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Reportaje:Fútbol | Internacional

Derbi fraternal en Liverpool

Los partidos entre los dos equipos de la ciudad no han registrado jamás ningún altercado violento

En la ciudad del Mersey, cuando toca derbi, los aficionados del Liverpool y del Everton van juntos al campo. ¿Peleas entre ambas aficiones? En 205 duelos locales no se conoce ninguna. "Esta ciudad es demasiado pequeña para eso", avisa un veterano seguidor del Everton acodado en la barra de El cerdo y la flauta. A su lado, su amigo Groothy, cincuentón hincha del Liverpool se pregunta: "¿Me crees tan estúpido para llevarme mal con un camello?".

Consumidor de cocaína desde los tiempos en que a los radicales de Goodison Park se les conocía como Snoorty 40 (de snort, esnifar), Groothy sostiene que en Liverpool todos los camellos son toffees, o sea, del Everton. Su amistad es habitual entre los urchins -golfo, a la par sobrenombre de los veteranos ultras del Liverpool- y los snoorties, los blues. Las dos aficiones han viajado juntas, se han drogado juntas y han peleado juntas especialmente contra los de Manchester o Birmingham. Un derbi en Liverpool puede ser un tostón, como ayer (0-0), pero siempre en paz, salpicado con algún cántico irónico. Por ejemplo, ayer: "Siéntate, camarero gordo español", dedicado a Benítez.

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En 1963 la prensa les llamó "Los maníacos de Merseyside", no sin razón: Viajando juntos a Birmingham destrozaron 10 de los 11 vagones del tren; en las semifinales de la Copa de 1979, unidos, agredieron brutalmente a los aficionados del United que fueron a Goodison Park. "Fue una noche de odio puro. Había pelotas de golf con clavos volando. Nunca vi una carnicería igual", asegura un asistente a la pelea más sangrienta. Años después, invadieron el campo del Tottenham. En otro partido de Copa, Klinsmann, jugador del club londinense, denunció un puñetazo de un aficionado del Everton.

La vida de todos ellos, como la de todos los ultras ingleses, cambió tras la tragedia de Heysel. Los veteranos, escarmentados, abandonaron el activismo y se concentraron en las drogas, según informes policiales. La tragedia en Hillsborough, (96 aficionados del Liverpool fallecieron, niños incluidos, aplastados contra las vallas en una semifinal de Copa contra el Forest), tragedia que salpicó a familias de los dos equipos de la ciudad, terminó de convencerles. En lo que fue bautizado como "vínculo de amor", aficionados de los dos equipos trenzaron innumerables bufandas con sus colores que fueron desde las puertas del Goodison Park hasta la portería de la grada del Kop, recorriendo todo Liverpool antes de cruzar la hierba de Anfield, tapada por un manto de flores el 21 de abril de 1989.

"Lo que hay ahora son aprendices de lo que fuimos nosotros", recuerdan los veteranos. Ya no hay viajes salvajes mixtos, aunque de vez en cuando en Liverpool se fletan aviones privados para asistir a partidos importantes de la Champions. "Si dispusiéramos de un misil tierra-aire, podríamos desmantelar de un disparo todo el cartel del norte de Inglaterra", ha declarado la policía, al corriente de los movimientos de viejos hooligans de la ciudad. Hoy, la máxima preocupación de las autoridades los días de partido es controlar a los que ofrecen vigilar el automóvil a los que van al estadio. El mayor peligro si vas al fútbol en Liverpool es oir a tu espalda: "Señor, ¿le vigilo el coche?".

Lescott y Stubbs saltan sobre Bellamy.
Lescott y Stubbs saltan sobre Bellamy.REUTERS

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