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MOSCÚ 80

Regresó a Madrid la primera expedición española a los Juegos Olímpicos

El pabellón español de la villa olímpica se quedó medio vacío. Todos los componentes de las competiciones por equipos regresaron ayer a Madrid, y con ellos, parte de los competidores individuales. En la ceremonia de clausura apenas quedará representación. La competición por equipos fue la más importante que jamás se conoció, y fue precisamente en estas disciplinas en donde las clasificaciones reales, es decir, contando con las ausencias, menos modificaciones sustanciales pueden hacerse.

La más devaluada de las clasificaciones fue precisamente en hockey sobre hierba, en la que se ha obtenido medalla de plata. Realmente, el torneo fue prácticamente de segunda división. Pero los jugadores españoles supieron interpretar su papel. El lugar teórico que les correspondía era el segundo, y lo merecieron.Hay que pellizcarse para creer en el resultado del balonmano. Un tropiezo inesperado les colocó en una situación poco brillante, pero a última hora supieron remontar el vuelo y alcanzaron una quinta plaza, cuyo valor real, por la ausencia de la República Federal de Alemania, es el sexto. Un valor supuesto, porque la realidad es que la competición suele variar de cuando en cuando aquello que se da por sobreentendido. Me equivoqué al juzgar al balonmano por el retroceso sufrido cuando parecía destinado a mejor causa. Me alegro de que al final obtuviera un puesto tan meritorio.. El balonmano español alcanzó ya una cotización de moneda fuerte.

Al baloncesto lo más que se le podía pedir en un torneo normalizado era el sexto lugar. El cuarto es, en definitiva, esa sexta plaza teórica. Por delante hubiera estado el supercampeón olímpico, Estados Unidos, y probablemente Puerto Rico, aunque la clasificación de esta selección habría dependido, como la española, de las múltiples combinaciones posibles que pueden producirse, por razones del sistema de competición establecido.

España tuvo que recurrir, como siempre, a un torneo preolímpico para obtener el pasaporte para Moscú. En Ginebra y Lausana lo logró. El haber alcanzado el partido valedero para el bronce fue un gran éxito. A España le faltó el concurso de un hombre, Rafael Rullán, que hubiera podido resultar definitivo. Con el pivot madridista en la cancha estoy por asegurar que se hubiera batido a Italia, e incluso a Yugoslavia, a pesar de la indudable categoría de esta selección. Estos dos encuentros perdidos, con Rullán, como mínimo, hubiesen tenido otras características. Quizá el torneo no ha tenido la calidad, esperada, y ello nos favoreció; pero, con todo, el baloncesto español supo perder complejos en una competición de este calibre. Solamente ante la URSS se arrojó la toalla. La URSS, en definitiva, fue la gran decepción del torneo. Su fracaso fue evidente. Gracias al veterano Serguei Belov pudo subir al podio. La URSS cifra demasiado su juego en la altura de sus pivots. Ha perdido imaginación en el juego, y ante equipos que saben lanzar a media distancia se ve confundida.

El waterpolo fue una de las sorpresas más agradables. Los waterpolistas estuvieron muy por encima de lo que se les podía exigir. La cuarta plaza obtenida hay que considerarla uno de los mayores éxitos. El triunfo del, inicio, sobre Italia, más que inesperado, les catapultó hacia una clasificación que merece todos los plácemes.

Los equipos, salvo el fútbol, estuvieron a gran altura. El fracaso de los futbolistas ha empañado una actuación tan meritoria que será difícil obtener en otra ocasión. De cualquier manera, el progreso del deporte español fue evidente. Con las salvedades precisas en cada competición y echándole agua al vino de Moscú, puede hablarse de una participación brillante. Y, lo que es más importante, por vez primera asomaron al campo olímpico deportistas con futuro esperanzador. Aquí no vinieron, en general, hombres quemados y en función de homenaje y despedida. Varios de nuestros atletas, si perseveran, si no se conforman con lo alcanzado, estarán en condiciones de luchar por lugares de preferencia dentro de cuatro años. Y conste que en estas palabras no hay el menor atisbo de triunfalismo. Al deporte español le costó años iniciar la escalada. Al fin comenzó a subir las primeras rampas. En algunas disciplinas seguimos a años luz de la elite mundial, pero en algunas hemos comenzado a pisar los talones de los grandes.

Pero esta actuación, que debe ser valorada en sus justos términos, no debe servir de excusa para el mantenimiento de ciertas estructuras. El deporte español necesita nuevos impulsos y reestructuraciones básicas. El dinero que se invierte debe ser controlado minuciosamente. La gran labor del futuro no está en el impulso de la elite, sino en el momento diario del deporte fundamental. Las escuelas, los institutos, las universidades, los entes autonómicos y los ayuntamientos tienen «un reto al que responder.

El panorama medallístico para los españoles sigue siendo esperanzador. En piragüismo, Herminio Menéndez y Del Riego, en K-2, clasificados los primeros en su serie para las semifinales, deberán optar, en la prueba de 500 metros a uno de los tres primeros lugares. Herminio Menéndez y Misioné, en el K-2, mil metros, también ganadores de serie y clasificados para las semifinales, están en condiciones de aspirar al podio. Menéndez y Misioné son los únicos supervivientes del K-4, que fue medalla de plata en Montreal. El cuarteto perdido hubiera aspirado también aquí a premio importante. Las posibles medallas de los españoles también serían auténticas.

Pero todo no puede ser de color rosado. En atletismo se produjo ayer un hecho inesperado. Lesionado Cruz, del equipo de relevos 4 x 400, el responsable del equipo de atletismo, Carlos Gil, designó a Páez para que cubriera esta forzada ausencia. Páez desoyó órdenes y emprendió regreso a Madrid. El disgusto de los componentes del equipo atlético fue evidente. Carlos Gil tuvo que contar para esta posta perdida con José Casabona, que aceptó cubrir esa emergencia. Siempre he defendido a los atletas en sus pleitos con la federación. El caso Páez, en esta ocasión, es diferente.

Páez tuvo unas palabras con Carlos Gil, seleccionador nacional de atletismo. Uno de los atletas españoles, al comentar este asunto, aseguró que «los problemas surgieron con la ausencia de Prado, que era un hombre que tenía que haber venido obligatoriamente para correr el relevo». Este mismo atleta indicó que «no entiendo la postura de Antonio Páez al no haber querido correr el relevo; pero, desde luego, no ha sido postura de buen compañero. Debía aprender algo de José Casabona. Un vallista, José Casabona, será el sustituto de Cruz y de Páez en el equipo español de relevos 4 x 400.

Problemas aduaneros para un balonmanista español

Cuatro kilos de caviar le interceptaron ayer los aduaneros soviéticos a un jugador español de balonmano en el aeropuerto moscovita de Sheretmeievo. El jugador formó parte del grupo de 168 deportistas y dirigentes españoles que salieron ayer de Moscú hacia Madrid.

El caviar iba dentro de la maleta del jugador y fue detectado por la máquina de rayos X. Asimismo, a otros deportistas que portaban jamón en envases metálicos, traído desde España, les hicieron abrir sus maletas, en la creencia de que lo que contenían era caviar.

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