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Las estrellas españolas, ridiculizadas al no adaptarse a la nueva tecnología utilizada en la contra reloj

Luis Gómez

Estrasburgo Bernard Hinault apabulló en la contra reloj y reconquistó el liderato del del Tour. Las informaciones meteorológicas le impidieron estrenar un nuevo tipo de bicicleta. Aun así, con una sola rueda lenticular, realizó un promedio extraordinario de 47,4 kilómetros a la hora. Sacó 2.20 minutos al irlandés Roche, que fue segundo. Hinault no tiene contestación en este tipo de prueba. Los españoles,voluntariosos, hicieron una etapa ridícula por su inadaptación a la tecnología. Las ruedas lenticulares llevaron a Cabestany, Delgado y Rupérez contra el suelo. Todo lo contrario M objetivo para el que se diseñaron.

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La carrera de Hinault resultó extraordinaria. Tuvo un momento espectacular cuando rebasó a un gran especialista como Kelly, que salió dos minutos antes. Kelly tuvo un pinchazo que le obligó a tomar una bicicleta clásica. La actuación de Hinault es más trascendente si se tiene en cuenta que las etapas 131 y 211 son contra reloj, de 37,800 y 41,500 kilómetros, respectivamente.Pedro Delgado desperdició sus energías porque perdió más de 40 segundos en dos cambios; el segundo lo tuvo que hacer en un descenso. Luego, Delgado circuló durante 20 kilómetros más preocupado de no caerse, por la inestabilidad de la bicicleta, que de correr. Rupérez, el hombre más en forma del Zor, hizo 21 segundos más que Cabestany, pero con un cambio más de rueda y superiores dificultades de equilibrio.

El Invento' de las ruedas

Perurena decidió seguir a Delgado. Tuvo que salir por dos veces a la calzada, parar el coche en seco y pegarse 20 metros de carrera empujando al jefe de filas. Dos carreras por dos cambios uno de bicicleta y otro de rueda "¡Jodido invento!", exclamó en la segunda ocasión. "Mira que le dije que corriera con una rueda. lenticular, pero nada. Ahora a recuperar", decía con sorna.

El invento se le atragantó a Delgado, que calculó que dos ruedas son mejor que una. Caso contrario al de Rupérez quien antes de salir, comentó a Mín guez (Zor) que deseaba correr con una rueda lenticular. Mínguez le dijo que no, que mejor dos. En la meta, Rupérez lanzó una retahíla de exclamaciones: %Dónde está Mínguez?, ¿Dóndes estás, Mínguez?, !Me cago en las dos ruedas¡". También tuvo que hacer dos cambios en carrera. 25 segundos de regalo para los rivales. Los españoles se estrellaron contra la tecnología.

Ningún mecánico de los tres equipos españoles se ha atrevido siquiera a desguazar una rueda

lenticular. Tal y como las compran las mantienen. "¡Cómo voy a abrir la rueda si cuesta 50.000 pesetas!", dicen casi al unísono Sanz (Reynolds), Luengo (Zor) y Aitor (Seat Orbea). Usan las ruedas sin saber cómo son por dentro. Se limitan a comprarlas y los corredores a ponérselas, según el gusto de cada cual.

Rupérez quería una y le obligaron a correr con dos. Delgado, lo contrario. Cabestiny, una rueda. Los tres salieron con bicicleta habitual y cambiaron tras la subida al puerto. Perdieron siete segundos en ese cambio. Celestino Prieto (Reynolds) fue un caso distinto porque salió perfectamente, con una del tipo lenticular. Pedro Muñoz (Fagor) tomó, desconfiadamente, una de esas ruedas, que era la única del equipo porque las otras dos restantes se estropearon. Bazzo, el especialista del Fagor, dijo: "Quiero la lenticular", pero Ocaña se la negó en favor de Muñoz. El resultado fue que Bazzo hizo tres minutos menos que Muñoz.

La carrera de los españoles fue, al menos, divertida. Como anecdótico fue el recorrido que hizo Perurena para reconocer el circuito. Condujo el coche Pascua Piqueras, preparador risico del Seat Orbea, quien confundió Sarreburgo, localidad donde se iniciaba la etapa, con Sarrebrug, localidad alemana. Perurena aprovechó para dormir mientras llegaban. Tuvo tiempo suficiente. En vez de 140 kilómetros hicieron 300. Tan gran reconocimiento del terreno, les condujo a indicaciones precisas. "La cuesta, muy suave. No hay viento". La impresión de Cabestany: ¿La subida?, no se acababa nunca ¿El viento?, demasiado viento".

La máquina le tiraba

Cuando Delgado cogió su bicicleta de dos ruedas lenticulares comenzó a pasar un calvario. El viento movía tanto la máquina que se veía obligado a frenar ostensiblemente en las bajadas. Por más de cinco veces tuvo que

dejar de pedalear porque había peligro de caída. ¡Y corría en llano! Perurena, harto de ese espectáculo, tocó la bocina del coche, sacó el cuerpo por la ventanilla y le ordenó parar para cambiar una de las ruedas. "Iba acojonao", reconoció Delgado.

Cabestany también se quejó del viento. "Agua, agua", dijo nada más llegar, para confesar que no estaba satisfecho de la carrera. "No dominaba la bicicleta en las bajadas y me habían dicho que el borde de la carreta era bosque y no hacía viento. Esperaba estar más fuerte". Los españoles utilizan el Tour para experimentar. El resto lo hizo antes.

Con los mejores españoles rondando los diez minutos de diferencia con respecto a Hinault, empieza hoy la montaña. Entre Estrasburgo y Epinal se corren 173,5 kilómetros con el primer puerto de primera categoría. Como quiera que está situado en el kilómetro 60 de carrera no parece que signifique una dificultad importante.

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