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FÚTBOL Segunda División

El Atlético se salva de penalti

Sufrido triunfo rojiblanco ante un Lleida que se estrelló contra los postes

Tras un partido angustioso, frenético, tan huérfano de fútbol como repleto de hechos accidentales, y a la postre determinantes, el Atlético logró otra victoria agónica, como está mandado tratándose de quien se trata. Se salvó gracias a dos penaltis y gracias a la madera de su portería, donde estrelló el Lleida sus contadas ilusiones. Un Lleida que se encontró con un par de regalos impagables, dos balones que volaron al área del Atlético y que los de Marcos defendieron como no se ve ni en los tebeos. Y dado que Toni sólo se siente protegido cuando el larguero cubre su cabeza, el Lleida consiguió dos goles que ni en el mejor de sus sueños.Marcos tuvo que cambiar sus planes porque Toni, el lateral, se lesionó en el calentamiento. El técnico optó por llamar a Gaspar, que estaba en la grada, y colocarle en el lado izquierdo de la defensa. 25 minutos tardó en rectificar, porque aquello era un chollo para el Lleida, que ya en la primera ocasión que por allí asomó logró una falta, de Gaspar, claro, y el envío de Moreno cayó sobre el área rojiblanca, donde Toni y los suyos prepetraron el primer horror para jolgorio de Óscar Álvarez, que cabeceó a gol, y del Lleida en pleno.

ATLÉTICO 3 LLEIDA 2

Atlético: Toni; Njegus, Santi, Hibic, Gaspar (Lawal, m. 25); Aguilera, Juan Gómez, Hugo Leal, Luque; Kiko (Juan Carlos, m. 83) y Salva.Lleida: Busquets; Javi García, Oriol, Óscar Álvarez, Lusarreta (Garrido, m. 62), Rubiales; González (Nakor, m. 55), Simeón, Suárez, Moreno (Padin, m. 81); y Ramón. Goles: 0-1. M. 15. Óscar Álvarez se adelanta a la defensa y cabecea desde cerca. 1-1. M. 28. Lío en el área que resuelve Aguilera. 2-1. M. 38. Penalti sobre Hibic que transforma Salva. 2-2. M. 48. Lusarreta cabecea ante la salida en falso de Toni. 3-2. M. 49. Penalti que lanza Salva, rechaza Busquets, pero el propio Salva remacha. Árbitro: Pérez Izquierdo. Amonestó a Santi, Juan Gómez, Njegus, Aguilera, Oriol, Ramón, Suárez, Simeón y Moreno. Unos 40.000 espectadores en el Calderón.

Pero Lawal, que relevó a Gaspar, le dio cierto aire al Atlético. Caracoleó por la izquierda y cuando se encontró sin salida retrasó hacia Luque, que la puso al borde del área pequeña. Allí, Salva luchó como si en ello le fuera la vida y el balón acabó en los pies de Aguilera, un tipo que vive en estado de gracia, que fusiló. Poco después se produjo el primer penalti y el Atlético, exclusivamente a base de arrojo, se dio de bruces con una remontada que su fútbol no pedía.

Porque el conjunto rojiblanco, excepto cuando Aguilera se hace presente, resulta previsible. Sus argumentos empiezan y acaban en la búsqueda de Kiko, que recibe siempre de espaldas, siempre ahogado por uno o dos marcadores, siempre de mala manera. El epílogo de cada intentona admite dos variantes: o bien Kiko acaba en el suelo, y ya depende del árbitro decidir si aquello merece la consideración de falta, o bien la pelota acaba en otra parte del campo, despejada por alguno de los defensas que acuden prestos a la acción. Así que al Lleida no le fue difícil apoderarse del balón. Sin embargo, la madera se interpuso en su camino. Al larguero se fue un cabezazo de González y en la escuadra estrelló Moreno un lanzamiento de falta.

Empató el Lleida en un córner que el Atlético defendió a su modo y manera, o sea, fatal, pero un minuto después otro penalti, que lanzó Salva, rechazó Busquets, y que el propio Salva mandó dentro, dibujó en el marcador el que sería resultado final. Luego se vio un ejercicio infructuoso del Lleida, que no dio para más, y una muestra de poderío físico, que no de talento, del Atlético, con el público aplaudiendo la lucha de uno y de otro, de cualquiera que de rojiblanco vistiera, imposible como le resultó aplaudir su buen fútbol.

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