El Espanyol se lleva el Trofeo Carranza
El equipo catalán se impone al Atlético de Madrid gracias a su mayor pericia en los penaltis
Se batieron con denuedo el Espanyol y el Atlético por coronarse en el Ramón de Carranza hasta el punto de que el colegiado, más protagonista de lo que tocaba, se lió a sacar cartulinas. El duelo, sin embargo, se abrió con espectacularidad, pero solo se resolvió en los penaltis a favor del Espanyol. Un palo menor para el Atlético, que descubrió a Diego Costa.
Nadie genera más caudal ofensivo que Agüero y nadie desgasta tanto como Forlán en el Atlético. Son dos delanteros de aúpa, sin parangón. Pero Diego Costa, un futbolista que llegó para irse a préstamo al Celta, el Albacete y por último el Valladolid, pide turno con fiereza, dispuesto a cobrarse su puesto. No tiene el quiebro del Kun ni la generosidad de Forlán, pero pone el punto y final al juego colectivo, siempre como boya, al filo del fuera de juego, pendiente del horizonte. Así lo entiende el Atlético, que se despliega con un 4-3-3, con Reyes y Simão de extremos a pierna cambiada, potenciando el juego interior con los pases al salir del regate. Costa, como referente; Costa, como punzón. Pararle no es fácil y en la primera jugada, a la salida de un córner, remató a gol.
Pero el Atlético no aprende. Pasan los años y sigue igual: determinante arriba y tremendamente fallón atrás. El equipo se fía a la velocidad de Perea, pero no calibra que juega pegado al portero, por lo que no hay tiempo para la reacción ni corrección. Así, perdió un balón Filipe y Callejón marcó. Gol y tablas que no se rompieron por más que Reyes lanzara un disparo al palo y por más que Agüero se inventara algún regate de fantasía. En la tanda de penaltis, el Espanyol afinó más.