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Djokovic doma a Nadal

El número uno, brillantísimo, gana al luchador mallorquín, romo en los puntos decisivos

El campeón no va a entregar así como así su corona. Novak Djokovic es una apisonadora, un titán sobre la pista, un glorioso tenista: en la final de Wimbledon, hace suyos los dos primeros sets sin pasar por apretura alguna (6-4 y 6-1). Rafael Nadal, sin embargo, no está en Londres como un cualquiera: es el tenista que siempre espera. En un visto y no visto, el encuentro está en el alambre: 6-4, 6-1, 1-6 y 30-40 para el español. Ahí debe morir su aventura. Lo dice la lógica, la razón y el conocimiento, porque Djokovic supera esa bola de break y rompe al español en el siguiente juego. Nadal, sin embargo, solo entiende de corazón y agallas, nada sabe de lo que dice la razón pura: recupera la desventaja, acogota a Djokovic, y finalmente se inclina tras prestar una agotadora batalla. El español, precipitado en los puntos decisivos, defendió el título hasta el último aliento. Djokovic, brillantísimo, se lo arrebató 6-4, 6-1, 1-6 y 6-3 con todo merecimiento.

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Zumban los insectos verdes sobre la pista y los tenistas juegan con fuego. El primer set se vive al límite. El saque, sin embargo, abandona al mallorquín en el momento decisivo. Es 5-4 y 30-30 para el serbio. Djokovic vivía hasta entonces sin posibilidades todos sus juegos al resto. Es un recital de Nadal y de su primer servicio. Llega entonces el momento culminante de la primera manga, que marcaría el partido. Es ese 30-30 sobre el saque del campeón, con 5-4 en el marcador para el serbio. Nadal no encuentra su primer saque. Es punto de set para Djokovic (30-40). Nadal vuelve a fallar el primero. Se juega la supervivencia sobre el segundo. Ahí, un resto de Djokovic le quema los pies (4-6) y abre la puerta para que el nuevo número uno mundial se convierta en el primer tenista que gana cinco veces seguidas al desde mañana número dos del mundo.

La final demostró una cosa. Djokovic, con Federer, es el tenista con más posiciones de golpeo. Del tobillo al pecho, su brazo recorre un imaginario eje vertical en el que cada parada es una posibilidad, una opción de ataque con la que martirizar al rival. Sobre tierra y cemento, el serbio aprovechó el bote alto de la pelota de Nadal. En hierba, donde la bola viaja pegada al suelo, también encontró cómo ponerle en aprietos. Fue una exhibición de talento puro. Nadal no pudo decir nada hasta la tercera manga. Golpe a golpe, Djokovic hizo suyo el encuentro. Solo un tenista del calibre de Nadal pudo luchar por un marcador más lucido, mientras sonaba el motor del techo de la central en movimiento.

Nadal quiso contrarrestar el dominio del serbio con contundencia. Sacó muy bien hasta el final de la primera manga y durante la segunda. Eso no le dio puntos gratis. Apenas le sirvió para tomar una ligera iniciativa en el peloteo. El partido fotografió la habilidad del serbio al resto. Su primer golpe siempre llegó cargado de intención. Buscó desplazar a Nadal y que el mallorquín construyera la jugada con el revés. Durante grandes tramos, todo transcurrió como él quería, a su ritmo.

El mallorquín estuvo un punto precipitado en las contadas ocasiones que pudo hacer suyo el partido. Al final, el encuentro fue una película ya vista, pero con los papeles intercambiados. Nadal caminaba con seguridad sobre los servicios de Djokovic, hasta cometer fallos que nunca entrega, nervioso, ansioso, deseoso de resolver lo que ya consideraba suyo. Así se dejó, por ejemplo, dos derechas y un remate en el arranque de la segunda manga. Nole fue justo lo contrario. Nadal vestido de serbio. Un tenista resolutivo que identificó a la perfección los puntos decisivos y los gestionó con brillantez y entereza.

El serbio, campeón del Abierto de Australia, une ahora a ese título el de Wimbledon. Es un tenista transformado, preciso donde antes se liaba, contundente donde antes era un jugador hecho un lío. Demasiado hoy para Nadal, un tenista brillante, ahí está su gigantesco currículo y su intento de remontada, pero que ha encontrado la horma de su zapato.

El serbio Novak Djokovic celebra su triunfo.
El serbio Novak Djokovic celebra su triunfo.JULIAN FINNEY (Getty)

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