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Reportaje:

Beckenbauer arriesga su prestigio con su retorno al fútbol alemán

Con su retorno al fútbol del más alto nivel, Beckenbauer acepta, a sus 35 años, un importante desafío y arriesga gran parte de su prestigio. El Hamburgo, su nuevo club, es de los que aspiran al título en todas las competiciones. Pese a que el puesto de líbero es el único (aparte del de portero) en el que un jugador de clase puede mantenerse durante muchos años con decoro, nadie puede garantizar que tras cuatro temporadas en el Cosmos, Beckenbauer pueda afrontar la dureza y seriedad del fútbol alemán.

Beckenbauer se hizo como jugador en el Bayern de Munich y su carrera deportiva coincide con el gran boom del fútbol alemán durante la pasada década. Se dio a conocer en el Mundial de 1966, en Inglaterra, donde su selección fue finalista y cayó ante la inglesa en la prórroga; entonces jugaba como medio de ataque, formando en el centro del campo con los interiores Haller y Overath, pero pronto pasó a funciones de líbero. En 1970, en México, su selección cayó ante la italiana en semifinales, también con prórroga, y en 1974, mundial disputado en Alemania, consiguió el título del mundo. Para 1978, en Argentina, Beckenbauer ya no estaba en el equipo. A su título mundial une el de campeón de la Eurocopa en 1972, y el segundo puesto en esta competición, en 1976, cuando cayó ante Checoslovaquia tras la prórroga y los lanzamientos desde el punto de penalti. Con el Bayern de Munich tiene la Recopa de 1967, tres títulos de Europa consecutivos, los años 1974, 1975 y 1976, y seis nacionales.Es todo un historial para este jugador esbelto como un galán y elegante como un lord, y que, a los 31 años, decidió aceptar una oferta del Cosmos para jugar en el cómodo y poco exigente fútbol norteamericano. Su presencia en el Cosmos, junto con Pelé, sirvió para que este equipo se apuntase dos campeonatos de Estados Unidos y para que la difusión de este deporte en aquel país fuese mucho mayor, pero sus victoriosas campañas en el Cosmos no han servido para mejorar su prestigio y, sin duda, han tenido que relajar su espíritu de sacrificio y su capacidad de lucha. En Estados Unidos, el fútbol ofrece tres meses de vacaciones, rivales sin ciencia futbolística y muchas facilidades para el lucimiento. Pero su estancia en Estados Unidos le ha servido para ganar en cuatro años más que en toda su carrera en el Bayern.

La suerte para Beckenbauer es que su demarcación es la que más respeta a los jugadores de edad. El de líbero se ha convertido en el puesto más prestigioso del actual fútbol, desplazando de tal condición al cerebro, un tipo de jugador que hace pocos años encarnaba lo mejor del fútbol y que ahora está en vías de extinción. Los Gerson, Luis Suárez, Rivera, Velázquez, Netzer u Overath eran antes los mimados de la afición. No eran combativos ni su presencia en el juego era continua, pero cuando se hacían con el balón esquivaban la entrada de su marcador con un regate elegante y ajustado como una chicuelina y colocaban un pase largo, templado, preciso e inteligente que llenaba de fútbol los ojos de la hinchada. La dureza, el vigor y el ritmo que hoy se exige para jugar en el centro del campo va camino de extinguir este tipo de jugador. Hoy, sólo el italiano Antognoni es digno sucesor de aquella estirpe.

En cambio, ha crecido el papel del líbero, un invento relativamente moderno en el fútbol, deporte ya centenario. Su aparición internacional se produjo en el Mundial de 1958, cuando los suizos, sobre cuyo suelo se jugaba el campeonato, trataron de compensar su inferioridad técnica con un planteamiento defensivo. Bocquet fue colocado por detrás de la línea normal de tres defensas, para acudir en socorro del que se viese desbordado. Suiza consiguió pasar a los cuartos de final gracias a una sorprendente victoria sobre Italia. En cuartos de final, llevaba ventaja de 3-0 sobre Austria cuando Bocquet tuvo que salir fuera del campo durante un cuarto de hora por una lesión. Cuando reingresó, Austria ganaba por 5-3, y terminaría imponiéndose por 7-5. A pesar de esta derrota, el cerrojo y el nuevo puesto de líbero ganaron muchos adeptos.

Si fue en Suiza la aparición internacional del líbero, se discute quién fuera su inventor. Helenio Herrera ya hacía jugar de cuando en cuando en este puesto a Riera varios años antes, y el Inter, con Alfredo Foni como entrenador, había ganado dos títulos de Liga en Italia, a principios de los cincuenta, utilizando el cerrojo. Pero, sin duda, el gran éxito internacional del cerrojo y su máxima difusión se debió al Inter de Helenio Herrera, dos veces campeón de Europa y dos de la Copa Intercontinental, con un inexpugnable sistema defensivo. La calidad del líbero Picchi, jugador con enorme técnica y serenidad para controlar el balón en las difíciles situaciones que se originaban en su área y sacarlo limpiamente jugado hacia Suárez o Corso tuvo mucho que ver en el éxito del Inter.

Al ataque

Pero, con el paso de los años, el líbero dejó de ser un simple defensa para convertirse en un jugador creativo, en un armador de juego que suplantó, como queda dicho, al cerebro. La poco elegante denominación de «defensa escoba», que durante algún tiempo se utilizó en España, tenía su justificación cuando la única función del puesto era la de barrer los balones sueltos que caen tras la defensa, pero dejó de tenerla cuando a ésta se añadieron otras misiones más creativas.Fue Beckenbauer, precisamente, el primer gran líbero de la nueva era. El comenzó a salir de detrás de la defensa, con el balón controlado, la cabeza alta, sin marcador directo del que deshacerse con su elegante regate largo buscaba las zonas libres y avanzaba hasta que encontraba un claro donde colocar el balón para que un compañero lo recogiera en condiciones ventajosas. A Miljanic le gustó esta forma de jugar y colocó a Pirri en el Madrid en esa misma función. Luis Suárez también alargó su carrera como jugador en este puesto cuando pasó del Inter al Sampdoria.

Hoy, el líbero es, en casi todos los equipos, el jugador de mayor confianza del entrenador. Suele ser veterano, técnico y tranquilo. El partido no le exige mucho, pues puede escoger el momento de sus correrías hacia el ataque, y su desgaste es menor. Krol, un fogoso lateral del Ajax de los mejores tiempos, es hoy otro de los mejores ejemplos de la veteranía aprovechada para este puesto. Pero Beckenbauer tiene ya 35 años y lleva cuatro apartado del fútbol serio. Ahora se reencuentra con el más exigente del mundo y dentro de un equipo que este año fue finalista de la Copa de Europa y aspiró hasta la última jornada al título de Liga. Sin duda, será difícil que se readapte.

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