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Reportaje:

Beckham en París, asunto de Estado

El ministro de Industria afirma que la Hacienda francesa sumará millones gracias a la estrella

El enésimo contrato que firma en su larga carrera David Beckham (Leytonstone, periferia de Londres, 1975) ha sido recibido en Francia con el sabor prohibido de la primera vez. La anunciada llegada del mediocampista para jugar durante 18 meses en el PSG, el deprimido equipo de la capital que intenta resucitar un fondo de inversión de Catar a base de petrodólares, está siendo analizada hasta el mínimo detalle. Beckham (y señora) cobraría 800.000 euros mensuales brutos más pluses, lo que supone unos 17 millones en año y medio. La cifra ha sido definida como una indecencia y una obscenidad, dada la edad del futbolista y la sangrante crisis que vive Europa. Pero las cuentas parecen salirle al nuevo rico PSG, que ayer por cierto despidió a su entrenador, Antoine Kombouaré (Rijkaard podría sustituirlo, o Makelele), e incluso al Gobierno francés, que cuenta con ingresar en Hacienda la mitad del astronómico salario, más pluses.

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El sueldo de Beckham casi doblaría al del jugador mejor pagado de la Liga, Yoann Gourcuff, que cobra 500.000 euros brutos al mes en el Lyon. Pero, según los cálculos de los medios locales, el medio inglés será un gran negocio para Francia. Dejará 5,5 millones en concepto de impuestos, y unos 3,3 millones más de IVA sobre el merchandising. Sin olvidar las tasas sobre la vivienda, ya que la fortuna del matrimonio está valorada en 200 millones de euros, y aquí algunos dan ya por hecho que se comprarán un chalet en la céntrica avenida Montaigne.

El fichaje se ha convertido en asunto de Estado. Eric Besson, ministro de Industria, aparcó por un momento la anglofobia que parece aquejar últimamente a sus compañeros de Ejecutivo para defender la operación Beckham como un verdadero momio. Besson dijo que el jugador pagará un 50% de impuestos, y añadió que su advenimiento será una "bonita oportunidad para promover el fútbol francés" en el mundo. "Comprendo que el montante salarial puede herir y chocar, ¿pero no será mejor que pague sus impuestos en París antes que en Londres?", se preguntó el ministro. "Yo prefiero que los pague en París".

Además de para hacer patria y algo de demagogia, el megacontrato ha servido para evaluar el estado, económico y deportivo, del fútbol francés, alejado de los grandes títulos de clubes desde hace décadas y con la selección emprendiendo una renovación incierta tras haber puesto en la picota a los jugadores mestizos y negros por el desastre del Mundial de Sudáfrica. Le Monde afirmaba ayer que durante su estancia en el Real Madrid, de 2003 a 2007, el telegénico Beckham dejó en la caja de Concha Espina 440 millones de euros en ingresos por venta de camisetas y otros productos. La cifra es seis veces superior al presupuesto que tenía el PSG la pasada temporada.

La marca Beckham, juegue más o juegue menos, garantiza continua repercusión mediática y muchos ingresos atípicos. El circo, y sus amplias posibilidades de explotación en otros mercados, como Oriente Medio y Asia, abren nuevas fronteras de negocio y de imagen al fondo Qatar Sports Investments, accionista mayoritario del equipo del Parque de los Príncipes. El problema es que los emolumentos amenazan con romper el sano equilibrio financiero de la Liga francesa, que a día de hoy debe solo 109 millones de euros a terceros (frente a los 78 millones que adeudan los clubes alemanes, los 4.000 millones del agujero negro español y los 3.500 de Inglaterra, todo ello según cifras de Le Monde).

Tan razonable nivel de endeudamiento se debe al férreo control de un organismo oficial, llamado Dirección Nacional del Control de Gestión, que vigila y asegura (de forma algo pomposa) la "perennidad y equidad de las competiciones", limitando la capacidad del gasto de los equipos de Primera, Segunda y Tercera división, mediante sanciones muy rigurosas. El fútbol francés cumple además la regla europea del "50+1", que impide a los accionistas poseer más del 49% de las acciones.

Todo este virtuosismo parece a punto de irse a pique con la llegada de Beckham, aunque lo cierto es que el fondo catarí echó ya la casa por la ventana este verano fichando al argentino Pastore. El presidente de la Asamblea Nacional, Jacques Remiller, ha propuesto abrir una comisión de investigación sobre los sueldos de los futbolistas.

El rigor y el fair play financiero que promueve la UEFA están amenazados por "la acumulación de predadores y mecenas imprevisibles", señala Le Monde. Jeques, oscuros fondos de inversión, agencias de compraventa, millonarios del ladrillo español o ruso, acuerdos bajo manga con Hacienda... De Málaga, Madrid y Sevilla a Manchester o Chelsea, pasando por Roma y ahora también por París, no faltan ejemplos. Quizá para tratar de desmarcarse de esta tendencia antisocial, la alcaldía socialista de París ha prometido bajar la subvención pública al PSG. "Como mucho daremos un millón", ha dicho el alcalde, Bertrand Delanöe. El contribuyente estará mucho más tranquilo. Pero, si no lo está, el PSG tiene ya entre 20.000 y 30.000 camisetas de Beckham listas para imprimir.

Beckham en un partido con Los Ángeles Galaxy.
Beckham en un partido con Los Ángeles Galaxy.JASON REDMOND (AP)

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