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Amenazado de muerte un futbolista de la liga colombiana tras patear una lechuza

El animal, que fue agredido el domingo por el panameño Luis Moreno durante un partido, murió el martes en una clínica en Barranquilla

El jugador panameño Luis Moreno ha sido vilipendiado, amenazado de muerte y será sancionado tras la patada que propinó el domingo a una lechuza durante un partido de la liga colombiana entre su equipo, el Deportivo Pereira, y el Atlético Junior de Barranquilla, que jugaba de local. La lechuza murió la madrugada del martes en una clínica veterinaria de la ciudad caribeña, en la costa atlántica de Colombia, horas antes de que fuera liberada.

El video de la transmisión del partido muestra que la lechuza, aturdida por las luces y el ruido del estadio, es alcanzada por el balón y cae al suelo. El árbitro detiene el juego. Moreno, que no es el jugador más cercano al animal, recorre varios metros para patearlo fuera del campo. El sonido refleja que la indignación de los asistentes al Estadio Monumental de Barranquilla es inmediata -comenzaron a gritar: "¡Asesino!"? y rápidamente contagió a todo el país. Moreno se disculpó, visitó al día siguiente el zoo de Pereira (a unos 100 kilómetros al oeste de Bogotá) y afirmó a los periodistas que se comprometía a visitarlo cada mes para demostrar su amor por los animales. Demasiado poco y demasiado tarde. "Si eso hace con un animalito, cómo tratará a un ser humano", comenta el camarero Juan Carlos Romero. Muchos están de acuerdo con él. Un grupo de manifestantes se reunió el lunes frente a la sede de la División Profesional de Fútbol Colombiano, en Bogotá, para exigir una sanción; grupos ambientales han llegado a pedir que lo encarcelen o lo deporten y el Departamento Ambiental de Barranquilla abrió una investigación en su contra. El jugador asegura que ha recibido hasta amenazas de muerte y su madre, entrevistada por un canal de televisión panameño, teme que le agredan.

Lo irónico es que la lechuza no murió directamente por la patada, sino por la cadena de sucesos que desencadenó. El ave fue atendida de inmediato en el estadio y enviada a una clínica veterinaria de Barranquilla, donde se supo que no había sufrido fracturas, ni siquiera un hematoma. "Estaba aturdida pero estaba bien. Hasta el día siguiente [lunes] empezó a respirar mal", recuerda Alexander Acosta, uno de los especialistas que la atendieron. Acosta sospecha que el ave, cuya especie no permite que se le mantenga en cautiverio, sufrió por la manipulación excesiva -decenas de personas la tocaron y en la clínica recuerdan que más de 50 veterinarios de todo el país llamaron para averiguar su estado?, la angustia de estar encerrada y los flashes de los fotógrafos. "Son animales muy sensibles, les afecta el exceso de luz y de ruido", explica Camilo Tapia, el veterinario experto en aves silvestres a cargo del tratamiento del animal. Su diagnóstico, miopatía por captura. En otras palabras: estrés. "Decayó rápidamente, se le colocó oxígeno", describe Acosta. Los esfuerzos fueron inútiles. El animal murió la madrugada del martes, horas antes de que lo devolvieran a su hogar, el Estadio Monumental de Barranquilla.

No es la primera vez que un animal salvaje irrumpe en el campo pero sí es la primera en que es agredido. "Barranquilla tiene un área verde muy grande y particularmente una amplia fauna silvestre", explica Tapia. En una ocasión anterior un jugador había sacado a otra lechuza del campo, pero "la rodó, no la pateó", subraya Acosta. Estas aves -lechuzas del campanario? son tan comunes en la región que otra lechuza, una hembra, construyó un nido en el mismo estadio y ha puesto huevos. Espera nueve crías. Acosta cree que el ave atacada, un macho, era el padre. El animal no era la mascota del equipo, pero funcionaba como una especie de oráculo que predecía el resultado de los juegos. "Dicen que siempre que -aparecía en el campo, ganaba el Junior", comenta el taxista Juan Ignacio Reyes. No falló el domingo. El Atlético Junior de Barranquilla ganó al Pereira dos goles a uno.

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