forma del cine rumano, sirve de homenaje al maestro español no solo por su calidad, sino por su mérito: él logró rodarla con Franco en vida.

Fotograma de uno de los episodios de <i>Historias de la edad de oro.</i>
Fotograma de uno de los episodios de Historias de la edad de oro.
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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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