_
_
_
_
_
Reportaje:

Afición negra, ídolo blanco

El defensa Booth es todo un ejemplo del final de los prejuicios raciales en Suráfrica

Una espectacular fotografía de más de diez metros de altura recibe al visitante en la terminal del aeropuerto de Johanesburgo. En ella, un futbolista blanco vestido con la zamarra amarilla y verde que identifica a la selección de Suráfrica remata de chilena. El logo de la Copa Confederaciones completa la futbolística bienvenida al país. No es casual que los seguidores de los bafana bafana, mayoritariamente negros, idolatren a Matthew Booth (Fish Hoek, Ciudad del Cabo; 1977). Resulta que no es el primer futbolista blanco que defiende la camiseta del equipo nacional, pero sí el más querido. Un repaso recuerda otros jugadores blancos entre mayorías negras, como el portero Hans Vonk, 43 veces internacional entre 1998 y 2005; su sustituto bajo los palos. André Arendse, que llegó a actuar en el Oxford United y el Fulham, y también Eric Tinkler, un mediocentro poderoso. Pero Booth es algo más. Booth es un blanco en el corazón de la grada negra. Booth es uno de ellos.

Se encumbró gracias al triunfo sobre Brasil en los Juegos Olímpicos de 2000

La afición suele tener sus favoritos, a los que acompaña en sus acciones con referencias fonéticas, justo como la del Chelsea hacía con el alemán Hull gritando "hull, hull", cuando tocaba el balón en Stamford Bridge. Así, las acciones de Lucas Rabede tenían el acompañamiento de un prolongado "rooo", a Mark Fish le animaban coreando "feeesh" y a John Moshoeu le acompañaban al grito de "shoes, shoes". Y a Booth le aúllan "booottthhh", leáse buuutttzzz, lo que generó una mala interpretación de muchos periodistas extranjeros en la Copa Comfederaciones durante el primer encuentro de los bafana bafana, contra Irak, cuando se interpretó que era abucheado.

"Lo tengo que explicar muchas veces porque llama a equívocos", aclaró Booth otra vez en el día de ayer. "Me animan, no me critican. Me quieren mucho y, para mí, es maravilloso escuchar a los aficionados", dijo el defensa central, blanco y calvo, que durante siete temporadas ha defendido los colores del Krilya, que llegó a probar suerte en la Premier, concretamente en el Wimblendon, y que actualmente juega en el Mamelodi Sundowns.

No es el único blanco de la selección -también está Fernandes, portero suplente- pero, sin duda, es el más apreciado. La devoción nació durante el partido contra Brasil en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, fecha histórica para el fútbol surafricano, que jamás había ganado a los brasileños. Les ganó entonces y dicen que el principal culpable fue el tipo blanco y espigado que rechazo todos los balones que se acercaron al área. Además, Booth está casado con una princesa de raza negra, la modelo Sonia Bonnaventa, que le ha dado dos hijos: Nathan Katlejo y Noha Neo.

Esta noche, cuando un individuo alto y calvo, blanco entre negros, toque la pelota, las vuvuzelas, las insoportables trompetas que suenan incesantemente durante los partidos en este rincón del mundo, dejarán de sonar. Un clamor tronará desde la grada: "Booottthhh". No crean que es desprecio. Es cariño hacia el ídolo blanco. "Solo espero que, si perdemos, no nos den con las vuvuzelas en la cabeza", bromeó ayer el propio Booth.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_