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Reportaje:

Cristiano pide protagonismo

El atacante del Madrid, convencido de que los árbitros protegen a Messi, reclama el mismo amparo

Diego Torres

Pocos futbolistas han concentrado la atención más que Cristiano Ronaldo a lo largo de la historia. El atacante del Madrid condiciona las tácticas de sus entrenadores, exige a sus compañeros que le entreguen el balón, percute sobre sus oponentes con más frecuencia que nadie, gesticula retador para invocar a las hinchadas, amigas o enemigas, hasta generar un encendido clima de intercambio, llama a capítulo a los árbitros, y lanza mensajes en los medios de comunicación capaces de generar debates multinacionales. Su actuación el miércoles en el Maksimir de Zagreb fue una sucesión de la clase de estímulos que hacen de Cristiano un futbolista tan llamativo como sensacional. Comenzando por su impacto en el juego. Participó en 15 jugadas que acabaron en remate a portería, más que nadie en todo el encuentro, y él mismo disparó un total de ocho veces, más disparos que nadie en la primera jornada de Liga de Campeones. El único gol del Madrid llegó después de una internada suya por la banda, en donde sacó de quicio al hombre que se encargó de marcarle, Jerko Leko.

Siente que todo gira a su alrededor y que es capaz de condicionar la realidad por completo
En cada partido se desvive por ser el número uno del planeta. No se dosifica

Hay jugadores que prefieren reservarse, por aprehensión física o porque administran sus apariciones en función de la trascendencia. Cristiano, el máximo goleador de la Liga con cuatro goles, no entiende de dosificación ni de veladas de segunda clase. Quiere causar una gran impresión cada vez que se pone las botas y se considera en disposición de hacer de cualquier encuentro un episodio reseñable. No hay noche en la que no pida disputar los 90 minutos. Sea en el Bernabéu o en el Maksimir, un campo sin apenas antecedentes en la primera categoría del fútbol europeo. Sano o con un tobillo lastimado que le hace experimentar una punzada cada vez que apoya el pie.

El miércoles el portugués regresó a Madrid con una venda sanguinolenta envolviéndole el pie tras una patada de Leko. Como su vida tiene una dimensión mediática resolvió comunicarle a su audiencia (ningún futbolista es más consciente de que se debe a una audiencia de consumidores) su singular punto de vista: "Cuando yo juego los árbitros no me protegen nunca. A unos los tratan fantástico, no los pueden tocar. A mí ya me pueden dar un palo y derribarme que nada. ¡No me lo explico!".

Mourinho lleva un año persuadiendo a Cristiano de que los árbitros discriminan favorablemente a Lionel Messi. Por lo visto en Croacia, Cristiano ha alcanzado el convencimiento de que los golpes al argentino son más penalizados por los jueces que los golpes que le dan a Cristiano. Que la patada que le asestó Leko no fuera considerada falta por el árbitro contribuyó a alimentar la idea de la confabulación. Cristiano acabó provocando cuatro faltas ante el Dinamo. Dos menos que Messi contra el Milan. Ambos jugadores participaron en 15 jugadas que acabaron en zona de finalización. Ambos son muy verticales. Pero no progresan del mismo modo.

Cristiano lo repite cada vez que le preguntan por el hombre que le despojó del Balón de Oro: "Somos muy diferentes". Una estadística de la Liga revela que ha hecho un regate en 180 minutos de acción por cinco de Messi en 120 minutos. Es una consecuencia física: Cristiano, más corpulento y potente, es más directo que Messi, que avanza esquivando adversarios porque en la fricción tiene poco que ganar. Cuando un contrario choca con Cristiano no queda tan claro que le favorezca como cuando choca con Messi.

Desde los 16 años Cristiano se ha criado lejos de su familia. Considera a Jorge Mendes, su agente, como una especie de padre adoptivo. Ahora que ha cumplido los 26 es difícil que cambie su modo de ver la vida, entre otras cosas porque en la última década ha pasado de la pobreza a reunir un patrimonio cercano a los 100 millones de euros. Básicamente, siente que todo gira a su alrededor y que es capaz de condicionar la realidad completamente. En el vestuario, españoles y extranjeros le consideran mayoritariamente un buen compañero. Orgulloso pero capaz de escuchar a los demás, de ser compasivo con los que no tienen tanta suerte, y hasta de desafiar la autoridad de Mourinho si va contra sus intereses.

En el campo de juego Cristiano asume responsabilidades en consonancia con su determinación de ocupar el lugar central de la escena. Su ingenuidad es equiparable a su ambición y a su nobleza. En cada partido se desvive por ser el número uno del planeta y sus enemigos comienzan a descubrir que la noción de tener que convivir con Messi en el mismo negocio le hace sufrir. Los croatas del Maksimir se lo recordaron con un grito multitudinario: "¡Messi! ¡Messi! ¡Messi...!". Un grito que le dolió tanto como el tobillo cortado.

Cristiano Ronaldo, en una acción del partido contra el Dinamo de Zagreb.
Cristiano Ronaldo, en una acción del partido contra el Dinamo de Zagreb.ANTONIO BAT (EFE)

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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