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Carrillo estropea la paz

Bandera blanca hasta el final, cuando un gol en propia meta del peruano resuelve el 'Clásico del Pacífico' en favor de Chile (1-0)

Se presuponía que el Clásico del Pacífico no entendía de treguas, que los dos equipos, limítrofes y por lo tanto dados a pelear por lo geo-político, por tal o cual pertenencia -"El pisco es del Perú", rezaba una pancarta en el estadio-, se dejarían la piel y algo más en el duelo. La grada, repleta de chilenos porque el campo les pillaba más o menos a la vuelta de la esquina, así lo atestiguaba. Pero los dos equipos sacaron bandera blanca desde el inicio, por más que el colegiado quisiera demostrar lo contrario al expulsar a dos futbolistas por un rifirrafe sin más, por una calentura que no pasó de los empellones. Y cuando todo parecía resuelto para, ahora sí, tenderse la mano, apareció Carrillo, que se coló un gol en propia puerta y estropeó la paz. Un gol celebrado por Chile, que termina como primera de grupo y elude Argentina en los cuartos de final -principal miedo de Borghi-, y un tanto inoportuno pero no fatídico para Perú, que sigue atornillado en torneo.

CHILE, 0-PERÚ, 0

Chile: Pinto; Ponce, Jara, Estrada; Carmona, Silva; Fierro (Valdivia, m. 59), Jiménez, Beausejour; Suazo y Paredes (Alexis, m. 59).

Perú: Libman; Revoredo, Ramos, Acasiete (Vílchez, m. 46), Corzo; Guevara (Lobatón, m. 70), Ballón, Yotún, A. González (Carrillo, m. 76); Chiroque y Ruidíaz.

Goles: 1-0. M. 92. Carrillo, en propia puerta.

Árbitro: Salvio Fagundes (Brasil). Amonestó a Corzo, Revoredo, Ramos, Libman, Estrada, Valdivia. Roja directa a Carmona (m. 62) y Beausejour (m. 62).

Estadio Malvinas Argentinas. 40.000 espectadores.

Clasificados los dos equipos para la siguiente fase, ambos técnicos primaron de inicio el reposo y la prevención de posibles sobresaltos -como las lesiones-, que el resultado en sí. Alineaciones plagadas de suplentes y descenso irremediable de decibelios y ritmo del juego, como si el balón rodara más lento e impreciso, como las botas estuvieran torcidas. Perú, en cualquier caso, salió peor parado con el cambio porque su profundidad de armario es menor, porque hay titulares que no tienen reemplazo. Perdió la selección de Markarián un ápice en el regate (Advíncula), en el pase y el disparo (Vargas), y en el remate (Guerrero), demasiadas flaquezas para combatir a una versión de Chile un tanto menor, pero sugerente al fin y al cabo. Si bien careció de profundidad y dentelladas por el costado derecho (sin Isla ni Alexis Sánchez) y de músculo en la medular (Medel), Borghi mantuvo futbolistas capitales como Ponce, encargado de dar sentido al primer pase y de descontar rivales con la salida de la pelota, como Beausejour, que es un tormento por el ala izquierda, y a Suazo, referencia en el frente de ataque.

Esquivo con la prensa, de siseo al hablar como revelaron sus compañeros en el Zaragoza, Suazo guarda las palabras para sus amigos y para la cancha, donde, infatigable, se despliega por todo el frente de ataque. Cumple igual como ariete que como falso 9, espléndido en el pase y en la mezcla, aunque un tanto atolondrado en el regate. Pero sus compañeros, al contrario que en los dos primeros duelos, prefirieron las jugadas de salón, las que arrancan un ¡oh! masivo, que la mezcla. A la que la agarró Suazo, sin embargo, siempre más retrasado de lo que le tocaba, el equipo recuperó el toque. Un pase al centro, otro a la banda y centro. Uno y dos; rápido y al pie. Como en esa jugada al más puro estilo del Barça o del Arsenal, que se inició en campo propio y que terminó con Suazo como lanzador de pared, con Beausejour como centrador y con Paredes como infructuoso rematador en el segundo palo. Fue, en cualquier caso, un espejismo. Ni Chile se reencontró con el pase ni Perú con el balón.

Markarián lo tenía más que claro. Por eso en el segundo acto sacó del campo a Acasiete, un fijo en la zaga, y a Guevara, el pie talentoso de la selección. Y ni siquiera dio cabida a Guerrero, con dos goles en el torneo, porque confió en el buen hacer de Chiroque, relampagueante y descarado en el requiebro, un futbolista que nunca ha salido de Perú pero al que le sobran tablas y habilidad. Una lectura del juego, la de restar al once titulares, que no compartió Borghi, considerado con los miles de aficionados que acudieron al estadio Malvinas Argentinas porque les regaló unas gotitas de ingenio de Valdivia y otras más de calidad de Alexis, que se juntaron en una jugada que no acabó en gol de Suazo de chiripa. Pero la entrada del 7 -próximo a cerrar su fichaje por el Barcelona- desencadenó un rifirrafe y las dos expulsiones injustificadas. Un pequeño contratiempo para Perú; una losa para Chile, que pierde a Beausejour, titular indiscutible y puñal por la izquierda.

Todo un mazazo para Borghi, que no cuenta con otro extremo zurdo, solo contento y aliviado con la aparición inesperada de Carrillo, que no acertó a desviar un córner -tampoco lo hizo el portero Libman- y se metió en su portería el gol definitivo. No quedaba tiempo para más, para recuperar la paz.

La selección de Chile celebra el gol frente a Perú.
La selección de Chile celebra el gol frente a Perú.WALTER MORENO (EFE)

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