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LA ZANCADILLA | Fútbol
Columna
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'Cherchez la femme'

David Trueba

Si algo nos enseñó el género negro en las novelas y las películas es a mirar más allá de las apariencias. Allí los ricos y poderosos podían ser miserables e innobles; las mujeres bellas, pérfidas y manipuladoras; y los héroes, frágiles y acomplejados. Es decir, en un momento dado vinieron a completar la equivocada perspectiva que sobre el éxito y la valentía nos llegaba desde los tiempos de la épica griega. Tengo la sensación de que esa misma revolución se está produciendo poco a poco en la información deportiva, arrinconada como estaba en el limbo de la epopeya y el dramatismo patriótico; cada vez más exige una mirada distante y algo descreída, chandleriana. Nos ha tocado sobrevivir sin mitos, o con mitos descacharrados, y allá vamos, decididos a lograrlo.

El periodismo 'huele braguetas' y se nutre de exclusivas sobre los futbolistas y sus novias

Una de las claves habituales del género era buscar el dinero o la pasión sexual detrás de cada conflicto. Del dinero detrás del fútbol mejor no hablemos, porque anda de luto. Las eliminaciones del Chelsea y del Real Madrid en la ronda de octavos de la Champions ha dejado los talonarios hechos jirones, los consejos de administración con el corazón partío y nos ha devuelto el aroma de culebrón: los ricos también lloran. Pero hablar de dinero, y especialmente hablar mal del dinero, suele ser un tópico insufrible. Hablemos entonces de mujeres.

Hace poco en un periódico serio británico pude ver en la página de deportes la alineación titular de la selección inglesa ilustrada con fotos. Nada raro, me dirán. Salvo que las fotos y los nombres correspondían a las mujeres y novias de los futbolistas. De cada una se ofrecían las características principales y la duración de su relación con el jugador. Después de devorar la información con apetito sentí que me invadía una ola de indignación. El cotilleo adueñándose de algo tan sagrado como el deporte. Al rato, superado el rapto de ingenuidad, me dije Cómo no. El cotilleo se ha adueñado de todo, sólo faltaría que el deporte, que hoy es el máximo productor de modelos de comportamiento, de belleza, de físico, que vende colonias, trajes, gomina, juegos de ordenador, yogures, coches, seguros, remedios contra la impotencia y contra la caspa, se mantuviera al margen de nuestras costumbres habituales. El futbolista ha sustituido a la estrella de cine y por lo tanto interesan sus noviazgos, sus rupturas, sus infidelidades, sus separaciones y hasta sus planes de jubilación.

Es posible que los británicos, que conviven con la cultura del tabloide desde hace más tiempo que nosotros, hayan sido unos avanzados en esta andadura. Sabemos de las desventuras de sus futbolistas con el alcohol y las adicciones, de los pactos para arreglar asuntos de violaciones, agresiones y otros escándalos, tapados por los clubes. Ahora las últimas páginas del periodismo huele braguetas se ha nutrido de exclusivas sobre engaños entre futbolistas y mujeres de compañeros, disputas que han terminado con la capitanía de John Terry en la selección inglesa o la renuncia de Bridge a acudir al Mundial. La lesión de Beckham en realidad trae una baja insustituible al Mundial de Suráfrica, la de su esposa Victoria con esa turbina de noticillas que acarrea consigo.

En España algunos futbolistas son ya carne de cañón del desfile de guapos con guapas y también de no tan guapos con no tan guapas, que de todo tiene que haber. Hace poco la mujer de Kaká metió en un pequeño lío a su marido porque mientras el Real Madrid perdía su eliminatoria con el Olympique ella alimentaba el despecho contra el entrenador en su página web. Y desde algún escándalo de Lola Flores a la mujer de Schuster posando para una revista alemana, pasando por las temporadas donde Ronaldo trató de demostrar que la relación sexual antes del partido era directamente proporcional a su capacidad goleadora, tenemos una intrahistoria que ha caminado de la mano con las peripecias futbolísticas. No será raro pues, que dentro de poco tengamos que buscar a la pareja detrás de muchas noticias deportivas.

Hace unos años, conocí a un futbolista bígamo, que tenía dos familias diferentes en ciudades diferentes donde había ejercido de profesional. El tipo llevaba el asunto con bastante naturalidad, aunque con dos teléfonos móviles diferentes, que se esmeraba en no cruzar. Algunos azares le hicieron protagonista de escenas de película de enredos digna de rodarse. Supe de un presidente de equipo que antes de fichar a una nueva estrella pedía un informe detallado sobre su vida y costumbres privadas. También me contaron que un equipo, harto de la intensidad sexual de su plantilla y los horarios tan antideportivos, decidió fichar sólo jugadores maduros y con vidas familiares estables que contribuyeran a la tranquilidad del vestuario. Antes de tres meses se habían separado todos los recién llegados, parte de la directiva y todo el cuerpo técnico. No había quien metiera en casa antes de la medianoche a esa plantilla. Y todos los analistas deportivos recurrían a teorías protofutbolísticas, estadísticas afinadas y demás zarandajas, para explicar los problemas deportivos de un equipo aspirante a títulos. Un amigo que sabe de esto, al que pregunté, se limitó a iluminarme: cherchez la femme [buscad a la mujer].

Terry celebra un gol con el Chelsea.
Terry celebra un gol con el Chelsea.REUTERS

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