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Crónica:Segunda División | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Atlético pone cara de Segunda

Los rojiblancos se ofuscan en un choque demasiado físico

Falto de reflejos y de imaginación, apabullado por un rival concreto y acertado en su breve propuesta futbolística, el Atlético de Madrid vivió un encuentro de pesadilla que condiciona sus aspiraciones de regresar a Primera. Un paso atrás en una cita que examinaba el carácter de los rojiblancos, aspirantes tardíos a la pelea por el ascenso. La derrota siembra de dudas al Atlético: incapaz de jugar a fútbol en un campo imposible, el conjunto de Marcos Alonso puso cara de Segunda, se apagó y se entregó a un choque fìsico que se le antojó enorme.

Ipurua no rima con fútbol. El campo del Eibar condiciona casi todas las premisas tácticas de los equipos visitantes para favorecer el estilo del anfitrión, un equipo acostumbrado a la carambola y a la patada a seguir. El Atlético tuvo la sensación de no estar jugando a nada, entre bola va y bola viene, resbalones en el barro y balones al aire. Todo lo contrario que el Eibar, en su salsa con estos mismos ingredientes. En Ipurua hace falta estar preparado para usar la cabeza, que no las neuronas. El balón siempre tiende a salir a un par de metros del suelo: el Eibar prefiere prescindir del césped y es un especialista en privar de suelo al rival, lo que obliga a éste a encomendarse a dudosos atajos siempre aéreos.

EIBAR 2| ATLÉTICO 1

Eibar: Jauregi; Garai, Prieto, Machón, Gurrutxaga, Gartzen (Casquero, m. 76); Olano, Artetxe, Leniz, Barkero (Soria, m.90); Arenaza. Atlético: Sergio; Njegus (Dani, m.61), Amaya, Hibic, Fagiani (Correa, m. 45); Hugo Leal; Roberto (Aguilera, m. 57), Kiko, Luque; Salva. Goles: 1-0. M. 27. Leniz, de cabeza a saque de córner. 2-0. M. 35. Arenaza remata en el área pequeña un centro de Barkero desde la izquierda. 2-1. M. 71. Salva, a centro de Aguilera. Árbitro: Bello Rebolo (Colegio Gallego). Amonestó a Garai, Artetxe, Olano, Gartzen, y Blas Ziarreta, técnico del Eibar. Unos 5.000 espectadores en Ipurua.

El ejercicio tenía desquiciado al Atlético apenas cumplidos los primeros veinte minutos. Y cansado, sobre todo en el aspecto anímico. Enfrente, el Eibar se ajustaba a su escueto guión, un libreto transparente, el mismo que le ha convertido en inquilino perpetuo de Segunda: firmeza defensiva y balones a Arenaza, el único punta del equipo. Poco en apariencia, pero demasiado para los madrileños, superados por un encuentro demasiado físico, demasiado sucio. El Eibar no corría más, corría mejor; saltaba más y ajustaba mejor sus oportunidades. La segunda, en un saque de esquina, concedió el primer gol a los armeros. Y desquició al Atlético, que apenas diez minutos después provocó un penalti inadvertido por el árbitro y encajó un gol visto y no visto por la defensa. Barkero se hartó de aparecer por la banda izquierda, seguido siempre con unos centímetros de retraso por Njegus: los guipuzcoanos hacían sencillo aquello que al Atlético se le antojaba un trauma.

El doble pivote madrileño, lo mismo que el resto de los centrocampistas, quedó prácticamente inédito, superfluo en un encuentro donde no se discutía de fútbol, donde el centro del campo quedó como una zona de paso rápido. El Eibar arrugó al Atlético, asfixiado por la falta de espacios, por la capacidad de repliegue de un rival que se concedió el lujo de atosigarle en el segundo tiempo gracias a contragolpes bien dirigidos por ambas bandas aunque siempre mal resueltos. Al Eibar no se le puede pedir más. Sí al Atlético, pero no en Ipurúa

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