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De Andrés, el líbero que no pudo ser

Athlétic y Madrid juegan hoy en homenaje al futbolista, retirado por lesión

Athlétic y Real Madrid se enfrentan hoy en San Mamés (20.15) en partido de homenaje al ex jugador rojiblanco Miguel de Andrés, retirado del fútbol a causa de una grave lesión en la rodilla sufrida hace dos años en un encuentro de Liga precisamente ante el Madrid. En el homenaje participará también el ex madridista Ricardo Gallego (hoy en el Udinese italiano), que fue quien, de forma involuntaria y fortuita, provocó la lesión.

Un cúmulo de circunstancias negativas en el proceso médico han impedido por el momento la recuperación total de la rodilla, a pesar de las seis intervenciones quirúrgicas que se le han practicado a De Andrés en estos dos años de recuperación.Miguel de Andrés, un jugador que otorgaba a todos sus lances del juego, por rudimentarios que éstos fueran, una refinada plasticidad, tenía especial predilección por la tijera para desarrollar su misión en el campo. La inmensidad del terreno de juego se revelaba minúscula para el contrario cuando éste pretendía superar la pierna del jugador rojiblanco que dibujaba una interminable frontera entre el deseo de su oponente y la cruda realidad de sucumbir ante aquel poderoso muro de carne y hueso. Aquella tijera que De Andrés utilizaba con vocación de frenético censor en el medio campo se desarmó el 15 de marzo de 1987. Se enfrentaban el Athlétic de Iríbar y el Real Madrid de Beenhakker. Corría el minuto 14 cuando Gallego ganó la partida a De la Fuente en un forcejeo sobre la línea divisoria de ambos campos. De Andrés se aprestó a censurar la progresión del líbero madridista pero su intento resultó tardío, cometiendo falta sobre su oponente, que, trastabillado, fue a caer sobre la rodilla del jugador del Athlétic. La pasada semana vio por primera vez en el vídeo las imágenes de la jugada fatídica.

Frustración

La tijera dejó de funcionar, tras 14 años de ejercicio en el Athlétic, ocho de ellos en el primer equipo en los que De Andrés nunca calentó el banquillo de la suplencia y sí disfrutó las mieles de dos títulos de Liga, uno de Copa y dos internacionalidades absolutas. Sin embargo, en su bagaje deportivo guardará para siempre una íntima frustración: no haber jugado jamás de líbero en la defensa, por lo que considera, sin resentimientos pero con incuestionable rotundidad, que "todos los entrenadores me han hecho una faena y por ello deportivamente he perdido mucho". El suyo fue un caso de obligada doble personalidad.Este navarro, gráficamente atípico, necesitó de pocos partidos en el Pamplona juvenil para determinar sin género de dudas un buen manejo del balón y un envidiable juego aéreo que le llevaron al Athlétic después de ser pretendido por Barcelona y Real Madrid. La dureza con que trataba la pelota para conquistarla contradecía el trato refinado con que la devolvía a sus compañeros. Algunos entrevieron en él al Beckenbauer español, como llegó a definirlo Santamaría, por su morfología futbolística. Nadie lo sabrá jamás.

Siete años después de su debú, y ya glorificado más como cortador de juego que como sastre futbolístico, la lesión le dejó helado al conocer un parte médico aterrador: rotura de ligamentos y menisco que fue definida por el doctor Vilarrubia como "la más grave que he visto en los últimos años". Para colmo de males, cuando el calvario parecía concluir, una jeringuilla infectada, que fue utilizada para extraerle líquido sinovial, le introdujo en la rodilla un microbio que destrozó su rótula. Era el final futbolístico y al mismo tiempo el inicio de la recuperación de la pierna para el futuro. Cuatro operaciones posteriores no han bastado y el quirófano le espera de nuevo.

Al final, espera seguir pensando que, como le dijo el presidente del Castellón, club en el que estuvo cedido una temporada, "el fútbol es de vivos y de pillos y de vez en cuando hay que hacer alguna faena". El destino se la hizo a él, en toda su magnitud, el 15 de marzo de 1987.

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