Del Bosque no tiene bastante

La victoria de España en París (0-2) ha conmocionado Francia hasta el punto de convertirse en una cuestión de Estado. El diputado François-Michel Gonnot pidió ayer por carta a Rama Yade, ministra de Deportes, que intervenga para reemplazar con urgencia al seleccionador, Raymond Domenech, del equipo del gallo. La hinchada bleu ya hizo sentir a Domenech su pensamiento pidiéndole la dimisión durante el partido. Hasta el mítico Guy Roux, entrenador durante casi 30 años del Auxerre, metió baza. "El problema de Domenech es que Ribéry y Henry se tienen que quedar en el banquillo", dijo indignado tras el encuentro. "Nos dieron [los españoles] una lección de juego colectivo. En la segunda parte hubo seis cambios y siguieron jugando igual. Son mejores individualmente, pero también en el concepto colectivo", resumió Bixente Lizarazu, campeón del mundo en 1998 y europeo en 2000 con Francia y ex jugador del Athletic.

A España le llueven los elogios, pero Vicente del Bosque salió de Saint-Denis murmurando bajo el mostacho, sin quitarse de encima la paradójica sensación de no estar del todo satisfecho tras haber presenciado una exhibición y haber puesto fin a 42 años de sequía en suelo francés. La Roja demostró que incluso tiene un juego de dos velocidades: es capaz de dormir y marear al rival con un toque interminable y de meter en un momento dado otra marcha con jugadores tan verticales como Navas y Torres, que salieron en la segunda parte. Sin embargo, para Del Bosque, la prueba no salió del todo bien. Llegados a este punto, al técnico ya no le basta con ganar y gustar. Ni siquiera, con haber aprendido a manejar los envites. Se trata igualmente de sentenciar los partidos, apuntillarlos siempre que se pueda. Y en el Stade de France se pudo dar la puntilla de manera más contundente y no se hizo. A España le valió para ganar sin jugar a tope. "Ha sido una victoria bonita, pero ha habido cosas buenas y malas. Nosotros somos exigentes y queremos siempre lo mejor para el grupo. Ahora debemos seguir trabajando para acabar de pulir algunos defectillos", razonó Del Bosque. Al salmantino le persigue la sensación de haber jugado a medio gas. Así que en su análisis privado fue algo más contundente.

Del Bosque celebró que su equipo tocara mucho la pelota, claro, pero no le gustó nada que lo hiciera muy atrás, dentro de su propio campo, ni el exceso de horizontalidad en el juego. Tampoco, que no se aprovechara la salida de Navas para fomentar la verticalidad. España humilló a Francia, sí, pero el conjunto rival remató más a puerta (nueve veces por seis) y la selección española perdió más balones de lo normal (86, dos más que el cuadro de Domenech). Además, España apenas consiguió centros: cuatro. Comparados con los números del partido de noviembre ante Argentina, la diferencia fue enorme. En la celebración del centenario de la federación, España remató 14 veces, siete entre los tres palos; centró 24 veces al área y perdió 71 veces la pelota, seis menos que Argentina.

Según dijo Xavi, el estilo está claro: "Posesiones largas y mucha combinación". Asegura el volante que así se ganó la Eurocopa de 2008 y que así se competirá en el Mundial. Del Bosque está de acuerdo, pero los dos son conscientes de que el equipo levantó el pie, reculó y fue conformista, especialmente en el segundo tiempo. El seleccionador quiere un conjunto atrevido y volcado hacia el gol antes que resultadista. En Francia, piensa, España jugó demasiado con el resultado, el balón y la cabeza.